Estas son las enfermedades que puedes padecer si tienes el colesterol alto (y no todas son cardiovasculares)

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Controlar los niveles de colesterol LDL puede evitar el diagnóstico de algunas patologías.
Controlar los niveles de colesterol LDL puede evitar el diagnóstico de algunas patologías.

Se ha confirmado que unos niveles altos de colesterol LDL, conocido como el «malo», se pueden llegar a relacionar con la aparición de demencia

05 sep 2024 . Actualizado a las 12:57 h.

Quien más, quién menos, conoce que unos niveles altos de colesterol resultan perjudiciales para nuestra salud, pero aun así, se calcula que 2,6 millones de personas mueren cada año en el mundo por tenerlo elevado y de la gente que lo tiene, un 70 % no lo sabe. «Unos niveles altos del tipo LDL actúan como un factor de riesgo importante que aumenta la posibilidad de sufrir un problema de aterosclerosis en cualquier parte del árbol arterial del organismo», confirma el doctor Manuel Anguita, portavoz de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Sin embargo, no solo aumentan las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares como un infarto de miocardio o una angina de pecho, también otro tipo de patologías que, en un primer momento, no relacionaríamos su aparición con unos niveles altos de colesterol. 

¿Qué niveles de colesterol se consideran adecuados?

No existe un umbral «saludable» único para toda la población. «Lo primero que se valora ahora mismo no son los niveles de colesterol total, sino los de LDL, también conocido como "malo". Cuando se dan recomendaciones para bajarlo, estamos hablando de este», cuenta Anguita. Así, aquellos pacientes que ya padecen una enfermedad cardiovascular deben mantenerse por debajo de 55 mg/dl, mientras que aquellas personas que no sufren ninguna y tampoco tienen otros factores de riesgo deben situarse por debajo de 160 mg/dl. 

Eso sí, tal como recalca el doctor, siempre se debe individualizar: «En la valoración de los niveles no solo influyen los de colesterol, también la edad, el sexo y otros factores de riesgo. Si padeces hipertensión o no, si eres diabética o no, si fumas o no... Pero sobre todo, si ya padeces una enfermedad cardiovascular previa». 

La aparición de algunas patologías que se mencionarán a continuación no solo se relacionan con unos niveles altos de colesterol LDL, pero toda piedra hace pared. Además, es cierto que este tipo de problemas de salud no se dan de forma inmediata, pueden tardar en dar la cara. «El problema es que el síntoma o la patología resultante ocurre de una forma abrupta, súbita, aguda», aclara el doctor. Por eso recomienda intentar rebajarlos tan pronto como tengamos constancia de ellos. «Cuando ya se ha producido un daño en la arteria a consecuencia del colesterol, aunque después lo bajemos, esa arteria no se va a normalizar nunca y siempre va a quedar ahí un riesgo».

A la hora de hablar de posibles enfermedades relacionadas con unos niveles altos de colesterol, Rafael Vidal, cardiólogo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y miembro de la junta directiva de la Sociedade Galega de Cardioloxía (Sogacar), las divide en cuatro bloques: «Aquellas relacionadas con el corazón, las patologías cerebrovasculares, la enfermedad arterial periférica que es la más desconocida y a veces, estos pacientes también pueden sufrir insuficiencia renal porque se pueden formar placas en las arterias renales». 

Enfermedad coronaria 

La enfermedad de las arterias coronarias (EAC) es el tipo más común y el primer paso de otro tipo de problemas cardíacos. Se produce cuando las arterias que suministran la sangre al músculo cardíaco se endurecen por la acumulación de colesterol y otros materiales en la placa interna de las paredes de la arteria. También se estrechan y, en consecuencia, la sangre fluye menos, pudiendo producir dolor en el pecho (angina). «Aquellas que están un poco obstruidas se pueden bloquear de forma espontánea y en ese caso ya hablaríamos de un infarto», indica Vidal. 

Con el tiempo, la enfermedad de las arterias coronarias también puede debilitar el músculo cardíaco y contribuir a la presencia de insuficiencia cardíaca (el corazón no puede bombardear la sangre adecuadamente al resto del cuerpo) y arritmias (cambios en el ritmo normal del corazón). 

 Infarto agudo de miocardio

Aunque las arterias coronarias se pueden estrechar por distintas causas, la más común es la aterosclerosis a raíz de niveles altos de colesterol. «Cuando se da un dolor opresivo en la zona del esternón, en la cara anterior del tórax, si es una angina de pecho puede ser al hacer esfuerzos y desaparece, pero cuando es un infarto o un síndrome coronario agudo, puede darse en reposo y durar más tiempo», explica Anguita.  

Además, es posible sufrir un infarto y que el paciente no se entere en el momento, según Vidal: «A veces el episodio de dolor se puede confundir con una indigestión y pasa inadvertido. Hasta que unos días después el paciente nota que le falta el aire o que empieza a tener unas molestias en el pecho que no había sentido hasta ese momento. No son la mayoría, pero es posible». 

