Los despropósitos que tumbaron al club

xabi otero, nino soto PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Una vez analizada la convulsa temporada de la entidad se aprecia como el equipo vivió en una montaña rusa constante que hizo imposible una salvación que pudo no estar tan lejos

22 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A toro pasado es fácil extraer conclusiones, pero lo cierto es que el descenso del Pontevedra al infierno de la Tercera División no es más que la consecuencia de una serie de despropósitos. La salvación habría sido más que un milagro en medio de tal vorágine de acontecimientos negativos que rodearon al club desde el momento en que un caprichoso arbitraje en Alcorcón, allá por junio del 2010, cortó de cuajo las ilusiones de regresar al futbol profesional.

Los dieciséis destrozos más importantes, que a continuación se relatan, dan una idea del esperpento que vivieron jugadores, técnicos, empleados y aficionados en los meses más duros que se recuerdan de la historia granate.

Mala planificación deportiva

La confección de la plantilla devino en auténtica hecatombe. Los héroes que estuvieron a punto de devolver al Pontevedra al cielo fueron defenestrados sin ofrecerles siquiera una propuesta. Sergio Martín, el director deportivo, se escudó en una supuesta política de ahorro para deshacerse de jugadores que le estorbaban. Y luego resultó que convirtió un plantel rodado en medianías que libraban la guerra por su cuenta incrementando la partida de gastos.

Apostar por técnicos foráneos

El club granate no aprendió la lección y, tras fracasar el regreso de Gay o la llegada de Roberto Aguirre, se volvió a apostar por un técnico de perfil bajo como Ángel Viadero, que había sido destituido de sus últimos equipos. El Consejo se equivocó una vez más al tratar de ahorrar en la contratación del entrenador, el hombre más importante del barco.

Ausencia de un líder nato

Abrirle a Vázquez la puerta de atrás del club, el alma máter del Pontevedra en las últimas siete temporadas, tuvo su castigo. El capitán era un líder nato. Un liderazgo que nadie asumió después para evitar la huelga y contrarrestar la posterior desidia de muchos futbolistas.

Agujero defensivo desde julio

En la pretemporada quedó patente que el equipo tenía un grave problema defensivo. La sombra de Vázquez era alargada y los que llegaron no solucionaron nada. Neru vino de retirada y los jóvenes como Picón carecían de experiencia para asumir un liderazgo fuerte.

Tensión en el vestuario

Las reiteradas faltas de disciplina cometidas por algunos futbolistas como Gerardo, al que no se le buscó una salida a tiempo, no hicieron más que acrecentar un mensaje erróneo para el resto de la plantilla: el de que todo valía en el seno de aquel Pontevedra.

Las trabas a Castro Santos

Fernando Castro Santos llegó con la firme intención de echar una mano para encauzar un equipo que siente como propio, pero nada más desembarcar se topó con ciertas resistencias internas. No encontró un clima de trabajo favorable, y se forzó su dimisión como entrenador pese a que el equipo justo empezaba a levantar el vuelo tras un mal inicio de liga. Una situación que recordaba A Rafa Sáez en la temporada 2008-2009. De hecho, se le quería destituir antes de empezar el campeonato. Argibay fue una excepción. Como entrenador pudo llevar a cabo su proyecto con menos intromisiones.

Crujeiras y Tamazián

La larga polémica con Fran Crujeiras y Artur Tamazián fue una distracción a todos los niveles en la vida diaria del club granate durante el tiempo en que estos tuvieron responsabilidades dentro del organigrama. Se habló más de los temas extradeportivos que de fútbol.

Cambio de directiva

Cuando los problemas económicos del Pontevedra acabaron saliendo a flote desembocaron en una nueva distracción para los jugadores. El entonces presidente, Nino Mirón, lanzó un mensaje de socorro y el SOS fue respondido desde instituciones como el Concello y la Diputación. La filosofía era no dejar hundirse al equipo más puntero del Lérez. Semanas más tarde, se acordó que Mirón cedería el 25% de sus acciones al club, que no podrían ser vendidas ni tendrían derecho de voto. Él se quedaría con el 37%, un porcentaje que estaría representado por Evaristo Portela. A cambio, los nuevos responsables, liderados por Mauricio Rodríguez, presidente de consenso, asumirían la deuda con Hacienda de 800.000 euros y unos préstamos que había avalado Nino Mirón con anterioridad. El alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores (BNG), y el presidente de la institución provincial, Rafael Louzán (Partio Popular), en colaboración del secretario local socialista, José Antonio García Lores, empezaban a tutelar así a la entidad del Hai que roelo.

Tres entrenadores

El plantel nunca dispuso del tiempo suficiente para asimilar completamente y llevar a la práctica la filosofía de los técnicos. El Pontevedra arrancó la pretemporada con el cántabro Ángel Viadero. La misión que se le había encargado era ambiciosa: regresar al Pontevedra a Segunda División. Viadero fue destituido el 19 de octubre, destitución que se produjo después de que la dirección lo confirmara en el cargo. Se ansió por el regreso de Pablo Alfaro, pero aterrizó finalmente Fernando Castro Santos. Un fichaje a coste cero. Castro Santos cobraría solo si cumpliera objetivos. No acabó la temporada. Después del técnico de Lourido llegó el moañés Manolo Tomé, a finales de marzo, tras el descarte in extremis de Juan Fidalgo. No hubo continuidad. El equipo acabó pagando los cambios de liderazgo y métodos.

Juan Fidalgo

Juan Fidalgo se desplazó desde Asturias en su coche hasta la ciudad de Pontevedra para cerrar su fichaje por el club el pasado 22 de marzo, horas después de conocerse la marcha de Fernando Castro Santos. Y justo en el momento en el que el ex entrenador de equipos como Lugo y Oviedo B procedía a estampar su firma en el contrato, los poderes públicos rechazaron el fichaje. No hubo explicaciones, ni quejas, ni renuncias de los los responsables deportivos que pretendían firmarlo (Sergio Martín y José Manuel Fernández).

Espejo en el filial

En el filial también hubo baile en el banquillo, pasó factura y fue otra distracción para el club. Empezó dirigiendo la orquesta Carlos Vila. El equipo estaba en zona de promoción, cuando el responsable deportivo de la entidad, Sergio Martín, optó por su destitución sin ahondar en explicaciones sobre la decisión. Vila desveló que tanto Martín como Fran Crujeiras «quisieron imponerme por decreto que pusiera a un jugador que no daba el nivel». Cogió la batuta Marcos Canle, que no llegó tampoco a finalizar la temporada. La destitución de este desencadenó la dimisión de Pedro Ferreira, coordinador de la base del Pontevedra.