El pasado 15 de mayo participé en el palacio de Miramar de Donostia en un encuentro organizado por el Foro Social, para seguir impulsando una experiencia que titulamos: Acuerdo Social por la Convivencia Democrática. Tres palabras de alto contenido ideológico: acuerdo, convivencia y democrática, que resumen de alguna manera el trabajo que llevamos realizando desde hace diez años.
Catalunya necesita, como hicimos aquí en su día, crear condiciones para mejorar esa convivencia democrática. Más una idea fuerza que ya practicaron nuestros políticos de la primera Transición: que los temas de Estado necesitan para poder resolverse comportamientos de estadistas, que antepongan la estrategia a la pura táctica, el bien común al beneficio partidista.
En Catalunya necesitaríamos en estos instantes gentes en la derecha como Suárez o Fraga, y en la izquierda como Carrillo o Tierno, más en el mundo independentista a Arzalluz o Pujol.
Volviendo la vista atrás, hoy sería impensable, por ejemplo, que Casado legalizara el Partido Comunista, y también poder reeditar el acuerdo constitucional o los Pactos de la Moncloa. Tampoco poner en práctica ideas como la reconciliación.
¿Realmente es tan difícil? ¿Es hoy imposible algo que entonces sí lo fue?
La derecha debe entender que algún día deberemos coger el toro por los cuernos del problema catalán. También que Catalunya necesita de un gran acuerdo social y político por y para la convivencia democrática, en el que estén implicados las derechas y las izquierdas, los constitucionalistas y los independentistas.
El primer paso para favorecerlo puede ser la decisión del Gobierno de aplicar esos indultos para los dirigentes que llevaron a cabo el lamentable intento de declaración unilateral de independencia.
Todos los gobiernos anteriores lo han hecho. Por citar algunos, Barrionuevo, Vera, golpistas del 23-F como el general Armada, los implicados en la catástrofe del YAK-42, incluso el Tribunal Supremo recomendó indultar a Tejero.
¿Cometieron los condenados catalanes aquel mes de septiembre del 2017 irregularidades e ilegalidades? Es indudable que sí. ¿Esos actos debían tener como consecuencia sentencias tan duras? Por supuesto que no. En esto los políticos de la Transición, de derechas o de izquierdas, habrían estado de acuerdo y estos indultos no habrían tenido ninguna discusión. Pero no parece que esto vaya a pasar en esta ocasión.
Quizás si les enviamos a todas las partes en conflicto una copia de lo aprobado ese 15 de mayo en el palacio de Miramar, les podría servir. Ahí encontrarán recetas mágicas como voluntad de diálogo, imaginación creativa, respeto a la diversidad, o pluralidad, participación, consistencia del relato, disponibilidad al cambio, generosidad, consenso, síntesis, etcétera.
Con esta receta, después de los indultos se debería afrontar la posibilidad de un acuerdo fiscal, y por qué no, resolver el gran reto de poder realizar en un futuro, de manera consensuada Estado-Catalunya, una consulta sobre la autodeterminación al estilo de Escocia.
La derecha debería tener en cuenta que la mayoría de la ciudadanía catalana está en contra de la independencia, pero también que se manifiesta a favor de la consulta.
Vienen tiempos difíciles, que son para políticos valientes que sepan estar a la altura de las circunstancias, con altura de miras y que pasen a la historia por haberlo hecho.
¿El futuro pasa por una España como nación de naciones? ¿Una casa común en la que todos tengamos nuestro piso en el que nos sintamos cómodos? Quizá.