Tim Cook se dejó este martes algunos detalles en el tintero, en los que nadie reparó hasta que remitió la adrenalina de la expectación. ¿Será sumergible el nuevo dispositivo? ¿Con qué grado de autonomía cuenta? ¿Hasta qué punto depende del iPhone?
10 sep 2014 . Actualizado a las 19:22 h.El Apple Watch es puro espectáculo. Digno del Steve Jobs más enérgico, capaz de poner en pie a un auditorio entero, de remover las entrañas de la industria tecnológica y tender un puente hacia el mercado de la moda. Su anuncio, este martes, superó todas las expectativas. Dejó en la sombra al iPhone, que siempre ha sido el niño mimado de Apple, y restó importancia al hecho de que los californianos se hayan bajado los pantalones para rendirse a los dictados del sector, donde las 4 pulgadas que ostentaba la pantalla del iPhone 5 resultaban ya demasiado escasas.
Nadie se acordaba ya del iPhone 6 Plus cuando Tim Cook se bajó del escenario del Flint Center después de anunciar «una cosa más» («One More Thing»). Porque durante más de una hora (los californianos dedicaron el doble de tiempo a charlar sobre su reloj que a comentar su nuevo smartphone), los invitados a la última keynote de Apple no tuvieron tiempo para pestañear. Tanto les deslumbró lo que el CEO de la firma relataba sobre las tablas, que ha costado un poco de calma y reflexión asumir que, aunque sí es revolucionario, el Apple Watch no es el dispositivo perfecto. De sus posibilidades ya sabemos un rato largo. Ahora vamos con sus puntos flacos.
En primer lugar, por muy desarrollada que sea la primera incursión de Apple en el universo de los wearables (que se llevan puestos), el Apple Watch no deja de ser, de momento, un accesorio. No hay Apple Watch sin iPhone. En realidad, y para más inri, no hay Apple Watch sin iPhone 5 o iPhone 6. De nada sirve ahorrar 269 euros, el precio aproximado que costará el superdotado reloj cuando salga al mercado el año que viene, si no estamos en posesión de un terminal de la quinta o sexta generación de Apple. Por tanto, si nos encaprichamos con el smartwatch y aún contamos con un iPhone 4 o un iPhone 4S, o si nos hemos cambiado de bando y comulgamos con Galaxy, Blackberry o Nexus, tendremos que preparar la cuenta corriente para darle un buen susto.
La idea del Apple Watch, muy bien moldeada, tiene sin embargo fugas y muchos límites. Sí, también detalles que impresionan -el diseño es espectacular y las posibilidades para personalizarlo son múltiples, es capaz de guiar al conductor a través de vibraciones en la muñeca, de abrir la puerta de la habitación de un hotel, de pagar la cuenta de un restaurante, de enviar emoticonos propios y, entre otras cosas, mandar los latidos de tu corazón a tus contactos-, pero, en definitiva, sigue siendo un dispositivo secundario y complementario al móvil, por mucho que Cook insista en que se trata de un aparto independiente. Las alarmas y notificaciones que el usuario sentirá en la muñeca o las rutas de GPS, por ejemplo, se programan desde el iPhone.
En segundo lugar, el Apple Watch no es sumergible. Aunque Apple no lo ha aclarado, portales tecnológicos especializados avanzan que algunos asistentes a la keynote han averiguado que el reloj no se puede meter bajo el agua. Sí resiste salpicaduras y también gotas de lluvia, pero, teniendo en cuenta que gran parte de sus prestaciones y aplicaciones están ideadas para usuarios deportistas, ¿tiene sentido utilizar este dispositivo para salir a practicar determinadas actividades, por ejemplo, nadar y medir el rentimiento? ¿Podremos ducharnos, lavar los platos con el reloj en la muñeca? En teoría, podrá humedecerse con sudor sin que se estropee. Tampoco pasará nada si nos lavamos las manos con él puesto o si nos cae una tormenta de camino a casa. Pero no, no podremos darnos una ducha sin quitárnoslo y mucho menos sumergirnos en la piscina.
Tampoco se sabe mucho de la autonomía del Apple Watch que, según los expertos, podría situarse en un día de funcionamiento. Los californianos dejaron caer que han desarrollado un nuevo sistema de carga que hace que el dispositivo se recargue por inducción con un innovador cargador. Pero todavía hay incógnitas en el aire. Se desvelarán cuando aterrice en los escaparates en el 2015. ¿Se convertirá en un inseparable del iPhone, será la versión más primitiva de una incipiente revolución o se quedará en un ostentoso bluf?