Fue la semana de la perplejidad. Perplejidad ante la campaña electoral y perplejidad tras el asesinato en el CHUO de Isabel Fuentes. Vino el martes a Ourense Besteiro, el jefe del PSOE, para reiterar que el gobierno socialista deja en la capital de Ourense «unha folla de servicios de xestión pública intachable». Y aunque esa afirmación a uno le deja perplejo, ni él ni quienes le acompañaban, se ruborizaron. ¿Es intachable un gobierno con seis denuncias en curso en los tribunales, roto en dos mitades, con un alcalde descabezado en la Pokémon, un segundo al que el Estado le reclama que pague las aceras de su casa y una ex teniente alcalde fuera de la política por problemas judiciales? ¿Es intachable un gobierno incapaz de aprobar unos presupuestos, lo que origina una amenaza de embargo sobre el Concello por una deuda de 2,5 millones de euros? La guinda a Besteiro se la puso en La Voz el candidato Barquero: «En el grupo municipal socialista no hubo ningún enfrentamiento». ¿Él no vio que había cinco ediles del PSOE, llamados díscolos o pachistas, frente a los otros seis tildados de paquistas? Si no lo vio es que no se entera y si no se entera, ¿cómo aspira a gobernar Ourense?
No menos perplejidad produce el seguimiento diario que hace La Voz de la intención de voto en la capital. El viernes la encuesta ponía al PP al borde de la mayoría absoluta con 13 concejales. ¿Qué había pasado para que cambiase la percepción de los ourensanos que cinco días atrás le otorgaban 11? No encontré ninguna noticia que hubiese sido el revulsivo que voltease los sondeos. Solo atiné con la ausencia (por despiste, dicen) del candidato del PP en el debate organizado por la TVG. Su silla vacía era toda una metáfora de cómo algunos partidos da igual a quién lleven de candidato. Como si no lo tienen. Rozan igual la mayoría absoluta. Se ve que a los electores les gusta la nada. Votar por votar. Votar con fe ciega. Votar como hooligans. Como si la gestión de la ciudad, y de la sociedad en general, dependiera, como en el fútbol, de que el balón dé en el poste o se cuele por la escuadra.
El buitre de Carter Hay una mítica foto, que le significó a su autor un premio Pulitzer, en la que se ve a un niño sudanés huyendo del hambre y a un buitre asentado, en actitud de espera, a pocos metros. La instantánea, de 1994, se me hizo presente al leer en La Voz el anuncio de la denuncia por negligencia en la protección de la víctima que presentará la familia de Isabel Fuentes, la mujer asesinada por su marido en el CHUO. La misma familia que durante más de un mes no puso en alerta a nadie, ni desconfió de nadie, ni montó un servicio de vigilancia alternativo, ni vigiló a su pariente suelto, vino ahora para pedir responsabilidades. Por si no llegara el cruce de acusaciones entre fuerzas del orden y jueces por la custodia de la víctima (no se entiende que la jueza no tomase medidas ni tampoco que la Guardia Civil no detuviese al que creían agresor de su esposa), aparecen los primos de Andorra para buscar abogado y ver si a río revuelto pueden cazar algo que llevarse al paraíso de los Pujol. ¿Se entiende lo de la imagen del laureado fotógrafo Kevin Carter?