Todo sobre los disruptores endocrinos: ¿dónde están?, ¿cuántas veces podemos reutilizar una botella de plástico?

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Muchos de los productos que utilizamos en nuestro día a día están hechos de plástico.
iStock

Se encuentran en productos que utilizamos en nuestro día a día, como los alimentos, los cosméticos, los textiles, los tápers o las botellas de plástico

14 oct 2024 . Actualizado a las 10:01 h.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera disruptor endocrino una sustancia exógena o mezcla que altera la función del sistema endocrino y, en consecuencia, causa efectos adversos sobre la salud de las personas. «Normalmente se encuentran en objetos cotidianos, como los plásticos, y en los pesticidas. Algunos de los principales son los bisfenoles, los ftalatos y los compuestos perfluorados», avanza Ángel Nadal, coordinador del Grupo Asesor de Expertos en Disruptores Endocrinos (EDC Advisory Group) de la Endocrine Society. 

No se conoce con exactitud cuántos existen. «Hay pocos censos de ellos. La resistencia a incorporar en las listas a compuestos con un alto valor comercial, limita la publicación de estos datos. No obstante, se reconocen cerca de 2.000 compuestos con esta actividad disruptora», asegura Nicolás Olea, coordinador del grupo de Endocrinología y Medio Ambiente (Gemaseen) de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Confirma que el proceso para que un compuesto químico alcance la consideración de disruptor es muy exigente y, además, lento. «Tarda décadas en señalar riesgo. Maniobra que favorece al productor, pero que tiene un enorme coste en salud. Por ejemplo, tardar treinta años en sacar bisfenol A del interior de las latas de conserva es una muestra del fracaso del sistema».

 

Las enfermedades que se relacionan con su exposición y momentos en los que se deben extremar precauciones

Cuando los disruptores endocrinos entran en contacto con el organismo, alteran la información que las hormonas deben transmitir entre un órgano y otro. Las investigaciones se suelen centrar en la interferencia con las hormonas sexuales femeninas (estrógenos), masculinas (andrógenos), tiroideas y el control del metabolismo. Si bien los expertos recalcan que pueden afectar a cualquier sistema hormonal. 

«Se relacionan con enfermedades que tienen que ver con la función de las hormonas, como los cánceres hormonodependientes de mama o de próstata. También con alteraciones del sistema reproductor, tanto masculino como femenino, incluyendo infertilidad», indica Nadal. Olea, concuerda: «La información sobre hormonas sexuales, sobre todo los estrógenos, es más abundante y más florida: cáncer de mama, endometriosis, pubertad precoz y otras estrógeno-dependientes dominando el panorama». Si bien, amplía: «Pero no es desdeñable el efecto sobre fertilidad de la pareja y mala calidad seminal del varón. A esto añades síndrome metabólico, obesidad, problemas tiroideos y déficit de vitamina D. Sin olvidarnos del desarrollo neuroconductual, déficit de atención e hiperactividad».

Hay momentos de mayor susceptibilidad. La exposición materno-infantil es el paradigma. «La transmisión de disruptores endocrinos de la madre al embrión o feto y la lactancia materna significan una exposición inoportuna y peligrosa. La presencia de estos en la orina de las embarazadas, la placenta, el cordón umbilical y la leche materna ha sido demostrada y perfectamente documentada. Las consecuencias de esta exposición son múltiples y van desde trastornos en el desarrollo y crecimiento hasta problemas de maduración sexual», explica Olea. 

Tipos de disruptores endocrinos y cómo evitar su exposición 

Teniendo en cuenta que se calcula que existen más de 2.000 tipos de disruptores endocrinos, enumerarlos todos es tarea casi imposible. Si bien Olea los clasifica según el orden de descubrimiento: primero fueron lo pesticidas, siguieron los componentes de los plásticos, cosméticos y textiles. «Para un ciudadano del siglo XXI, el mayor riesgo de exposición de disruptores endocrinos es la vía digestiva, a través de plásticos de envases y preparación de alimentos, residuos químicos adquiridos en la producción como pesticidas o metales pesados», explica. Le sigue la vía dérmica, con cosméticos y productos de cuidado personal; la inhalatoria, con contaminantes, polvo en el hogar y en el trabajo; y la parenteral: tratamientos médicos soportados por el plástico de un solo uso. 

Por su parte, Nadal remarca que se pueden llevar a cabo medidas a nivel individual, «pero esto es un problema global de contaminación química y por lo tanto, necesita soluciones más amplias». La más clara es reducir nuestro consumo. «Pero es difícil de aceptar en una sociedad que llama a los ciudadanos consumidores», opina Olea. 

