Cuando el PNV hace política pequeña

| MARÍA ANTONIA IGLESIAS |

OPINIÓN

12 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

NO ESTUVO el PNV. La ausencia de los concejales nacionalistas del ayuntamiento de Adoain, en el homenaje a Joseba Pagaza, fue lo más destacado y destacable del acto. Y no porque la ausencia de los nacionalistas no se pudiera explicar, sino porque era inexplicable para el común de los ciudadanos de a pie, que vieron cómo las expectativas creadas por el nuevo presidente del PNV, Josu Jon Imaz, se desmoronaban como un globo pinchado... ¿Dónde estaba ese escudo protector que, según Imaz, iban a construir todos los vascos en torno a las víctimas del terror? ¿Dónde esa Euskadi de todos que se propone construir el sucesor del demonizado Arzalluz? Éstas, y no otras, han sido las preguntas que mucha gente de buena fe, que no comparte la política de tierra quemada que Aznar ha impuesto contra el PNV, se han hecho. Porque aquel acto era de reparación y reconocimiento al dolor de una familia que, por encima de adscripciones ideológicas bien conocidas, había que situar al margen de la polémica, del dilema perverso en el que se encuentra inmerso el PNV y su nuevo presidente. No hay motivos para dudar de que a Imaz le hubiera gustado que el acto de Andoain hubiera tenido otro desenlace. En primer lugar para evitarse esa insostenible situación en la que ahora se encuentra, rehén de sus propias palabras y promesas que no ha cumplido, en cuanto ha tenido la primera ocasión. Y, en segundo lugar, en política todo cuenta, porque la ausencia de los concejales del PNV en Andoain ha venido a ser un regalo electoral para el PP, que se ha llenado de razón en su envenenado argumentario contra los nacionalistas a los que -como hace ¡hasta con Zapatero!- no combaten desde la política, sino desde la utilización de un material tan sensible como es el dolor de las víctimas del terrorismo... Y poco importa que el PNV estuviera cargado de razones que pudieran explicar, que no justificar, su ausencia: la imposición de un texto cerrado que venía a suponer una autoinculpación respecto al terrorismo, el asilamiento y el hastío que sufre el portavoz del PNV Mikel Arregui, reiteradamente amenazado por ETA, que el microclima creado por el PP en Andoain haga imposible cualquier acercamiento de los nacionalistas como no sea en clave de rendición política, sin condiciones... Todo esto es letra pequeña frente al error que no ha sabido buscar una fórmula para que el PNV estuviera en el homenaje a Pagaza. Como lo estuvo en su día el propio Imaz cuando Pagaza fue asesinado. Ya entonces, y desde mucho, reconoce en privado que «todos hemos cometido pecados», sobre todo de omisión, en cuanto a la solidaridad con las víctimas del terror. Por eso, y por la imposible situación en que se ha colocado, el nuevo presidente del PNV no debería caer en las trampas de la política pequeña.