Bien saben vecinos y visitantes que Galicia es una tierra única por muchos conceptos, pero diversa por muchos otros. De ahí las dicotomías: norte-sur, este-oeste, costa-interior, rural-urbano… A veces, la dualidad conlleva rivalidad: A Coruña-Vigo, Celta-Deportivo… Más o menos la mitad de sus 1.500 kilómetros de costa son playas; varias de ellas catalogadas entre las mejores de España. Alternan con acantilados, rasas y estuarios. En cuanto a su belleza, para gustos se pintan colores: no hay dualidad norte-sur. Sin embargo, en lo que respecta a playas caninas, sí hay dicotomía Rías Altas-Rías Baixas.
Las playas caninas están reguladas por ordenanzas municipales. A playas con bañistas y socorristas no pueden llevarse perros durante el verano, ni siquiera cuando aquellos ya han abandonado la playa, a riesgo de multa. En algunas playas sin socorristas también está prohibido el acceso con perros. Tampoco deben corretear por amplios arenales, donde parece que los perros no molestan, pues pueden dañar el ecosistema, destrozando, por ejemplo, nidos de aves. En las playas autorizadas, los dueños, además de recoger los excrementos de sus perros, han de controlarlos: atados, si fuese preciso; con bozal, si son de raza peligrosa. No obstante, conviene cerciorarse de la normativa municipal y no fiarse de cualquier página web.
En las Rías Altas son playas caninas: la Punta Corveira en Barreiros, el Penoural en Burela, el tramo del Club de Remo-Náutico en Ares y el sur de A Magdalena en Cabanas. En A Coruña acaba de abrirse para uso canino durante todo el año la cala de Bens, muy deteriorada por la proximidad de la refinería. En las Rías Baixas hay el doble: sur de la playa de Areal en A Pobra do Caramiñal, O Castelete en Vilaxoán, Espiño y O Portiño junto al puerto de Pedras Negras de O Grove, A Cunchiña frente a la antigua conservera Massó en Cangas do Morrazo, tramo de Os Asteleiros en Cesantes y cala de Chapela en Redondela, Carreiro, al final de Patos, y Canto, al final de Playa América, en Nigrán. Vigo cuenta con dos playas caninas, A Foz y A Calzoa, en la misma desembocadura del Lagares, al final de la concurrida playa de Samil. Es evidente la dicotomía canina en Galicia.