Gaza: envíen tiritas y alcohol

Cristóbal Ramírez AL HILO

OPINIÓN

MOHAMMED SABER | EFE

11 oct 2023 . Actualizado a las 10:31 h.

No hay ni que repetir que el ataque de Hamás a Israel es una agresión bárbara intolerable, como lo es cualquier ataque a un país. Pero se trata también de un tremendo error de cálculo que no se debe tan solo a la lógica y humana desesperación que viven desde que nacieron miles y miles de palestinos, tan desesperados, en efecto, como lo estuvieron sus padres, masacrados y marginados.

Llevarse a varios norteamericanos por delante es llamar a las puertas del infierno suplicando que las abran, aunque lo que se va a abrir es el grifo de suministros de armamento a Tel Aviv. En el fondo, el Gobierno ultraderechista de Israel se muestra encantado con el ataque, que por supuesto va a ser controlado y reprimido a sangre y fuego, toda la sangre y todo el fuego que haga falta. Nadie habla ahora de la reforma judicial que recorta la democracia en Israel y sí de condena a un grupo terrorista que secuestra civiles y exhibe a una joven alemana como trofeo de guerra. Los miembros de Hamás son unos fanáticos que no han calculado con la cabeza el coste de su acción.

Dejando aparte la chapuza israelí de no haberse enterado de nada hasta que los muertos alfombraron las calles, la otra cara de la moneda no puede olvidarse: la situación de los palestinos resultaba ya antes de los disparos intolerable del todo. Amontonados, sin el mínimo futuro, sumidos en la pobreza más lacerante, ¿qué esperaba Israel? ¿Qué esperaba Occidente? ¿Que se murieran de inanición dando gracias? Se han levantado en armas y han dicho mejor morir de pie que vivir de rodillas. Es lógico. Lo que asombra no es eso, sino que sus dirigentes —algunos formados en Occidente— no hubieran frenado ese suicidio. Porque si piensan que Israel va a desaparecer pasado mañana es que no entienden nada. Envíenles tiritas y alcohol a los hospitales de Gaza (si es que los tienen), les van a hacer falta.