Es uno de lo mantras del alcalde de Ourense. «Lo medible no es opinable». Yo, que creo que se puede opinar de todo -aunque eso no signifique opinar de cualquier manera-, nunca he estado muy de acuerdo con la frase. Pero a lo mejor estaba equivocada. Porque ahora que Jácome está casi de aniversario (apenas quedan unos días para que se cumplan sus dos años al frente del Concello) es un buen momento para poner al día la contabilidad de la gestión municipal. Y los que controlan de números saben muy bien lo elocuentes que pueden ser las columnas del debe y el haber.
En el haber de Jácome como alcalde hay cosas. Aprobó los primeros presupuestos de la tercera ciudad de Galicia desde el 2014; las ayudas de 2.000 euros a autónomos funcionaron muy bien; fue un éxito la campaña para regalar libros a los niños; arregló razonablemente el problema de los estorninos; puso en marcha (daquela maneira) el centro de Inteligencia Artificial...
En el debe, tiene unas cuantas más. Pero lo curioso es que muchas de ellas no son obligaciones pendientes como máximo responsable de la ciudad, que también, o compromisos adquiridos en campaña electoral, que le llega. En la columna de números rojos de Jácome hay muchas promesas incumplidas escritas de su puño y letra. Porque al alcalde nadie le pidió un rascacielos, por ejemplo, pero él se encargó de prometerlo para que luego, como casi todo, la idea se fuera por el sumidero de la inconsistencia. Al alcalde nadie le pidió un parque en el que cupiera el mundo entero (aunque no estaría mal) pero del proyecto no se conoce ni un avance. Al alcalde nadie le pidió a Jennifer López y, como era de prever, ni está ni se la espera. Quienes lo conocen, si es que hay alguien que conoce realmente a Jácome, aseguran que esas son ideas que se le ocurren de buena mañana y que proyecta sin más reflexión. Lo que podría denominarse una arroutada. Pero dos años deberían ser tiempo suficiente para que se dé cuenta de que una Alcaldía no es un plató de televisión. Y para haber desarrollado el sentido crítico suficiente para mirarse al espejo y decir: «Gonzalo, lo que es medible, no es opinable».