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Miles de personas degustan con orgullo 900 kilos de botelo en O Barco

Uxía Carrera Fernández
U. CARRERA O BARCO / LA VOZ

O BARCO DE VALDEORRAS

La fiesta gastronómica homenajeó a Virginia Gómez, la hostelera que atendió a varias generaciones de valdeorreses en el Bambú

18 ene 2025 . Actualizado a las 20:29 h.

La «marca Valdeorras» vivió este sábado uno de sus días grandes con una nueva edición de la Festa do Botelo. La euforia fue total entre los 1.200 asistentes a la gran comida en el pabellón de Calabagueiros cuando los camareros salieron en fila con las bandejas llenas de la típica comida de cerdo. Se ganaron su sitio en el recinto al conseguir unas entradas que duraron apenas unas horas a la venta. El éxito de la cita fue defendido como un orgullo para el municipio y se ganó piropos del cómico David Amor, que calificó a la celebración de «honesta e con sentido». La exaltación a la gastronomía se unió al homenaje a Virginia Gómez, una hostelera presentada como ejemplo del trabajo y de la buena atención de O Barco.

El furor por el botelo se superó un año más, con más de 1.200 comensales, además de los que reservaron en los restaurantes participantes en la jornada. Se sirvieron 900 kilos de botelo, 250 de chorizo, 200 de patatas y otros tantos de verdura. El pabellón se llenó hasta el último asiento igual que el teatro Lauro Olmo, donde se celebró la gala previa. La antesala a la gran comida fue el pregón de David Amor y la entrega de la mención de honor. El evento estuvo animado por las actuaciones musicales del dúo de Nerea Jiménez y Carlos Girona. Todas las personas que pasaron por el escenario del teatro son de Valdeorras y dedican su vida a la comarca, como recalcó la concejala de cultura de O Barco, Margarida Pizcueta. «Estamos moi orgullosos do nivel dos nosos veciños e do éxito da festa, xa non cabemos máis, non hai ningunha praza libre», presumía en la gala.

Una hostelera histórica

La protagonista de la edición de este año fue Virginia Gómez. La responsable del bar Bambú recibió la Mención de Honra por llevar décadas alegrando los paladares de varias generaciones de barquenses, siempre con la mejor atención detrás de la barra. Aunque nació en A Rúa y pasó varios años de su vida en París, hace 40 años que Virginia se asentó en O Barco junto a su marido y emprendió con su propio negocio. Empezó como pub pero el mostrador enseguida se empezó a llenar de pinchos y su horario se amplió hasta ser prácticamente 24 horas. «Levantabamos a mesa da partida e xa serviamos cafés», recordaba su familia, que se fue uniendo al local de hostelería.

Virginia Gómez y sus nietos
Virginia Gómez y sus nietos Santi M. Amil

Al estar situado junto al hospital, daba energía a los trabajadores sanitarios, atendía al resto de vecinos y se convirtió en el oasis de los que buscan calmar el hambre al terminar la fiesta nocturna. «Sempre me sentín protexida polos rapaces, nunca me faltaron ao respecto», contó Virginia. La hostelera trabajó de lunes a domingo durante años, con festivos incluidos, al frente de los fogones: «Cheguei a facer ata 20 tortillas ao día».

A los 79 años todavía no se jubila pero ya se dedica más tiempo. Por ejemplo, ayer se permitió ir por primera vez a la Festa do Botelo. Lo hizo por todo lo alto, recibiendo la mención de honor de la mano del alcalde, Alfredo García. Agradeció el reconocimiento al Concello y el apoyo de su familia y de los vecinos. Después de unas emotivas palabras de sus hijos, fue el turno del pregonero. David Amor, aunque originario de Salceda de Caselas, consiguió llenar de carcajadas el teatro con referencias a O Barco. Aprovechó para ensalzar el vino de Valdeorras. El cómico recordó sus rutas por la zona en bicicleta y se alegró de acudir por primera vez a la fiesta. «Esperamos saír mellores de días como hoxe, estar cos veciños e familiares, aínda que tamén rodando», bromeó.

El producto típico de O Barco estrechó lazos con su hermano de Lugo. La corporación local invitó al alcalde de A Fonsagrada, donde también se celebra una fiesta gastronómica del botelo. El acto terminó con el público cantando al unísono el himno dedicado a la tradicional comida.

La fiesta se trasladó a las calles de la villa con bares repletos a la hora del vermú animado por varias agrupaciones de música tradicional, locales o llegadas desde Trives, Ortigueira o Ponferrada. Como un pasacalles, caminaron hasta el pabellón de Calabagueiros para saborear el momento más esperado. Grupos de familiares y amigos de todas las edades llenaron con ansia las largas mesas. Cuarenta camareros sirvieron cada plato al ritmo de la música, preparado por otras veinte personas que estaban en cocina. La gran comida popular se alargó hasta media tarde para seguir con los tradicionales cantos de taberna por los bares del cascos antiguo y el Malecón. Los vecinos de O Barco y de la comarca se volcaron para sacar músculo de su producto local y celebrarlo por todo lo alto.