Pocos sectores pueden presumir de un pasado con tanta vida en el presente como la viticultura. En Medeiros, el vino ya era industria hace más de 2.200 años. Testimonio de esta importancia son los 32 lagares rupestres que en la actualidad se conservan en la ladera del castro del Muro de Medeiros. Su recuperación es de vital importancia para hacernos conscientes de la importancia histórica y cultural del vino en Galicia.
Con altos y bajos en su comercialización dictados por la propia historia, entre los siglos IX y XVII nuestros vinos se exportaban a toda Europa. Guerras y plagas de la vid pusieron en letargo en diferentes ocasiones esta actividad que hoy en día, gracias a la apuesta por la calidad y la innovación, es sustento y orgullo de numerosas familias. Así, el potencial vitícola de nuestra región es ahora indiscutible. Sus cinco denominaciones de origen (Monterrei, Rías Baixas, Ribeira Sacra, Ribeiro y Valdeorras) son ampliamente conocidas por la riqueza y variedad de sus uvas. Y es que Galicia supo apostar siempre por la recuperación de varietales autóctonos más minoritarios que, poco a poco, están siendo reconocidos por su calidad en todo el mundo.
Toda esta labor se debe a los titulares de más de 220.000 explotaciones agrícolas y a las numerosas personas que junto a ellos trabajan en todo el proceso de la elaboración del vino, suponiendo el 4% de la industria agroalimentaria de Galicia. Estas estadísticas y cifras, que venimos de citar, se vieron reforzadas con la reciente crisis económica que hizo a muchos regresar al trabajo en las viñas y valorar la dignidad y modernidad de un estilo de vida hasta hace muy poco infravalorado y denostado, recuperándose así valores vinculados a la familia, a la tierra y a la sostenibilidad. Este retorno de nuevas generaciones a las viñas, despojados de viejos prejuicios, no hace sino enriquecer el sector. La educación, la transmisión de conocimiento y el consejo de las antiguas generaciones conviven ahora en el campo con la experimentación y las trayectorias más novedosas de los recién llegados; asegurando así muchos años más de vida al sector que seguir sumando a los siglos de historia.
Y el único secreto está en la tierra y el trabajo, en esforzarnos cada día para que nuestros hijos se sientan orgullosos de nuestro legado. Trabajar con este horizonte nos acerca cada día más a la felicidad. Supongo que es la suerte que tenemos de haber nacido donde otros vienen a inspirarse...