Como hace dos décadas, ayer se celebró el Día Mundial contra el Cáncer. Una fecha que debe ser señalada no solo para pacientes y oncólogos, sino para toda la sociedad, entidades y Gobiernos. La sensación que tengo es que en España la sociedad todavía no está concienciada de que el cáncer es el principal problema de salud. Esto no ocurre en otros países más concienciados, como Dinamarca, y provoca que los gobiernos y partidos no centren sus esfuerzos en esta enfermedad. Con motivo de esta última temporada de elecciones no pude sino fijarme en que el cáncer no formaba parte de las prioridades dentro de los programas electorales de la mayoría de los partidos, lo contrario que la nueva presidenta de la Comunidad Europea que lo señala como un objetivo prioritario. Y no pude evitar pensar en que todo ese esfuerzo de gestores, investigadores, médicos, enfermeras, oncólogos y pacientes no es suficiente sin el apoyo de nuestros mandatarios.
Y es que el paradigma del cáncer está cambiando mucho en estos últimos años: nuevos tratamientos como la inmunoterapia están logrando la cronificación de muchos tipos de cáncer. Es más, la inmunoterapia ya está curando un porcentaje muy elevado de tumores como el melanoma y, en menos medida, otros muchos tumores; pero hay que cambiar las estructuras sanitarias para poder abordar y atacar el cáncer con estos nuevos tratamientos de manera eficaz. El cáncer es ya una enfermedad crónica y tenemos que dotar a los hospitales desde los medios necesarios para un trabajo en red, una investigación clínica y traslacional, a programas de cribado y de diagnósticos por la vía rápida. Por ejemplo, si un médico tiene sospechas de que un paciente padece de cáncer de pulmón, en 30 días debería estar con el diagnóstico y el primer tratamiento encima de la mesa. Y para eso necesitamos un plan nacional, e inversión en estructuras y métodos diagnósticos y quirúrgicos modernos, radioterapéuticos y farmacológicos.
Por ello, hay que buscar sistemas de acceso rápido a las nuevas moléculas, financiándolas de una forma diferenciada e innovadora. Las nuevas moléculas y sobre todo las combinaciones tardan muchísimo tiempo en ser utilizadas en la mayoría de los pacientes, incluso siendo tratamientos curativos. Por ello, debemos buscar vías diferentes tanto en financiación como en acceso. Las vías clásicas ya no funcionan en una etapa en la que el cáncer, por fin, empieza a curarse, y nuestra sociedad tiene que estar a la vanguardia.