María y Suso, la demostración de que es posible la calidad de vida en el rural
PALAS DE REI
La pareja partió de cero y levantó un local que es todo un referente en hostelería de calidad
11 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.«Queríamos vivir en el campo con nuestros bichos y nuestra huerta. Éramos jóvenes, estábamos enamorados y queríamos emprender una empresa y una vida en común», dice María Varela para remontarse al año 1993 cuando con su marido, Suso Santiso, decidieron abrir en Pidre (Palas de Rei) la casa rural A Parada das Bestas.
La llamada Casa Vilasante, antiguo domicilio de una costurera y que también sirvió de escuela que hacía ajuares para las mejores familias de la zona, fue el lugar que eligieron. Los dos primeros años se dedicaron únicamente a organizar rutas a caballo. «Era estacional y queríamos trabajar todo el año, por lo que pensamos en abrir el restaurante», dice María Varela.
La carencia de experiencia y avales hizo que la administración rechazara varias veces sus solicitudes de subvenciones. «Al final insistimos tanto que les convencimos de que nuestro proyecto podía funcionar y nos dieron la ayuda para rehabilitar la casa y la finca. Pusimos como aval diez caballos y un Ford Fiesta», dice María sin ocultar una gran sonrisa recordando aquel momento.
En 1995 se pusieron a funcionar como restaurante y afrontaron el primer gran dilema, el reparto de tareas. «Ninguno teníamos ni idea de nada en hostelería, así que sorteamos quien se encargaba de la cocina y quien de la sala», explicó María Varela.
Comienzo complicado
Los primeros pasos fueron complicados y María Varela reconoce que no olvidará nunca la comprensión y fidelidad de sus primeros clientes. «Hacíamos lo que podíamos, pero éramos un desastre. La gente nos ayudó y apoyó desde el primer momento y poco a poco nos adaptamos a la situación, después, insisto, de que nuestros clientes nos dieran mil oportunidades».
El concepto de negocio que tenían desde el primer momento es el que continúan manteniendo y una de las grandes claves de su éxito. «Tenemos una casa con una gran despensa fuera de la que nos nutrimos. Nuestros vecinos y la gente de la zona que tiene productos naturales como Milhulloa, Granxa Maruxa, Arqueixal o Pazo Vilane, son nuestros proveedores, así como la huerta de la propia casa», explica María Varela.
Dos décadas después de abrir las puertas de A Parada das Bestas, María dice que se cumplieron con creces todos sus sueños, aunque reconoce que «nunca llegué a pensar que a estas alturas seguiría cocinando. Siempre imaginé que en el momento en que el negocio funcionara, me convertiría en una encargada o algo similar, pero nunca que seguiría entre fogones».
La filosofía del local es simple. «Es una casa de aldea en la que, como siempre pasó en Galicia y espero que siga ocurriendo, todo gira alrededor de la cocina y todo lo que pasa ocurre detrás de los fogones», expresó María.
A la hora de escoger un plato asegura que «cualquiera que cuente en su elaboración con queso de A Ulloa», para concluir que «para nosotros lo más importante es que somos padres y que el futuro de nuestros hijos está aquí. En resumen, que sabíamos que se podía vivir en el rural y que hemos conseguido demostrarlo. Eso para nosotros es muy importante y una filosofía de vida», concluyó con emoción María Varela.
a parada das bestas de palas de rei cumple veinte años
El aval para lograr la subvención inicial fueron diez caballos y un coche Ford Fiesta
Echaron a suertes quien se encargaba de la cocina y quien de la sala
Comenzaron con rutas a caballo antes de decidirse a dar comidas y habitaciones
Referencia de los fogones gallegos
María Varela reconoce que no sabía cocinar más que «la típica pasta de estudiantes» cuando abrió el negocio. Hoy, tras escuchar primero los consejos de su abuela y de su madre y hacer varios cursos que la convirtieron en una de las referencias de la cocina en Galicia, afirma con rotundidad que «no concibo la vida sin la cocina». En lo que compete al futuro, asegura que «soy optimista, ya que percibo en la gente que no se limita a sentarse en un restaurante y comer lo que le ponen para decidir si está bueno o no. Cada vez se preocupan más por saber de donde proceden las cosas y optan de manera mayoritaria por los productos naturales. foto marcos míguez
La visita de Gwyneth Paltrow y el Xacobeo de 1999 fueron decisivos
«En un lugar en medio de la nada», escribió literalmente la actriz Gwyneth Paltrow para referirse a A Parada das Bestas como un paraíso gastronómico y de paz. Su estancia en la casa y la posterior publicación en un libro de lo que había sentido en Pidre supuso un espaldarazo para el establecimiento palense. «Poco después supimos que el nieto de la costurera que era la dueña original de la casa vio la publicación en Estados Unidos y no pudo contener las lágrimas», dijo María Varela, al mismo tiempo que reconoció el impulso que supuso para su negocio la visita de la actriz.
Otro punto de inflexión que recuerda especialmente María Varela fue el año Xacobeo de 1999. «Nos visitó mucha gente ávida de experiencias, en este caso culinarias y fue algo que en primer lugar nos confirmó que estábamos en el buen camino y nos empujó un poco más a seguir en la misma línea. Fue un momento clave en nuestro desarrollo».