La costa andaluza ha sido renombrada en diferentes ocasiones como la Florida española, basando esta idea en las similitudes, en cuanto a clima y calidad de vida, entre este Estado americano y algunas zonas del sur español.
Sin embargo, esa idea se está modificando y ahora son muchos los extranjeros que prefieren el clima templado y un tipo de vida más relajado que ofrece Galicia, frente a una cierta masificación turística del sur y un clima excesivamente cálido para muchos de estos nuevos extranjeros que deciden trasladar su residencia a nuestra comunidad.
Y resulta extraño que la tierra gallega sea ahora lugar elegido de residencia cuando, históricamente, ha sido una región de emigrantes. A partir de los años 80 del siglo XIX, y hasta los años 30 del siglo pasado, emigraron a países americanos cerca de un millón de gallegos. Son muchos los estudios que han tratado la emigración gallega y todos coinciden en destacar la intensidad de un fenómeno que alcanzó tal envergadura que aún hoy, en muchos de esos países receptores, el gentilicio gallego sirve por extensión para denominar a cualquier español.
La emigración gallega a América (1880-1930). Integración y retorno, estudio elaborado por José Ramón Campos Álvarez, de la Universidade de Vigo, recoge que «entre 1885 y 1930 más de 900.000 gallegos se dirigieron hacia América (la cuantificación es difícil debido a los altos índices de clandestinidad), suponiendo muchos años más del 50 % del total de la emigración española».
Lógicamente, los datos de la migración gallega durante años están muy alejados de las cifras de receptores actuales, ya que, según los datos del último censo, en Galicia residen algo más de 139.300 personas de nacionalidad extranjera.
De todos modos, aunque las cifras no son comparables, sí es reseñable la tendencia por la cual ahora Galicia es receptora de un nuevo tipo de emigrantes que buscan en esta tierra un lugar en el que disfrutar de su jubilación o al que trasladar a la familia, ahora que la tecnología permite trabajar a los conocidos como «nómadas digitales».
La inversión en el inmobiliario gallego es la prueba palpable de esa nueva hornada de gallegos de elección, procedentes del norte de Europa, sobre todo del Reino Unido, y también de EE.UU. Para este perfil de nuevos residentes, las ventajas de la opción gallega son muchas. Además del clima templado, también se sienten atraídos por los paisajes y la posibilidad de disfrutar de entornos rurales y urbanos bien conectados. Y no olvidemos el precio, porque, a pesar de las subidas del coste de la vivienda a nivel general, sigue siendo mucho más asequible en relación al precio en sus países de origen.
En cualquier caso, bienvenidos sean a esta tierra de emigrantes todos aquellos que, por las circunstancias que sean, quieran convertirse en gallegos. En Galicia estamos encantados de convertirnos ahora en tierra de acogida, de ver cómo se revaloriza nuestra forma de vida y de la posibilidad de que Galicia se convierta en la verdadera Florida española.