Las frases y los consejos se repiten continuamente. La Organización Mundial del Comercio analiza cinco escenarios para intentar evaluar el impacto económico y comercial del seísmo geopolítico en Europa. La directora del Fondo Monetario Internacional dice, ante la fuerte subida de los precios, que se trata de un enorme revés para la recuperación mundial y que, por vez primera en los últimos años, la inflación se ha convertido en un peligro que está presente en muchos países. Y la presidenta del Banco Central Europeo subraya el riesgo de la desaceleración económica debido a la brusca contracción en la confianza de los inversores y consumidores.
Los últimos análisis publicados en torno a la economía mundial son más bien pesimistas. Para algunos, los objetivos más inmediatos se centran en frenar la inflación y el aumento de la deuda pública y privada; para otros, es preciso combinar políticas anticrisis con el mantenimiento del gasto crítico para sentar las bases de un crecimiento duradero. Y, para unos terceros, existe una amenaza de fragmentación en bloques económicos que supone el comienzo de la des-globalización. Nadie puede subestimar dichas amenazas y peligros; porque lo que está en juego es una prosperidad colectiva, ante una ruptura de la cooperación mundial.
Los efectos se empiezan a notar. De una parte, el BCE quiere mantener una flexibilidad y un gradualismo en la actual época de incertidumbre, a partir de una rebaja progresiva de las compras de bonos y de deuda de los Estados, y de una subida paulatina de los tipos de interés acorde con la evolución de la economía. De otra parte, la fuerte inflación en la economía americana ha puesto en alerta a la Reserva Federal Americana con actuaciones más rápidas e intensas en lo tocante a los movimientos de los tipos de interés al alza y su freno en sus políticas de sostenimiento de la economía (la denominada expansión cuantitativa).
En la actualidad, el diagnóstico es evidente. Los altos precios están reduciendo la demanda y frenando la producción; generando un aumento de las desigualdades sociales. Ante estas circunstancias, las previsiones de crecimiento se recortaran enormemente y la inflación se convertirá en una auténtica losa de cara a la recuperación. ¿Qué se busca entonces? Siguiendo a Lagarde, presidenta de Banco Central Europeo, la normalización monetaria. Esto es, evitar que la presión de los precios no dependa de la evolución del conflicto. Significa, en consecuencia, reconocer que la pandemia no provocó la recesión cíclica en la medida que estamos ante una época de cambios estructurales. O sea, si equivocamos el diagnóstico, perdemos el rumbo.
En resumen, los objetivos deben estar centrados en el crecimiento y la inflación; y la guerra no debe distraer la atención.