El BNG desterró a las soberanas de los festejos al año de acceder al gobierno municipal, una medida con una repercusión inusitada en el momento
09 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.¿Qué pasaría si a las Fallas les quitasen sus falleras? Puede que los valencianos acabasen deshaciendo el mismísimo tupé de Rita Barberá con sus protestas. O puede que, como en Pontevedra, hubiese una sonada contestación inicial, para con el tiempo, acabar olvidando aquellas figuras femeninas con banda en las fiestas.
Puede también que Vanessa Castiñeiras y Natalia Maquieira no tuviesen ni idea de que ellas iban a ser las últimas soberanas (mayor e infantil, respectivamente) de las fiestas de la Peregrina, cuando el 25 de agosto de 1999 despidieron su reinado en el salón de plenos del Ayuntamiento, con el agradecimiento del recién llegado alcalde Miguel Anxo Fernández Lores. Pero éste ya dejaba intuir por dónde iban a ir los tiros. Cuando le preguntaron si al año siguiente habría elección, no dijo ni que sí, ni que no, sino que remitió la decisión al futuro «consello sectorial de cultura» que se encargaría de los festejos.
Y a principios de agosto del 2000 llegó la sacudida. El concejal de Cultura, Luis Bará -que curiosamente ahora regresa al Concello como edil de Mobilidade después de su paso por la Xunta- desterró la monarquía en la Peregrina por sexista. Alegaba que el concurso que tan felices hacía a madres como a hijas no suponía ninguna tradición para él, «porque se impuxo na época do franquismo, importando modelos que para nós eran alleos». Los primeros en criticar la medida fueron los grupos de la oposición, PP y PSOE, pero enseguida fue el tema de debate en la ciudad del Lérez.
«Ultraconservadoras»
Bará contestó primero a los socialistas, sin mencionar expresamente a Roberto Taboada, entonces portavoz de los del puño y la rosa, acusándoles de empeñarse en defender «posturas ultraconservadoras» a pesar de ser un grupo «progresista».
En la calle no se hablaba esa primera semana de agosto de otra cosa. En una encuesta realizada por La Voz, Sebastián Xilo, por ejemplo, no acababa de entender la decisión del BNG. «Dejarnos sin la reina de las fiestas me parece fatal -señalaba-. Una, porque las fiestas de la Peregrina pierden interés, y otra, porque la reina cumple una función protocolaria. Acude a los eventos para mostrarse a los pontevedreses: en las carrozas iban las chicas, a los toros iban las chicas... ¿Ahora quién va a ir? Además, es una tradición».
Otras encuestadas también se mostraban en contra alegando que era un acontecimiento «de toda la vida» o que «la reina de las fiestas alegraba las celebraciones».
La ex reina
Pero el no va más fue cuando las propias reinas plantaron cara al Bloque en el mismo arranque de la Peregrina. Mercedes Sofía Lameiro, que había sido coronada en el 77, se presentó ese 12 de agosto con su banda en la ofrenda a la Virgen, acompañada de las damas de honor del 98, Alexandra Novoa y Tania María Ferreira, para dejar claro que algunas pontevedresas no estaban dispuestas a enterrar en el olvido el certamen que las llevó a ser protagonistas de la vida social durante unos días.
Mercedes había puesto días antes del desfile un anuncio en la prensa para reclamar unidad de todas las antiguas monarcas en réplica a la afrenta nacionalista. Y ese día, durante el paseo triunfal, hubo también muchas bandas entre las féminas que se encontraban entre el público, en muestra de apoyo a la iniciativa.
La cuestión ya fue de Estado cuando la polémica llegó al programa que entonces conducía otra reina televisiva, Ana Rosa Quintana, que se hizo eco del malestar entre parte de la ciudadanía pontevedresa.
Una de las preguntas que muchos se hacían por aquel entonces era qué pasaría en la Batalla de Flores, uno de los actos emblemáticos de la Peregrina, donde sendas soberanas presidían dos carrozas acompañadas de sus damas. El BNG las cambió hace nueve años por «niños y jóvenes» ataviados con el traje regional gallego, que pudieron entonces acceder al desfile tras realizar una inscripción previa en el Ayuntamiento. Se presentaron una treintena de aspirantes. En la actualidad, este sistema «democrático» ha desaparecido, al menos en los anuncios municipales sobre el programa festivo.
En la plaza de toros, las reinas también dejaron libre su puesto en el palco, algo que habrán agradecido enormemente las autoridades o invitados que ahora ocupan su lugar.
La medida preocupó también a las soberanas de concellos limítrofes. Sin ir más lejos, en Sanxenxo, donde se celebran también las fiestas patronales en agosto, las recién elegidas -aquí había mayor, infantil y del turista- defendían en este periódico su papel e incluso proponían la elección de un compañero para desterrar el término sexista que acompañaba su elección.
El eco de la protesta llegó hasta el año siguiente, cuando en la valoración del entonces portavoz del PP en el Concello, Juan Luis Pedrosa, sobre los dos años de gobierno municipal del BNG, el popular acusó a los nacionalistas de tener «un desprecio por las tradiciones». Y es que no hay que olvidar que además del destierro de las reinas Lores también dio que hablar por su negativa a participar en las procesiones o la no renovación del voto de San Sebastián.
Mientras en Pontevedra la cuestión parece zanjada, al igual que en Marín, donde la medida no tuvo la misma repercusión, en otros municipios próximos pervive la figura de la reina sin que por ahora nadie quiera cortarle la cabeza. Es el caso de Sanxenxo. Pronto las verán con sus bandas.