
El modelo de la marca del óvalo, que recupera además el nombre de un mítico cupé que atraía miradas en los 70 y 80 es criticado por su falta de personalidad. Se convierte en un SUV eléctrico muy semejante en su diseño al que vende Polestar, cuyo CEO se muestra indignado por el parecido
12 jul 2024 . Actualizado a las 11:31 h.Cuando nació a finales de los 60, el Ford Capri quería ser el Ford Mustang europeo. Si bien el icónico muscle car americano con sus gigantescos motores era impensable en el viejo continente, la marca del óvalo apostó por sacar al mercado un cupé que como aquel fuera capaz de atraer miradas aunque solo algunas versiones montaran tragones motores V6 o turbo. Desde su salida al mercado, en 1968, y hasta el cese de su producción, en 1987, Ford Europa alumbró tres generaciones de este modelo, que vendió en el continente 1,9 millones de unidades. Era una de las mejores opciones para aquellos conductores que buscaban un deportivo para el día a día con un diseño atractivo. El complemento para irse a la disco con chupa de cuero y melena al viento por la ventanilla.

El nuevo Capri pierde la esencia
La marca americana ha querido recuperar ese mítico nombre en un modelo que está a punto de lanzar al mercado. Pero el nuevo Capri ya no es un Capri. Ni es cupé, ni tiene motores gasolina de cierta potencia. Es un SUV eléctrico más, que solo en el pilar C de su carrocería, el que une la parte final del habitáculo con el maletero, puede recordar mínimamente por la caída inclinada del techo al original. La táctica de Ford es arriesgada, pero similar a la que ya practicó con el Mustang Mach-E, que de Mustang solo tiene el nombre al tratarse también de otro eléctrico en formato suv-ebordillos de ciudad.

Está claro que la tendencia del mercado es la que es y que son los diseños que triunfan, pero las críticas se multiplican especialmente en estos dos casos, con el Mustang y el Capri, porque no conservan absolutamente nada de los modelos originales. En la gama de Ford pretende ser la opción deportiva al Explorer, otro modelo que lleva años en el mercado que se reconvierte en SUV eléctrico. Aunque en ese caso se ha respetado en mayor medida el espíritu del original con un diseño de 4x4 clásico.
El nuevo Capri no es además un desarrollo propio al completo, sino que toma su plataforma de base del Grupo Volkswagen, con los modelos alemanes ID.4 e ID.5 como hermanos gemelos. Quizás la elección del nombre haya sido un intento por diferenciarlo pero es que las formas escogidas para su carrocería también están siendo señaladas en medios de motor especializados y en las redes sociales por su falta de originalidad. En la vista lateral y trasera es muy semejante al del Polestar 2, otro SUV de la divisón de coches eléctricos del fabricante sueco participado por china Geely, Volvo. El CEO de la marca, Thomas Ingenleath, criticó esta cuestión a través de su perfil de Instagram como recoge InsideEVS.
Las semejanzas van más allá, con unas dimensiones casi calcadas entre ambos. El Ford es, eso sí, algo más grande, con cinco centímetros más de largo y diez de alto. Mide 4,63 metros de longitud con un ancho de 1,94 y una altitud de 1,62. Contará con dos versiones, de 282 y 335 caballos. Su autonomía eléctrica será de unos 550 kilómetros.

Un nuevo vehículo que confirma la paulatina desaparición de sedanes y coches bajos de proporciones contenidas en favor de los más grandes SUVs y crossovers que mezclan en su carrocería el estilo todocamino con reminiscencias cupé. Sin la presencia en la gama de motores de combustión.