Claro que es intolerable cualquier manifestación de racismo. Pero empieza a parecer que España es el único país racista del mundo. Y la Liga, la única competición en la que se escuchan los deplorables insultos. Hasta Lula, presidente de Brasil, ha cargado contra la situación. Por desgracia, no somos la excepción. Este asunto se está yendo de las manos por el hecho de que la víctima es Vinicius, un extraordinario jugador que es también un hábil provocador. Por supuesto, que nada justifica que se le insulte. Pero él tampoco ayuda. Vini es sobre todo víctima. Sus lágrimas de impotencia en el césped de Mestalla son las lágrimas de todos nosotros. En ese momento, Vini era un niño superado, inconsolable. El Madrid tiene muchos jugadores negros, a los que no les sucede lo mismo que a él. Y aquí entra en juego el otro Vinicius, el que no mide.
La historia de Vinicius es muy antigua, como los dos lados de una moneda. Es cara y cruz. Está en la literatura. Es doctor Jekyll y mister Hyde. Un excelente futbolista, que atacado y superado por los continuos cánticos racistas, y no racistas, que recibe, opta por canalizar su rabia de la peor manera posible: echar más leña al fuego. Contra el Osasuna le sobraron las provocaciones a los jugadores rivales en las que les decía que ellos eran un equipo pequeño. En Mestalla, a pesar de la turba inmerecida y reprobable, Vinicius no debió hacer gestos a la grada recordándoles que se pueden ir a segunda división. No lo hizo una sola vez. Lo reiteró. Es un horror incivilizado que lo insulten. Los que hicieron gestos de monos en la grada de Valencia deben ser localizados e identificados por las cámaras y no pueden volver a entrar a ningún campo de fútbol. Pero en el Real Madrid alguien le debía de decir a Vinicius que tiene que abandonar el desprecio a clubes más modestos como su forma de reacción a una situación que no se merece ni él ni nadie. No es Vinicius el único que sufre insultos. Anoche se conocía una nueva canción que soportó Guardiola como entrenador del City en el partido de ida contra el Bernabéu. Un texto muy desagradable sobre su delgadez y una supuesta afición a las drogas y una falsa alusión a su condición sexual. Deplorable y tristísimo, también. Las autoridades del fútbol deben actuar ya. No pueden esperar más. O se corta de raíz o el incendio será monumental. Todos estamos con Vinicius. El Real Madrid hace bien en presentar una denuncia ante la fiscalía por delito de odio. Pero alguien, con la máxima autoridad en el club, le tiene que decir que la provocación no es el camino para terminar con los insultos. El presidente de su club, Florentino Pérez, debería hacerle reflexionar ya.