La escritora y sexóloga que fue prostituta de lujo, habló sobre las prácticas eróticas en las primeras jornadas de juventud y sexualidad que organiza en Vigo la Xunta
24 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Los libros de la francesa afincada en Barcelona Valérie Tasso, la han colocado entre las escritoras de no ficción de habla hispana con mayor proyección. Tasso, que es licenciada en Ciencias Económicas y Lenguas Extranjeras Aplicadas, se hizo famosa tras publicar en el 2003 Diario de una Ninfómana , en la que narró sus vivencias sexuales y su experiencia como prostituta de lujo. Su ponencia abrió ayer la primera edición de las Xornadas de Mocidade e Sexualidade de Vigo.
-El curso está lleno de gente joven. ¿Cree que los jóvenes están cambiando en el modo de comportarse ante el sexo?
-Yo lo que veo es que las que están más lanzadas son las señoras mayores. Los jóvenes están más avanzados que antes, pero aprecio entre ellos un hastío por el espectáculo del sexo. Una sociedad represiva es tan tiránica como otra que pretende el gozo a toda costa.
-¿Cree que en el sexo hay modas?
-Sí, claro. Ahora está la del Tupper Sex . Hoy en día, la que no haya asistido a una de estas sesiones es todo menos una mujer sexualmente liberada. No lo critico. Me parece genial porque normaliza el sexo, pero cuando se convierte en un objeto de consumo más empieza a molestarme.
-¿Por qué no hay este tipo de reuniones para hombres?
-Ellos empiezan ahora a ir también, pero es que se están intercambiando los roles. Antes teníamos a una mujer sumisa que acataba todo lo que decía el marido y ahora esa víctima se está convirtiendo en verdugo, y de deseable ha pasado a deseante. Me parece que este cambio de rol es erróneo porque no cambiamos nada, solo el género. Tendríamos que ir más de la mano.
-Estaba estudiando sexología ¿Ya terminó?
-Sí, finalicé hace dos años el Posgrado en Sexología en el Incisex, instituto que depende de la Universidad de Alcalá.
-¿Ha abierto consulta?
-No. Me interesa más reflexionar sobre el sexo. No descarto abrirla en el futuro. Para ser sincera, no me siento capaz todavía. Tengo mucha formación teórica pero me falta casuística.
-En su tercer libro, «el otro lado del sexo», hablaba de varias prácticas extremas. ¿Las prueba para hablar de ellas?
-Sí. Me encanta. Me fui vestida de dominatrix a Praga aunque estaba temblando más que los pobres hombres que iban de sumisos. Era una investigación sobre el sadomasoquismo y para ello estuve en dos ocasiones en un castillo en la República Checa donde se realizan estas prácticas. Soy muy curiosa pero a priori , la erótica sadomasoquista da miedo y la primera vez que me acerqué a ella iba acojonada. Decidí entrar de lleno y superarlo. Contacté con gente que estaba muy metida en el tema y al final entendí que es la práctica erótica más democrática que hay. Suena muy fuerte, pero al menos existe un pacto. Es un juego en el que hay mucha comunicación entre las partes, cosa que no suele suceder los sábados por la noche cuando toca lo del sábado sabadete. El BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo) es una erótica fascinante porque no se hace nada que al otro no le apetezca. Su lema es sano, seguro y consensuado. Todo lo que se salga de ahí no es BDSM, es violencia.
-¿Hay algo que no volvería a hacer?
-Lo que no haría nunca es probar el masoquismo más bestia. Jamás me dejaría clavar agujas o que me hicieran sangrar.