«Hasta hace años había gente que compraba libros casi todos los días»

PONTEVEDRA

Es uno de los socios de la Librería Michelena, una de las de referencia en Galicia, pero a la que afecta también la crisis. El descenso en las ventas se nota desde enero

21 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Ostenta el título, y merecido, de librería de referencia en Pontevedra. Michelena es la única de la ciudad dedicada en exclusiva al mundo del libro y con un fondo actual de 70.000 volúmenes. El 9 de marzo se cumplieron los 28 años de la apertura de este negocio, fundado por cuatro amigos unidos por una afición común. Uno de ellos es José María Dios Torres, al que no le gusta hablar tanto de etiquetas para su establecimiento, «porque de eso no comes», aunque reconoce que se nota «en vacaciones», y que tiene una visión bastante pesimista de la situación actual.

«El libro no es un bien de primera necesidad -afirma- y las personas tienen que amoldar su presupuesto. En los tres primeros meses del año las ventas están descendiendo y no veo que esto mejore. Además, sería engañoso, porque se pueden vender más libros, pero si son de bolsillo a 5 euros, para un negocio como el nuestro, que somos seis personas a vivir de esto... Si antes vendías mil libros y ahora mil de bolsillo, para salir de la crisis no vale».

Sorpresa en los 80

Recuerda que en los primeros años, durante los 80, la librería «sorprendió» en la ciudad. Y los 90 fueron buenos para el negocio. Pero la mejor época fue la del cambio de la peseta al euro, en el 2002. «La gente gastaba alegremente, fue sin duda el mejor año, pero a partir de ahí empezó a bajar, en cuanto se dieron cuenta de lo que valía el euro», señala Dios. Ahora, en la librería trabajan seis personas, algo que muy pocos negocios se pueden permitir en la actualidad «porque es inviable».

Además de la situación de crisis, el nivel de edición en España resulta también insostenible para los libreros tradicionales. «El otro día lo hablaba con un cliente -explica-. En España se vienen editando unos 40.000 títulos al año. Y un lector habitual puede leer de 20 a 50 al año. Entonces, no hay manera de absorber todos esos libros que se publican. Es un disparate».

Otra de las críticas que hace a las grandes editoriales es la expectación que crean con el lanzamiento de algunos títulos «como si fueran una necesidad». «Esas ventas van encaminadas a las grandes superficies y es perjudicial para las librerías tradicionales, que mantienen un cierto fondo -agrega-. Un libro no es ninguna urgencia. No pasa nada si lo compras la semana que viene o dentro de un mes. Crearle esa ansiedad a la gente es una manipulación absurda».

Cuando se le pregunta por el perfil del lector pontevedrés, reconoce que «nunca pensé en ello». Pero afirma sin dudar que en la ciudad no se suele ir a dictado de las modas. «Los clientes que tenemos no, aunque a lo mejor la gente sí se deja guiar por los suplementos literarios -explica-. A veces llama la atención porque en un mismo día varios preguntan por un mismo libro». Respecto a su cartera de clientes fijos, sí tiene más claro que «buscan más que información contrastar sus ideas, ver lo que sucede en otras partes para procurar estar al día o incluso recuperar lecturas pasadas». «La gente está muy al día de lo que se publica», dice.

«Hasta hace unos años -recuerda- había personas que compraban libros prácticamente todos los días. Ahora muchas de esas personas ya van solamente dos días a la semana o uno. Para muchos es casi una rutina el ir allí. Y si alguien deja de ir «te preguntas, ¿le habrá pasado algo? Sí que hay mucho contacto en este tipo de negocios con el cliente. Y seguramente habremos perdido también muchos por culpa nuestra. Porque me imagino que no eres igual de agradable para todos. Y siendo tantos en la librería...».

En Pontevedra, lo que más se vende es novela y este es el grueso del fondo de su librería. Ahora, por ejemplo, la Trilogía Milenium, de la que salieron los dos primeros títulos, Los hombres que no amaban a las mujeres y La chica que soñaba con una caja de cerillas y un bidón de gasolina, es sin duda lo más demandado. Por el contrario, el libro en gallego sigue sin cuajar. «Tenemos mucho, y de temas relacionados con Galicia también, pero desgraciadamente el gallego no se lee».

El campus cerca, pero lejos

Aunque no trabajan libros de texto, sí mantienen el libro universitario. Sin embargo, el hecho de tener un campus en la ciudad no ha ayudado al género. «Descendió mucho. Creo que es por un mal funcionamiento; se le crea necesidad al estudiante y parece que lo tiene que tener ya en ese momento. Pero si no se avisa antes al librero de que ese libro se va a recomendar a los alumnos en las librerías no puede haber un número de ejemplares».

En cuanto al libro infantil y juvenil cree que es de las secciones que pueden mantenerse mejor, aunque no está de acuerdo «en esa moda de publicar por edades». «Un niño puede leer cualquier cosa, que si no le gusta ya la va a apartar y hacerle esa adaptación no le enriquece el vocabulario», subraya. Y si tuviera que recomendar un libro para un primer lector «me gustaría que la persona que lo va a comprar conozca al niño y sus preocupaciones, si es curioso, porque hay obras que pueden engancharles». De todas formas insiste en que hoy, quien lee «es porque está en un ambiente en el que se lee, es un problema educativo».