Lo de ser rotulista no es una profesión cualquiera, tiene su intríngulis, su riesgo, su humor y su despido cuando te pasas de la raya. Lo hemos visto esta semana, por el caso de la infanta Leonor, «que se va de España, como su abuelo». Y es cierto que una no deja de entender que en ese venirse arriba, su autor quiso emular el ingenio de los guionistas de Cachitos. De ellos hemos aprendido todo. Esos sí que son capaces de poner sin ningún complejo, y esto es verdad, «Froilán, el musical» para presentar el tema Cayetano, de Carolina Durante. O «Este año en La Zarzuela ha sonado más la de ‘Se fue’». Claro que como estos días estamos sensibles a la libertad de expresión, no quiero salirme mucho del tiesto, pero no me digan que no es para hacerle rótulos de Cachitos a Pablo Iglesias todas las semanas. Esta, yo le pondría, por ejemplo, «vicepresidente de la dictadura», porque en esa no democracia suya, le va que ni pintao el puesto. Los que también tienen un rotulito son los independentistas catalanes, que se comprometen por escrito a no pactar con el PSC. «Una maravIlla», estos politicazos que antes de empezar el partido en el patio del colegio ya no comparten la pelota, en esa «política de bullying» que se lleva. Ay, también se merece un buen rótulo el nuevo consejo del Deportivo, «Están fuera de juego», pero vamos a darles una oportunidad por lo que pueda pasar, que será por prórrogas y tiempo de descuento. Este país de Cachitos siempre nos dará para más.