El suicidio no es una enfermedad, pero sí se relaciona con el dolor, un dolor insoportable y tramposo que solo deja ver una salida: la violencia contra sí mismo. Un método autodestructivo para resolver problemas, una solución eterna para lo que a menudo es un problema temporal. Víctor Pérez, psiquiatra: «El suicidio no es una decisión personal libre, no he conocido a nadie que se quisiera suicidar que fuera feliz».
Cada 10 de septiembre se celebra el día de prevención del suicidio, una jornada de sensibilización de este problema de salud pública, multicausal y prevenible. Este año, bajo el lema cambiar la narrativa: relevancia de la prevención del suicidio a través de los mensajes en los medios de comunicación, centrándose en la importancia de informar de manera responsable sobre suicidio.
Galicia, con Asturias, encabezan las tasas de suicidios del Estado, acercándose a la media europea; otra característica específica es nuestra forma de llevarlo a cabo. Existen además profesiones con tasas más altas: policías, agricultores, médicos… Así como minorías más afectadas debido a su vulnerabilidad: inmigrantes, presos, LGTB… Hay una especificidad que se da en la juventud: las autolesiones, método para canalizar el malestar emocional. Es importante dimensionar este problema para que la sociedad sea consciente y la Administración priorice sus objetivos. Cada año mueren 4.000 personas en España por autolisis, primera causa de muerte no natural, con más fallecidos que los accidentes de tráfico, homicidios y violencia de género juntos.
La multicausalidad de este fenómeno hace compleja pero ineludible su intervención —problemas familiares, personales, económicos, laborales, de salud—. Además, al suicidio le persigue el estigma, lo que dificulta pedir ayuda. Independientemente de la causa, siempre se da un sufrimiento psicológico insoportable y persistente, acompañado por la desesperanza y la impotencia, con una constricción mental extrema.
Para la prevención individual se consideran factores de riesgo y protección, así como estar atentos a expresiones de ideas, planes, amenazas y actos suicidas. A nivel de prevención social hay que elaborar un plan estatal de prevención, incrementar los recursos sanitarios y sociales. Iniciativas como el 024, planes autonómicos con sus equipos de prevención, van en la buena dirección, pero se necesita más: mejorar los registros, la investigación, reducir las listas y tiempos de espera, especialistas… Ejemplos civiles son Saudepol, donde los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y servicios de emergencias, con el apoyo del Parlamento de Galicia, se forman y suman fuerzas para combatir esta lacra. Otro ejemplo es cómo los representantes de los trabajadores (SUP, ViveCNP, Ángeles de Azul de Verde…) influyeron en la Policía para elaborar su plan de prevención. La Academia Gallega de Seguridad Pública también contribuye con cursos sobre salud policial. Otro ejemplo es Papageno, la asociación de profesionales de prevención del suicidio.
Teléfono de ayuda 024, palabras que salvan vidas…