La fabricación por adición planta cara a las técnicas tradicionales de construcción con viviendas de bajo coste que se levantan en tan solo 24 horas
27 may 2018 . Actualizado a las 05:13 h.Sí, se imprimirán. No todas, pero seguramente muchas; puede que incluso la mayoría. Y, contra todos los pronósticos de quienes sin entusiasmo recelan de sus garantías, la impresión 3D tiene para el sector de la construcción grandes planes de futuro: desde proyectos sociales con edificaciones más precarias pero totalmente acondicionadas, hasta chalés de lujo. «Al fin y al cabo, lo que imprime la máquina es la estructura de hormigón, o de otro material. La condición de casa baja, media o exclusiva se la dan los acabados que elija el que va a vivir en ella». Habla Vicente Ramírez, director ejecutivo de Be More 3D, una startup valenciana que acaba de imprimir la primera casa en tres dimensiones de España -la segunda de Europa-, una construcción de 24 metros cuadrados que se levantó el pasado marzo, en un solar vacío junto a la Facultad de Bellas Artes de la Universitat Politécnica de Valencia, en tan solo 14 horas. «Podría haberse hecho incluso en ocho, porque la máquina estaba al 50 % de rendimiento», apunta Ramírez.
Fue esta solo una demostración de fuerza, un piloto de siete chalés que se plantarán en una pedanía de Cuenca para repoblar la Alcarria y que, en un inteligente golpe de efecto, serán ocupados por los concursantes de un reality show. Esta ecoaldea sostenible dará fe, eso sí, del enorme potencial del método de fabricación por adición, toda una oportunidad para poner en marcha proyectos sociales, abaratar partidas de viviendas de protección oficial o llevar a cabo labores de recuperación de zonas devastadas, reemplazando las tiendas de campaña temporales, que suelen acabar convertidas en refugios permanentes, por estructuras de hormigón.
Será solo la punta del iceberg. El valenciano, confiado, sube la apuesta: asegura que, ahora mismo, él y su equipo son capaces de construir la estructura de una vivienda de 70 metros cuadrados en 15 horas. En un solo día. El precio final, el del inmueble listo para entrar a vivir, con acabados e instalaciones, rondaría los 50.000 euros. Se ahorra en tiempo y se ahorra en costes -supone una rebaja del 35 % del coste final-. Pero... ¿Y las calidades? ¿Y el empleo que destruirán?
ALTA RESISTENCIA
«La calidad del hormigón que nosotros utilizamos es excelente, es de alta resistencia, los muros son capaces de soportar mucha carga -señala Ramírez-, pero lo que tiene que quedar claro es que solo hacemos la estructura; luego el cliente puede revestirla con los materiales que él quiera, escoger una fachada ventilada, poner acabados de cerámica, de piedra... Y es ahí donde estará la calidad final de la vivienda». ¿Puede soportar este armazón varios pisos? «En estos momentos estamos trabajando en otra máquina que podrá imprimir ya varias plantas», avanza.
Con esta técnica, insisten desde Be More 3D, lo que se consigue es dar acceso a un hogar a todas aquellas personas que de otra forma no pueden contar con una vivienda digna. Y, además, aunque la tecnología base su diferenciación en la eliminación del factor trabajo, los valencianos aseguran que no solo se mantendrá el empleo, sino que se generará más todavía. «No lo destruimos -argumentan-, porque, en primer lugar, el sector de la construcción, que lleva años parado, volverá a agilizarse, a ponerse en marcha. Habrá quien con estos precios se anime a comprar vivienda y necesitará a profesionales que terminen de acabar sus casas». Y su máquina -porque ha sido construida por ellos mismos- no hace magia: «Las instalaciones se seguirán haciendo como se han hecho toda la vida». El cableado eléctrico, la red de fontanería.
Hay más. Porque este tipo de inmensos aparatos que escupen capas y capas superpuestas de cemento no tienen por qué utilizarse solamente para ejecutar el esqueleto de un chalé -o un bungaló o un complejo hotelero-. Pueden convertirse en un práctico instrumento para elaborar todo tipo de elementos complementarios de la construcción: arquetas a medida, piezas de fachadas, elementos decorativos. «No habrá obra que no cuente con una impresora 3D», augura, convencido, Ramírez.
Ellos han metido ya la quinta marcha. Y eso que comenzaron hace solo tres años imprimiendo pequeños llaveros. Ahora solo miran al futuro, que casi tocan con la punta de los dedos. Actualmente mantienen un acuerdo con Cemex, su proveedor de hormigón, y conversaciones con el Gobierno de Bolivia para participar en un proyecto de reconstrucción de una zona de casas de adobe despoblada.
Durante el próximo año, estiman, levantarán unas 20 casas a golpe de impresión 3D. A partir de las diez ya conseguirán beneficios.
ILUSTRACIÓN: MABEL RODRÍGUEZ
Una empresa valenciana vende por 50.000 euros casas que se imprimen en solo 15 horas