Cada cuánto hay que cambiar las sábanas y por qué hacerlo ayuda a dormir mejor

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Cambiar las sábanas evita que proliferen las bacterias en el tejido.

La ropa de cama acumula piel muerta, ácaros, hongos y bacterias que pueden ser perjudiciales para la salud

10 oct 2024 . Actualizado a las 11:03 h.

Existen pocos placeres tan sencillos como el de acostarse después de un día largo y agotador en una cama con las sábanas limpias. Y la particularidad de este pequeño lujo cotidiano es que, además de ser agradable, le hace bien a nuestra salud. Sin embargo, no siempre le damos la importancia que deberíamos a la tarea de cambiar la ropa de cama.

El descanso es fundamental para mantener los ritmos circadianos que son cruciales para el funcionamiento del organismo y, por esta razón, deberíamos pasar entre siete y ocho horas durmiendo cada día. Durante todo ese tiempo, nuestra piel está en contacto con las sábanas. Si no las cambiamos con frecuencia, las bacterias proliferarán, incluso aunque no lo notemos a simple vista. Esos microorganismos pueden llegar a penetrar la barrera cutánea y convertirse en foco de infecciones. Por eso, explicamos la mejor forma de lavar las sábanas y cuándo es necesario hacer el recambio.

Cómo elegir la mejor ropa de cama

La tela de la que están hechas las sábanas es una variable fundamental a la hora de elegirlas. Es lo que determina, entre otras cosas, cómo de respirable es el tejido, lo que puede contribuir a disipar calor y humedad. Esto es especialmente importante para aquellas personas que tienden a sudar durante la noche, lo que puede inducir un ciclo de desabrigarse y despertar durante la madrugada con frío. En este sentido, los expertos aseguran que la sábana perfecta existe y es 100 % algodón.

El algodón es una fibra natural, lo que le permite absorber la humedad y expulsarla de forma tal que no queda atrapada dentro. Las sábanas sintéticas no tienen esa capacidad, simplemente porque están hechas de tejidos que no dejan pasar el agua: los hilos sintéticos están diseñados para ser más finos, lo que permite crear telas densas, pero poco traspirables. Esto causa más sudor y puede provocar una sensación de sofoco en algunas personas. Cabe señalar que la temperatura del cuerpo desciende al dormir y es necesario que la habitación se mantenga fresca, puesto que el calor impacta negativamente en la calidad del sueño.

Otra ventaja de las sábanas de algodón es su suavidad. Al tratarse de un tejido hecho de hilos finos, la textura puede ser más confortable que la de otros tipos de sábana. Además, esta tela tiene una mayor duración y resiste mejor al uso que sus contrapartes sintéticas.

Lavar la ropa de cama

Las sábanas y las fundas nórdicas se deben lavar una vez a la semana, o incluso más si estamos enfermos. Haciéndolo, eliminamos los ácaros, los hongos y las bacterias que habitan en ellas y que pueden causar problemas en la piel. Como explica en este artículo Dolo Vidal, miembro del grupo de Docencia y difusión de la Sociedad Española de Microbiología (SEM), «esos microorganismos que están conviviendo con nosotros mismos, lógicamente por el tema de contacto, van a pasar de la piel y de las mucosas hacia la ropa o las sábanas, de manera natural. Además, estos producen reacciones bioquímicas y van a liberar una serie de metabolitos que están implicados en el olor corporal y que también se transferirán a la ropa de la cama».

Hay que tener en cuenta que, además de estos microorganismos que crecen en los tejidos, las sábanas y las fundas de almohada se van cubriendo de células muertas y también acumulan una capa de químicos que provienen de nuestra piel y nuestro pelo. Hablamos de los cosméticos que usamos a diario y que se van depositando en estas telas con la fricción que ejerce el cuerpo al dormir. Todo ello puede causar irritación y aumenta nuestra exposición a disruptores endocrinos.

Por esta razón, sobre todo si aplicas cremas y cosméticos en la rutina nocturna, es recomendable cambiar con mayor frecuencia las fundas de las almohadas. Estas reciben el sudor de la cabeza y quedan impregnadas del sebo facial, lo que puede favorecer la aparición de granitos.

A la hora de poner la lavadora, es importante seguir las instrucciones de lavado que el fabricante incluye en la etiqueta. De manera general, se recomienda evitar el exceso de suavizantes y el uso de lejía para la ropa de cama. Normalmente, para una carga de unos 4,5 o 5 kg, como la que puede ser de nuestras sábanas, bastaría con usar 50 mililitros de detergente, o una cucharada si es concentrado. El uso excesivo de estas sustancias reduce la vida útil de las telas y aumenta la exposición a químicos que pueden resultar irritantes.

Podemos usar un programa con agua caliente, entre 40 y 60 ºC, para maximizar la desinfección y eliminar más fácilmente la suciedad y los olores. Es aconsejable lavar cada juego de sábanas por separado, evitando mezclarlas con otras prendas para que el espacio en el tambor sea suficiente y todas las partes de las sábanas se limpien de forma adecuada. Lo mejor es tenderlas al aire para secar, ya que así se ventilan y se evita la proliferación de olores.

Otros consejos

Una medida importante que se debe incorporar a la rutina del hogar es ventilar las habitaciones todos los días. Debemos hacerlo por la mañana, durante al menos 15 minutos, deshaciendo las camas y separando todas las almohadas. Si la lluvia impide abrir las ventanas, un deshumidificador puede ayudar a deshacerse de la humedad del ambiente para evitar la proliferación de los microorganismos, aunque esto no reemplaza a la ventilación como método para eliminar sustancias químicas presentes en la estancia.

«Cuando nos levantamos, deshacemos la cama, separamos todas las partes, las ponemos encima de la silla que tengamos en la habitación o de un sofá y abrimos la ventana para que se intercambie el aire que tenemos en la habitación. Por la noche estamos produciendo mucho CO2 y también es de sentido común abrir la ventana hasta que se ventile la casa», recomienda en este sentido Vidal.

Por último, hay que tener presente que las almohadas y los colchones también necesitan ciertos cuidados: lavar la funda, aspirarlos, utilizar algún producto de limpieza en seco o darles la vuelta. «No hace falta lavar la funda del colchón con tanta frecuencia como la ropa de cama, pero sí una vez al mes, por ejemplo», considera Vidal. En cuanto a la almohada, se recomienda lavarla un par de veces al año y renovarla cada dos o tres años, o antes, en el caso de notar dolor en las cervicales.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.