Me ha gustado la intervención del señor Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, en la que, entre risas, ha llamado tontos a los nueve millones de familias acogidas a la tarifa eléctrica regulada durante el pasado año. Dejando al margen que un tercio de los aludidos son clientes de su empresa y que la tarifa regulada está vinculada a ciertas ventajas sociales, creo que lo novedoso de su intervención es que ha definido el nuevo concepto de «tonto eléctrico».
Veamos. La tarifa libre ha resultado más elevada que la regulada los años anteriores al 2021, por lo que antes de ese año los tontos eléctricos eran los que estaban en el mercado libre, empezando por el presidente de tan señalada compañía, cambiando su condición al año siguiente. Surge así el novedoso concepto de «tontos eléctricos discontinuos», al que accedemos sin ningún cambio de contrato.
El mercado eléctrico en España es un oligopolio en el que el 80 % de la generación de la electricidad y un 90 % de su comercialización están controlados por cinco grandes empresas. Este sistema eléctrico vulnera claramente la Directiva 2009/72/CE, por no garantizar la separación efectiva entre empresas de generación, distribución y comercialización de electricidad y por violar el artículo 56 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.
No está de más recordar las numerosas controversias recientes en que la empresa que preside este empático señor se ha visto envuelta: presuntos sobornos, manipulación del mercado, desembalse en momentos críticos, etcétera. Tampoco es baladí para entender lo que ocurre su red de relaciones con el poder económico y político, como lo atestigua la presencia de ex altos cargos en los consejos de administración del sector. Por cierto, en Iberdrola siguen Ángel Acebes e Isabel García Tejerina, por citar algunos, cuya opinión sobre estas declaraciones desconocemos. De esos polvos vienen estos lodos.
El señor Sánchez Galán no ignora la situación del mercado en España y sabe que tienen muchos clientes porque las posibilidades de elección son pocas y no por su eficiencia. Ningún directivo de una empresa seria hablaría así si el mercado fuera libre y existiera competencia real; sería destituido en diez minutos y enviado a arreglar postes de la luz a su Salamanca natal.
En fin, como tonto a tiempo parcial, que lo soy, creo que alguien debería meter en cintura a este señor, pero mientras esto llega sería oportuno vigilar a la empresa estos días previos a la entrada en vigor del nuevo sistema de funcionamiento del mercado eléctrico: no es la primera vez que estos listos nos la juegan vaciando embalses.
Ya lo dicen en el bar: «Moito lle gustan os kilovatios; algo terán».