Ictus 

Si las placas se forman en las paredes de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro, el paciente puede sufrir un ictus. Es decir, este se produce cuando se bloquea el flujo sanguíneo a una parte del cerebro debido a un coágulo sanguíneo.

El 85 % de los casos son de tipo isquémico y se produce por la obstrucción de una arteria en el cerebro, si bien, aunque son menos comunes, también existe el ictus de tipo hemorrágico, que se produce por la rotura de un vaso sanguíneo. 

Demencia 

La Comisión Lancet en demencias publicaba hace unas semanas en la revista del mismo nombre un informe en el que desgranaba catorce factores de riesgo de demencia, incorporando dos más con respecto a la revisión del 2020 y siendo uno de ellos, tener unos niveles altos de colesterol LDL. 

Los investigadores confesaban que, en el momento en el que se realizaron las anteriores comisiones sobre demencia, la evidencia disponible sobre si una alta concentración de colesterol LDL podría llegar a considerarse un posible factor de riesgo, no era concluyente. Pero ahora, sí. Asimismo, la comisión de The Lancet apunta al papel beneficioso que pueden tener las estatinas en reducir ese riesgo de demencia. 

Por ejemplo, un metaanálisis de tres estudios de cohorte en el que participaron más de un millón de personas del Reino Unido, que analizaron el colesterol LDL en adultos menores de 65 años seguidos durante más de doce meses, informó que cada aumento de 1 mmol/L en el colesterol LDL se asoció con un aumento del 8 % en la incidencia de demencia por todas las causas. 

«El estudio está muy bien hecho metodológicamente y sí que confirma esa posible relación entre unos niveles altos de colesterol LDL y el riesgo de padecer demencia. Aunque el alzhéimer es la más conocida, también existen otras de tipo vasculares que tienen unos factores de riesgo similares a sufrir un infarto», concuerda Anguita. 

Enfermedad arterial periférica 

«Esta enfermedad es la gran olvidada», confiesa el cardiólogo de Sogacar. «De hecho, este año se presentaron guías en el Congreso Europeo de Cardiología que la tenían como protagonista, para llamar la atención a todos los especialistas que se dedican al mundo vascular sobre qué casas hay que hacer», añade. En realidad, las estrategias de control de riesgo son, en sus palabras, las mismos que para un paciente de un infarto de miocardio o un ictus: controlar la tensión, cuidar los hábitos de vida y, como no, bajar el colesterol. 

«Los pacientes que sufren enfermedad renal periférica suelen quejarse de dolor en las piernas, sobre todo en la pantorrilla, al caminar. Tienen que pararse para que les deje de doler. A veces, incluso puede darse que se obstruye la arteria y se pueden llegar a perder los dedos de los pies. Sí, es más típico de pacientes diabéticos, pero también tiene un papel el colesterol por el riesgo de que se forme estenosis en las arterias periféricas. Al igual que es común sentir frío en las manos y los pies», sostiene Vidal.

Enfermedad renal 

Como el colesterol alto daña las arterias que llevan la sangre a los riñones, también puede provocar que estos actúen como si la persona estuviera deshidratada, es decir, como si no hubiera suficiente agua en el organismo. Cuando esto sucede, los riñones le indican al organismo que retenga sal y líquido, por lo que la sangre se llena de esa sal y líquido extra, aumentando la presión arterial, y tener esta última alta durante tiempos prolongados puede provocar fallo renal. De esta forma, tener unos niveles de LDL altos puede desencadenar en un diagnóstico o en un empeoramiento de la enfermedad renal. 

Cómo rebajarlo 

Una vez conocidas las patologías que pueden aparecer con altos niveles de colesterol LDL, cabe mencionar lo que funciona y lo que no para rebajarlo. Realizando cambios en la dieta y ejercicio los pacientes puede reducirse entre un 8 y un 10 %. En el caso de incluir productos nutracéuticos —como los conocidos yogures—, el porcentaje puede llegar a incrementarse otro 10 %. 

«Entre la dieta y el ejercicio pueden bajar entre un 8 y un 10 % los niveles de colesterol. No es un descenso muy importante, pero haciendo eso, sí han existido estudios que demostraron que eso disminuye el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares», afirma Anguita.

Además, el doctor menciona aquellos casos en los que el colesterol no es un problema de malos hábitos, sino que existe un componente genético. «La única manera de bajarlo en casos de hipercolesterolemia familiar es con medicación», confirma Anguita. El tratamiento más conocido, las estatinas, lo reducen en un 50 %. «Es un mensaje que debemos remarcar mucho porque no son pocos los pacientes que, una vez que ven que sus niveles de colesterol bajan, abandonan la medicación. Es un error», concluye Vidal. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.