Las palabras marcan la diferencia. No dar un palo al agua tiene un significado. Que algo te dé palo, otro. Y dar el palo quiere decir, coloquialmente (según la RAE), atracar o robar. Por eso suenan extrañas las palabras del portavoz de Vox en Ourense, sobre las posibilidades de su partido en las elecciones del 26M en la comunidad. La organización ultra quiere «dar un palo grande en Galicia en las municipales» y promete presentar candidaturas en todas las ciudades y en algunas villas medianas. Así como suena.
Evocar algo negativo es una forma curiosa de decir que vas a provocar un terremoto político en las estancadas aguas del centro derecho galaico. Y generó ciertas reacciones en las redes sociales. Algunas entusiastas, provenientes de esa supuesta y no detectada gran bolsa de votantes que espera como agua de mayo al partido de Abascal. Otras, escépticas y desdeñosas, sostienen que el noroeste no es territorio alfombrado para estas aventuras y esgrimen la figura de Feijoo como gran dique en el centro derecha ante el contagioso virus populista. Y recuerdan que también en su día Ciudadanos soñó con triunfar a este lado del Telón de Grelos. Aquella burbuja ni siquiera llegó a hinchar. Veremos que pasa con la de Vox. Ellos se consideran «imparables», capaces de «dar el palo». ¿Y si se llevan un palo? Galicia siempre fue, para bien y para mal, sitio distinto.