El vasco iniciará su sexto mandato consecutivo al frente de la Federación Española de Fútbol, ya que se presenta como candidato único a las elecciones, que se celebrarán hoy
24 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La pelota del fútbol ha dado muchas vueltas desde 1988. Pasaron los años. Y con ellos, el Barça de Cruyff, el Deportivo de Bebeto y Fran, el Madrid de Zidane... Hasta la selección se ha rebelado contra su historia y ha logrado ganar la Eurocopa. Pasa todo en veinte años. Pero Ángel María Villar Llona (Bilbao, 1950) permanece. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que alcanzó el cargo en 1988, será reelegido hoy. El camino hacia su sexto mandato está alfombrado. Es el único candidato que se presenta a las elecciones. Villar se perpetúa.
El presidente de la RFEF ha logrado ganar el pulso que mantenía con el secretario de Estado del Consejo Superior de Deportes (CSD), Jaime Lissavetzky. Y por goleada. Ni siquiera tendrá que luchar con un rival en las urnas, soledad que ya vivió en 1992, 1996 y el 2000. El CSD estableció que los comicios de las federaciones no clasificadas para los Juegos de Pekín se celebrasen antes del verano, pero Villar consiguió retrasar la cita. Contó con el apoyo del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, que amenazó con vetar a la selección española en la Eurocopa si consideraba que existían injerencias del Gobierno español en la RFEF, en una alusión indirecta a las elecciones.
La Junta de Garantías Electorales, un órgano encuadrado dentro del CSD, emitió un informe que indicaba que había circunstancias que dificultaban ?«gravemente la celebración de las elecciones en los plazos debidos» y aconsejaba «aplazar la convocatoria hasta después de la Eurocopa». El documento certificaba la marcha atrás de Lissavetzky.
Villar ganó esa batalla para seguir con su particular guerra. La de convertir el fútbol en un modo de vida, pero durante toda una vida. Dio sus primeros pasos en los campos del Galdakano y del Arenas de Guecho. Y jugó once temporadas en el Athletic de Bilbao. Aunque inició la carrera de Químicas, no la terminó porque le dio prioridad al balón. Después sí finalizó Derecho para dedicarse a la abogacía.
Fue uno de los miembros fundadores de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), organismo en el que llegó a ocupar la presidencia. Y, con solo 31 años, accedió a la presidencia de la Federación Vizcaína de Fútbol.
Después de Pablo Porta y de José Luis Roca, llegó la era Villar. Pronto demostró su habilidad para ir regateando escollos. Aunque en un principio no contaba con el apoyo de la FIFA, consiguió limar asperezas hasta granjearse la amistad del entonces todopoderoso João Havelange. El bilbaíno supo trepar hasta los comités ejecutivos de la FIFA y la UEFA. Se convirtió en un coleccionista de cargos. Pero también se encontró con la polémica en sus responsabilidades internacionales. Uno de sus momentos delicados fue la caída de España frente a Corea del Sur en los cuartos de final del Mundial del 2002 en un partido marcado por los clamorosos errores del colegiado que perjudicaron al combinado nacional. Villar era miembro de la Comisión de Árbitros de la FIFA. Asustado por la tormenta desatada en España, decidió huir. Dimitió. Pero, en cuestión de cargos, Villar tiene por rutina la resurrección. Solo unas semanas después de la sonada eliminación de la selección, fue nombrado presidente de la comisión arbitral que había abandonado por su propio pie.
Pero si hay una sombra que enturbia la trayectoria de Villar es la de la corrupción. Respaldó a Juan Padrón, vicepresidente económico, cuando los medios de comunicación destaparon que los familiares del dirigente canario disfrutaban de viajes, dietas y gastos sin justificar a cuenta de las arcas federativas. Se abrió un proceso judicial y Villar y Padrón fueron imputados por uso incorrecto de los fondos de la RFEF. El CSD congeló las ayudas oficiales al organismo que rige el fútbol español al cuestionar su utilización.
Vio peligrar su continuidad en la presidencia en el 2004. Superó a Gerardo González por veinte votos. Entonces fue decisivo el apoyo de Jesús Samper y muchos recelaron de esa alianza.
Villar persevera. Y se aferra al mango de la sartén en la que se cocina el fútbol español. Aunque todavía siga diciendo fúrbol .