Hace una década la cima lucense maravillaba por su dureza y la belleza del paisaje
06 sep 2021 . Actualizado a las 00:27 h.El 2 de septiembre del 2011 se dio a conocer al mundo un puerto que se ha convertido en un mito entre los aficionados del ciclismo: Ancares. La fama de esta cima, que tiene la particularidad de ser un paso de montaña, lo que le asemeja a los grandes puertos del Tour y del Giro, se ha labrado a pesar de que solo se ha subido en tres ocasiones en La Vuelta, y una de ellas por su vertiente más dura, Pan do Zarco, el Mortirolo español.
El interés por este puerto, hasta los 1.669 metros de altitud, lo pusieron en el foco del director general de La Vuelta, Javier Guillén, y de su por entonces director técnico, Abraham Olano, varios centenares de aficionados que a través foros ciclistas y con dosieres de altimetrías recomendaban para que algún día se subiese. Finalmente el 2 de septiembre del 2011 se hizo «una primera aproximación», como explicó Guillén, para al año siguiente ser final de etapa (victoria de Purito Rodríguez) y dos años después subirse por Pan do Zarco (victoria de Alberto Contador). Pero desde aquel 2014 nunca más La Vuelta ha regresado. Y tampoco lo hará en el 2022 como ya anunció el propio Guillén.
«El histórico puerto de Ancares, limítrofe entre León y Lugo, es una de las llegadas que más espectáculo ha dado en La Vuelta», así se explica en el Libro de Ruta de este año que ha elaborado propia organización de la carrera. Entonces, si a nivel deportivo fue un éxito y como espectáculo y difusión de la prueba y de la comarca, por qué no se ha vuelto a usar esta cima en la carrera?
El propio Libro de Ruta da una pista. Y es que el Puerto de Ancares separa las provincias de Lugo y de León. En el 2014, en el podio del final de la etapa las autoridades locales que entregaron premios fueron del Ayuntamiento de Candín. El alcalde de Navia de Suarna, José Fernández, participó de la fiesta de aquel día, pero desde el ámbito privado, en las brañas de Pan do Zarco, viendo pasar a los ciclistas.
La disputa sobre quién tiene la jurisdicción en el puerto de Ancares viene desde hace décadas pero el Instituto Geográfico Nacional lo aclaró a mediados de la pasada década y certificó que el puerto pertenecía a la provincia de Lugo, dándose de esta manera la circunstancia de que la carretera desde la Cruz de la Cespedosa (el cruce para ir a Suárbol y Piornedo, Pan do Zarco o Balouta) es propiedad de la Diputación de León. Nadie se ha atrevido a decirlo de manera oficial: aunque a nivel legal la cima es gallega, la organización de cualquier evento va a tener problemas sobre de quién va a depender la logística y, sobre todo, quién puede financiar una prueba deportiva en su alto: ¿La Xunta o la Junta? ¿La Diputación de Lugo o la de León? ¿Navia o Candín?
Lo que sí es innegable es que la huella que dejaron aquellos tres pasos por Ancares aún siguen en la memoria de los aficionados y supuso un impulso económico para la comarca ya que el conocimiento de las dos vertientes de Ancares se incrementó: «Agora fálase máis de Ancares que hai uns anos e ven xente ao noso concello que doutra maneira nunca viría», reflexionaba hace años el regidor de Navia.
La señal de La Vuelta llega a 190 países, con gran seguimiento en las televisiones de centro y norte de Europa. La lucha entre Contador y Froome en el 2014 tuvo una audiencia en TVE de 2,3 millones de espectadores (18,7 %) con un minuto de oro de 3,1 millones. El incremento de cicloturistas ha sido notable desde que La Vuelta se interesó por la comarca. La propia Diputación de Lugo, con el apoyo de un grupo de cicloturistas, promovió la web https://montanadelugociclista.es/ y colocó paneles informativos y señales por las diferentes cimas de la comarca para ayudar a los aficionados al ciclismo y a los turistas.
Mientras la carrera no regrese al puerto de Ancares queda para el recuerdo lo que supuso hace diez años su estelar aparición pública. En la crónica de La Voz del día anterior, publicada por Mariluz Ferreiro, ya se titulaba: «La ronda española descubre hoy Os Ancares». Aquella etapa unía Sarria con Ponferrada, por lo que el puerto queda lejos de la meta. El primer ciclista que pasó por la cima fue Dani Moreno y el ganador de aquella jornada, el suizo Michael Albasini.
En varios reportajes posteriores a aquella primera toma de contacto que publicó La Voz, con la firma de Fernanda Follana, se dejaba patente el éxito que supuso, con integrantes de la caravana ciclista asombrados por la belleza del paisaje y preguntando si había hoteles para regresar con sus familias. La crónica del 6 de septiembre de Follana se titulaba: «Os Ancares, el ciclismo internacional descubre un filón».
Se recordaba las palabras del periodista de TVE Carlos de Andrés: «Esta etapa se merece repetirla y cuantas veces más, mejor». Pedro Delgado destacaba en la retransmisión que la habían comenzado una hora antes de lo previsto precisamente para mostrar al público la subida. Y las crónicas del diario Marca fueron tajantes: «Una etapa de verdad, en un ciclismo de antaño».
Y es que aunque a nivel de la general aquella jornada no supuso cambios, sí se descubrió que el puerto de Ancares era una subida que nada tenía que envidiar a las míticas del Tour y el Giro. Fue tal la repercusión tras ser final de etapa en el 2012 y 2014 que este puerto se incluyó en el libro Ascensiones secretas. 50 nuevos puertos que deberías descubrir, del periodista Daniel Friebe y el fotógrafo Pete Goding. Incluía un texto de Carlos Sastre que afirmaba que es el puerto más duro que se puede subir en España. Y más, destacaba el libro, si el puerto de Ancares se enlaza con los de Folgueira de Airas o Pelliceira, consiguiendo un efecto similar a la unión del Telègraphe y Galibier, con más de 30 kilómetros.
Pero aquel bum mediático se ha quedado en el recuerdo. Y a pesar de los continuos rumores de que regresaría La Vuelta (se llegó a pensar para este 2021), la realidad es que en el 2022 tampoco habrá etapa en Ancares, y mientras siga sin definirse la propiedad, por aquello de no molestar al vecino, va a ser complicado que sea final de etapa. Otra cuestión es que cumpla un cometido que lo hace casi único en el ciclismo español: como puerto de paso hacia otra cima.