Existe el convencimiento de que los restos biológicos por analizar tienen origen animal
03 jul 2018 . Actualizado a las 08:10 h.Tras conocer el sobreseimiento provisional decretado el pasado jueves de la causa judicial por la desaparición de Sonia Iglesias hace ocho años, el fiscal jefe Juan Carlos Aladro confirmó ayer que no se va a recurrir este auto ante la Audiencia Provincial. Dejó claro, en cualquier caso, que las pesquisas policiales siguen vivas y que la investigación que lleva a cabo la Policía Nacional no va a verse afectada por esta decisión, que va a continuar como hasta ahora.
De hecho, incidió en que la resolución de la jueza instructora ha coincidido en el tiempo con la apertura de una nueva línea de trabajo por parte de los agentes destinados a este caso. Al respecto, evitó dar detalles y remarcó que habrá que esperar a cómo evolucionan los distintos pasos dados desde que, a mediados del 2017, la titular de Instrucción tres de Pontevedra accedió a reabrir la causa ordenando una serie de diligencias que se han venido desarrollando desde entonces.
En relación con estas últimas, el propio auto de archivo provisional alude a que aún falta por conocer el resultado del «análisis genético de los fragmentos de cortical -corteza cerebral- encontrados en la finca» que pertenece a la familia de Julio Araújo y en cuya casa convivió un período de tiempo con Sonia Iglesias. En todo caso, son pocas las expectativas o esperanzas que en el seno de la Fiscalía de Pontevedra mantienen con respecto a esta prueba, ya que existe un convencimiento casi total del origen animal de estos restos biológicos.
En todo caso, es una posibilidad a la que alude el propio auto judicial al referir que su «especie no está confirmada».
Ocho años de incógnitas
Lo cierto es que el sobreseimiento provisional de esta causa ha supuesto un nuevo jarro de agua fría sobre las esperanzas de la familia de Sonia Iglesias, quien desapareció el 18 de agosto del 2010. En estos ocho años, los rumores y las especulaciones han sido continuos, pero lo cierto es que pocas o, prácticamente, ninguna pista ha sacado a la luz nada reseñable.
Desde el primer momento, la Policía Nacional etiquetó este caso como una «desaparición inquietante», término que alude a aquellas ausencias en las que se descarta que hayan sido voluntarias, sino que tuvieron que intervenir terceras personas. Las batidas se sucedieron, los interrogatorios se multiplicaron, los indicios se acumularon, pero todo terminaba, a la postre, en callejones sin salida.
En julio del 2012, cuando apenas faltaba un mes para cumplirse el segundo aniversario de la desaparición, el juzgado imputaba a Julio Araújo, el compañero sentimental de Sonia y padre de su único hijo. Un año más tarde, el juez instructor se inhibió a favor del juzgado con competencias en materia de violencia sobre la mujer, pero la causa judicial apenas avanzó, si bien se tomó declaración a una serie de testigos y se analizó una grabación de un cámara de seguridad.
Los intentos resultaron infructuosos y, de nuevo, la investigación alcanza un punto muerto. Desde entonces un policía experto en homicidios se ha dedicado en exclusiva a la investigación. En abril del 2015, casi tres años después de haber sido citado como investigado, Julio Araújo vio como el archivo provisional de la causa judicial abierta conllevaba su desimputación. En febrero de este año, y una vez reabierto el caso, sería nuevamente llamado a prestar declaración, junto con su hermano, a la Comisaría de Pontevedra, pero tal comparecencia no tendría efectos judiciales.