Los propietarios de una ganadería de la provincia de Lugo deciden no vender la lana este año por el bajo precio
14 abr 2023 . Actualizado a las 14:05 h.Un total de 260 ovejas de la ganadería La Cabreta, situada en el concello de Pol, pasaron ayer por una sesión intensiva de peluquería bajo las manos de una cuadrilla del equipo de Rapadores de la Montaña Lucense. Esquilaron los 260 animales en aproximadamente cinco horas, y lo hicieron en un entorno idílico. Nada de cuadras ni de espacios cerrados. Los trabajos fueron al aire libre, en una zona habilitada con un cierre de madera, en plena naturaleza. «Una oveja nos lleva sobre un minuto y medio, aunque depende del tamaño, del tipo de lana y de otros factores», comentaban ayer los cuatro jóvenes que se encargaron de poner a punto en época estival a estos animales.
La cuadrilla que acudió a la zona está formada por dos esquiladores y dos cogedores. Uno de los esquiladores es Atilano Borrás, que con más de 25 años de experiencia, explica que a lo largo del día de ayer, él y sus compañeros esquilaron un total de 400 ovejas en cuatro sitios distintos. El otro es Rubén Navarro, que llegó desde el norte de Aragón para trabajar por primera vez en la provincia. «Vamos por lotes, primero se cogen los animales, luego se llevan al tablero, y entonces nos ponemos a esquilar», comenta el profesional, que también explica que en Galicia hay mucha diversidad de razas, lo que «ayuda a ganar agilidad como esquilador». Rubén aprendió a trabajar en su zona e hizo algún curso. Después, fueron sus compañeros de cuadrilla los que le enseñaron. «A esquilar aprendes viajando, no haciéndolo siempre con la misma oveja», explica. Él trabajará en Galicia durante 15 días aunque, generalmente, se traslada a sus lugares de trabajo durante al menos cuatro o cinco meses.
Para esquilar hace falta maña, pero también fuerza y, sobre todo, mucha técnica. «Si no tienes técnica, te ves obligado a usar más la fuerza, y eso el cuerpo lo paga», comenta este aragonés.
Preparativos previos
La explotación La Cabreta pertenece a Joan Alibés y a Ermitas Rodríguez, un matrimonio de ingenieros agrónomos afincado en Meira desde hace ya algunos años. Fueron ellos los que se encargaron de los preparativos previos al día de esquilar. Se centraron en poner a punto los lotes de ovejas en lugares de pastoreo cercanos a la finca en la que se llevó a cabo la sesión de peluquería, prepararon el grupo electrógeno, la comida para el picnic y los big bags, como llaman a los sacos en los que meten la lana resultante de los trabajos.
Los esquiladores, por su parte, se encargaron de poner rapadoras, peines y cuchillas a punto. Y todo lo trasladaron en una furgoneta con la que se desplazan por toda Galicia aunque, algunos de ellos, también viajan a otros países para desempeñar este trabajo.
Pero Joan y Ermitas tuvieron buenos ayudantes para esto del esquilado. Su hijo Marc, de 11 años, fue el encargado de mover las ovejas de pasto, es decir, de llevarlas hasta su sitio una vez estaban esquiladas. Además, los conocimientos que tiene sobre este tema le permiten explicar a fondo los trabajos. «Parece que hace mal día, pero en realidad, es uno perfecto para esquilar, porque ni hace sol ni llueve», comentaba Marc, que también explicaba que a media mañana ya habían esquilado a las ovejas más difíciles, «que son los machos». Antón, el mediano de tres hermanos y de nueve años, se encargó de recoger la lana sobrante y de depositarla en los sacos.
El precio de la lana
De las ovejas esquiladas se extrae buena cantidad de lana que, en tiempos buenos, se pagó con hasta un euro por la resultante de cada animal. Este año, el precio oscila entre los cero y diez céntimos, por lo que Ermitas y Joan han decidido guardar la lana para venderla el año que viene.