Si no fuera por las elecciones y la boda de Tamara Falcó, la programación de televisión ya estaría a estas alturas sumida en el letargo de la temporada baja. Pero estos dos acontecimientos, tan dispares como omnipresentes, mantienen a las cadenas en alerta máxima, estirando el curso más allá de lo habitual con algunos de sus formatos de primera división. El cara a cara de Sánchez y Feijoo del lunes arrasó en audiencia, pero más rendimiento habría dado esta superproducción informativa si la desidia vacacional no se hubiera interpuesto entre candidatos y espectadores.
Lo mismo les sucede a los programas de entretenimiento que siguen al minuto el principal tema de evasión del país. Que la marquesa de Griñón se casara después de alimentar durante meses la expectación fue la excusa de algunos espacios para intentar dar un golpe sobre la mesa. Y ahora Sonsoles intentó subirse a ese tren emulando el patrón de un enlace real para marcar territorio con un especial en directo en plena tarde de un sábado de julio. Todo un salto de fe el empeño descafeinado en retransmitir una boda sin imágenes, ya que estas estaban blindadas por una exclusiva millonaria. Pero Antena 3 sabe que a partir de septiembre llega un curso difícil, que Sonsoles Ónega tendrá a Ana Rosa a solo un clic de distancia y que Telecinco está aprovechando el verano para limpiar y reciclarse.