En las habitaciones de alquiler más humildes de Pontevedra: «Pago 250 euros al mes, antes vivía en la calle»

PONTEVEDRA

Eva y Emilio son dos de los inquilinos de unos cuartos que rentan personas sin apenas recursos. Dicen que tener al fin un techo está haciendo que sus vidas se enderecen
14 mar 2025 . Actualizado a las 16:33 h.Eva y Emilio están sentados en una terraza a media mañana de un día cualquiera. No parecen tener prisa. Y no la tienen. Sus días, tal y como ellos relatan, son todos bastante parecidos; un café y un paseo mañanero y después a sus respectivas habitaciones. «Pasamos muchas horas dentro, tranquilos, no tenemos mucho que hacer», dicen con la misma voz. Se les ve contentos y en realidad lo están. Porque Eva y Emilio, de 53 y 49 años y que son conocidos porque viven en el mismo lugar de Pontevedra, creen que sus vidas, ambas bastante complicadas por causas distintas, «se están enderezando un poco». ¿Por qué? Porque encontraron algo que les está ayudando a mantenerse bien: un techo bajo el que dormir.
Ellos vivían en la calle y ahora, en cambio, lo hacen en unas habitaciones; unos cuartos que, según explican muchas personas sin apenas recursos económicos, son los más humildes de Pontevedra, el sitio al que muchos ciudadanos sin hogar recurren cuando tienen un ingreso o un golpe de suerte y pueden pagar una pernocta en un dormitorio, bien para una noche bien para más días. «Aquí con 250 euros pago el mes», dice Emilio, que cobra una paga por enfermedad. «Yo pago un poco más porque tengo un cuarto más grande, pero nada comparado con lo que sería estar en un piso, que me saldría más caro, porque ahora está la vivienda imposible», añade Eva.
La dueña de estos inmuebles compartidos que se rentan por habitaciones prefiere mantenerse en el anonimato y que no se revele dónde están, pero sí deja claro algo: «Aquí se le alquila a gente que no le dan habitación en ningún lado y que tienen derecho a poder dormir bajo techo». Eva y Emilio hablan bien de ella, a la que ven cada mañana cuando acude a limpiar. Y también de lo que significó en sus vidas tener un techo. Eva, que es de Poio, señala que su vida siempre fue compleja. Según relata, se fue de casa muy joven por problemas familiares, padece una enfermedad mental y, antes de alquilar esta habitación, dormía al ras en la zona de Campolongo. «Pedía junto a la iglesia de San José. Ahora tengo una paga por mi enfermedad y estoy aquí. Me da para poder pagar la habitación y muchas veces voy a comer al comedor social de San Francisco. Ahora ya no pido», dice.
«A mí se me fue la pinza»
Emilio, natural de O Barco de Valdeorras, señala que lo suyo es distinto, que el tiene una familia que le apoya y que sus problemas tuvieron que ver solo consigo mismo: «Se me fue la pinza», indica. Era cocinero y trabajó en numerosos lugares de España, desde hoteles a balnearios y también albergues para personas sin recursos. Pero un día su mente se quebró y él acabó en la calle, yendo de un lado para otro del mapa nacional y con una enfermedad cada vez más asfixiante: «Llegué a pesar muchísimo, apenas podía moverme. Ahora he adelgazado 120 y todavía me quedan muchos por perder, pero estoy yendo mejor», indica. Acude al médico, duerme en las citadas habitaciones y se está cuidando bastante: «Me gusta bastante estar aquí, da tranquilidad».
Ambos explican que en cuanto se marcha un huésped enseguida entra el siguiente porque escasean las habitaciones con derecho a cocina por esos precios: «Casi siempre son más altos y la pensión no llega», dice Eva. Ese cuarto que ella alquila de forma regular es el sueño de otra mujer que duerme a la intemperie en Campolongo. Ella lo alquiló también alguna vez, pero solo puede hacerlo a principio de mes, porque después no le llega el dinero: «Sin dinero, no hay nada», dice.
Seis meses buscando un piso y sin lograrlo: «Vimos algunos, pero no nos eligieron para alquilarlo»
La búsqueda de vivienda de alquiler está siendo un calvario para personas de todas las economías, pero sobre todo para los bolsillos más vulnerables. Se cuentan por decenas los ciudadanos, muchas de ellos inmigrantes, que peregrinan por las redes sociales con anuncios de que buscan desesperadamente un hogar. Daniela, que es natural de la República Dominica, también explicó en Facebook que necesitaba un piso. De hecho, ella y su familia llevan seis meses buscando casa en Pontevedra o algún municipio limítrofe y no lo lograron.
Daniela explica que ella vino de la República Dominicana con sus tres hijos hace seis meses. Aquí estaba ya su marido, que emigró a España hace ya 17 años. Él trabajaba en el sector hotelero y siempre vivía en el lugar donde le daban empleo. Pero al venir la familia a Galicia sí o sí les tocaba buscar un hogar. Querían que fuese en Pontevedra porque no tienen coche y así les parecía más fácil manejarse, pero fue imposible. El único piso que encontraron está en Vilalonga. Están contentos en él, pero saben que su estancia tiene fecha de caducidad próxima: «Nos dejaron claro que en cuanto empiece el verano nos tenemos que ir».
Ese es el motivo por el que llevan seis meses buscando desesperadamente otro hogar. «Vimos algunos pero no nos eligieron para alquilarlo, porque todos los propietarios tienen a muchas personas esperando y pueden seleccionar», señala Daniela. Ella confía en que acabe apareciendo alguna oportunidad, sabe que posiblemente el precio no resultará económico, pero la prioridad es que el alquiler sea de larga duración, algo difícil en la costa: «Por Sanxenxo he mirado por todas partes pero para todo el año no encontré nada de nada», dice.