Juan Bosco Casas, fue alumno en prácticas en el Villa de Pitanxo: «Los supervivientes merecen descanso para relatar lo ocurrido»

Cristina Barral Diéguez
Cristina Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Juan Bosco Casas Abella, que fue como alumno en anteriores mareas en el Villa de Pitanxo
Juan Bosco Casas Abella, que fue como alumno en anteriores mareas en el Villa de Pitanxo CEDIDA POR JUAN BOSCO CASAS

El joven de 22 años respalda la petición de las familias para que se busque a los desaparecidos y pide que se deje trabajar a los investigadores

22 feb 2022 . Actualizado a las 20:47 h.

Juan Bosco Casas Abella es un joven de 22 años natural de Madrid. Hizo cuatro mareas como alumno en el Villa de Pitanxo, el congelador que naufragó el 15 de febrero en aguas de Terranova. Cuenta que está muy afectado por la tragedia que dejó el hundimiento del barco porque conoce personalmente a la mitad de sus 24 tripulantes. Su última marea en el buque del Grupo Nores fue en agosto-septiembre del 2021. En la siguiente ya no participó porque está ampliando sus estudios del ciclo superior de Transporte Marítimo y Pesca de Altura con Comercio Internacional, algo que no tiene nada que ver. Juan relata que tenía intención de volver al mar este próximo verano, pero tras lo ocurrido no sabe qué hará. Después de escuchar y leer muchos comentarios se decide a hablar, con la intención de no perjudicar ni causar daño a nadie.

Por teléfono, relata a La Voz que lo primero es mandar todo su apoyo a las familias de la tripulación, «a todas, las de los vivos y las de los muertos y desaparecidos». «A mí también me pudo pasar y por eso quiero mandar un abrazo y mi pésame a las familias. Todo mi apoyo para ellos y comparto la petición de que se siga buscando, aunque sabemos que es algo muy difícil, el barco está hundido a una gran profundidad, dicen que a 800 metros», expone el joven. Juan Bosco habla de su experiencia anterior en el Villa de Pitanxo, de un trabajo duro que él estaba aprendiendo, pero también de un buen ambiente en el barco. «El ambiente de trabajo entre todos era muy bueno. Claro que se trabajaba mucho y duro, así es la pesca. Todos los que hemos embarcado anteriormente en el buque siniestrado estamos dolidos y afectados por lo sucedido y los comentarios que se vierten», asegura.

«Los tres supervivientes son personas con dignidad y merecen descanso para relatar lo ocurrido. Para ellos también es un trago muy duro», insiste este chico, que pide que se deje investigar a los responsables de hacerlo. También tiene palabras para el patrón del Villa de Pitanxo, Juan Padín. «El patrón al mando es una persona con gran experiencia en ese caladero. Ayudaba a los marineros en cubierta arreglando aparejos y en el parque de pesca a procesar el pescado. Hay que guardar la presunción de inocencia. Con el tiempo se aclarará, declararán todos, la armadora, los tripulantes que sobrevivieron y los barcos de la zona». Y va más allá: «Su sobrino [Eduardo Rial] era uno más en la tripulación y no creo que esté vivo por afinidad familiar».

¿Cómo acabó Juan en un congelador como el Villa de Pitanxo siendo de Madrid, viviendo en la capital de España y sin familia en el mar? Explica que veranea en Galicia «de toda la vida» y que estudió en Vigo el ciclo superior de Transporte Marítimo y Pesca de Altura. «Como alumno me formé estando en el puente y en cubierta, aprendiendo a hacer de todo». Juan dice que al mar se va «por dinero». Su idea era embarcar unos años más, obtener conocimientos de la pesca y de la navegación, pero no jubilarse en el mar: «Me gustaría poder emprender un negocio en tierra», dice con mucha tristeza por lo ocurrido en Canadá.