Botellas de plástico

Una práctica habitual y que los profesionales desaconsejan encarecidamente es reutilizar botellas de plástico. «Y todo plástico contiene ftalatos y bisfenoles, y cualquiera va a tener compuestos químicos que van a migrar al contenido. Por eso se aconseja no rellenarlas», expresa Nadal. Cuanto más viejo y usado es el plástico, más contaminantes libera. «Por ejemplo, la presencia del tóxico antimonio en las botellas de PET aumenta claramente con el calor y el uso».

Los diferentes tipos de plástico se identifican con un número que va del 1 al 7 y que está situado en el propio envase. El utilizado en los botellines a día de hoy es el 1, que corresponde al PET: tereftalato de polietileno. Se utiliza este después de una serie de prohibiciones que se llevaron a cabo por parte de diferentes instituciones. Por un lado, en el 2018, el Parlamento Europeo impulsó la prohibición de bisfenol A en las botellas y envases que contengan alimentos para bebés y niños menores de tres años. Pero además, en el 2022, la nueva ley de residuos española extendía la prohibición de uso de esta sustancia (al igual que los ftalatos) a todos los envases de plástico. 

No obstante, el PET no es muy resistente y se puede deteriorar con el uso. Así, las grietas que se forman en el plástico, junto con la humedad y el posible calor al que pueden llegar a estar expuestas las botellas de plástico, son factores que pueden contribuir a la proliferación de bacterias. 

Entre las alternativas, las botellas de metal o de cristal. «Y se pueden rellenar con el agua del grifo, que es buena», remarca Nadal. «Lo ideal es una de cristal con su tapón incorporado para mantener fresca tu agua de grifo en el frigorífico y optar por una de acero como cantimplora», aconseja Olea. 

Táper de plástico

En el caso de los tápers de plástico, «si se meten en el microondas, el calor acelera la migración de compuestos químicos al contenido; en este caso, la comida», señala Nadal. La creencia popular pone el foco en las ondas que produce este pequeño electrodoméstico, si bien el experto remarca que «no tienen nada que ver». 

«Calentar un táper de plástico, claramente contribuye a la exposición familiar a microplásticos y sus componentes, como monómeros y aditivos, algunos de los cuales son disruptores endocrinos. Tampoco se recomienda introducirlos en el lavavajillas. Los hay de vidrio con idéntica utilidad, pero libres de contaminantes», comenta Olea. 

Los alimentos y «la orgía del plástico»

«Se debe disminuir todo lo que podamos aquellos alimentos que están en contacto con el plástico. Si es que podemos, porque no es una tarea sencilla», sostiene Nadal. A día de hoy, en cualquier supermercado, encontrar productos que no estén envueltos en él no es nada fácil.

«Lo más recomendable es no participar en la orgía del plástico, evitando los súper empaquetados y los materiales de usar y tirar», concuerda Olea. Así, lo ideal es optar por productos de cercanía, de temporada, no ultraprocesados y ecológicos. «Cabe recordar que saludable y sostenible suelen ir de la mano», añade el miembro de la SEEN. 

Cosméticos

«Nos aplicamos muchísimos cosméticos», lamenta el miembro de la Endocrine Society. Regular la exposición a estos, una vez más, resulta complicado. Olea recomienda buscar líneas de cosméticos y productos de cuidado personal sencillas, certificadas y evitando los 300 componentes al día. «En España utilizamos una media de 14 productos de este tipo al día, y estos suelen tener una media de 35 componentes, cada uno», asegura.

Textiles

«Recordemos que vamos vestidos de plástico», afirma Olea. De esta forma, es mejor optar por prendas confeccionadas con algodón. «Tanto por una cuestión de exposición a disruptores, como por el impacto medioambiental», añade Nadal. Así, ambos apuestan por alargar la vida de las prensas y disminuir las compras de ropa, en contra del fast fashion. 

Polvo de casa: rico en microplásticos y disruptores endocrinos 

«La contaminación interior de tu hogar o tu trabajo no tiene nada que ver con la que conociste en los sesenta del siglo pasado. Ahora dominan los derivados del petróleo en ambientadores, cosméticos, barnices, materiales sintéticos, textiles y plásticos» alerta el endocrinólogo de la SEEN. Por eso recomienda airear la casa a diario, al igual que limpiar el polvo que se acumula. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.