Toda el agua contenida en la superficie de la Tierra cabe en una esfera de 1.110,73 km de diámetro aunque en su mayor parte está en los océanos. La energía fósil del sol la evapora desde el mar a la atmósfera donde se acumula, temporalmente. Un 6,04 % vuelve a la Tierra como lluvia, cayendo principalmente sobre los océanos y solo un 1,6 % sobre los continentes que, en un 0,27 %, se infiltra en la tierra como agua subterránea, un 1,65 %, cae en forma de nieve —fabricando glaciares—, un 0,019 % va a los lagos (incluidos los embalses) y un exiguo 0,0001 % va a parar a los ríos. La especie humana aprovecha la red fluvial para: beber (cultivos, animales, especie humana), limpiar, generar energía eléctrica, y ahora quiere generar hidrógeno verde. Sobre Galicia, hasta hace poco privilegiada por los ríos y la lluvia, parece haber caído una maldición. Se trata de la hipertrofia hidroeléctrica y, en menor grado, de la derivada de los embalses para riegos y consumo humano. No hay ríos en estado natural sino una red de embalses con desagüe espasmódico que trastorna a los habitantes con inundaciones o sequías inducidas, parques marisqueros arrasados por aguas dulces ácidas y ahora la (G.G. o codicia verde): hiperproducción eléctrica por bombeo que transforma los ríos en jeringas de agua intermitentes multiplicando la superficie de embalses en Galicia. La puñalada final, era crear centros de producción de hidrógeno verde en los ríos antes de que llegaran al mar. Los gestores del negocio no saben que se puede obtener hidrógeno con agua salada. Cuatro universidades —Tianjin y Nankai en China, Kent en Estados Unidos y Adelaida en Australia— han desarrollado una técnica para producir hidrógeno de forma eficiente y económica con un electrolizador comercial con agua de mar. La electrólisis directa tiene estabilidad a largo plazo y un rendimiento similar al de un electrolizador (PEM) típico operando con agua de alta pureza. Para ello se introduce una capa de ácido de Lewis (por ejemplo, óxido de cromo) sobre catalizadores de óxidos de metales de transición que dividen dinámicamente las moléculas de agua y capturan los aniones de tipo hidroxilo. Solo hace falta aplicar los fondos Next Generation a la construcción de estos electrolizadores y no torturar más la red fluvial de Galicia.