Dos partidos, dos titularidades y tres goles avalan a Diego Costa como el referente de la selección en punta
22 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que Vicente del Bosque tomase el relevo de Luis Aragonés y Fernando Torres empezase a perder protagonismo hasta este Mundial de Rusia España ha vivido un permanente debate en torno a la figura del falso nueve, la apuesta por lo que se llamaba un delantero centro clásico o por un futbolista más proclive a combinar y asociarse, a moverse más fuera del área que dentro. Del Bosque llegó a optar por un centrocampista más a costa de no incluir en el once inicial ningún delantero nato. Fue su decisión en la final de la Eurocopa de 2012, frente a Italia, y España goleó y enamoró.
La disyuntiva se mantuvo con Lopetegui, que optó por incluir entre los 23 elegidos a un ariete, Diego Costa, y dos referencias en ataque que no responden de una manera tan clara a ese perfil, Iago Aspas y Rodrigo. Por el camino han quedado nombres como los de Fernando Llorente, Álvaro Negredo, Soldado o Morata, que no terminaron de asentarse en territorio ofensivo.
Cerrando el debate
Atrás quedan ya dos partidos, los disputados ante Portugal e Irán, y Diego Costa emerge como el jugador más decisivo, como el ariete que reivindica su sitio en el esquema del falso nueve, el que está cerrando el debate. Quizás porque ha ido incorporando detalles a su fútbol, sobre todo a la hora de abrir espacios y servir balones a la segunda línea.
Un claro ejemplo remite al choque con Portugal, en una jugada en la que aguanta el balón dentro del área y lo cede unos metros atrás para que Isco chute. Aquel lanzamiento se fue a la escuadra y botó sobre la línea.
En ese encuentro inaugural Diego Costa anotó dos goles de ariete y de distinto corte, además de ser una pesadilla constante para los centrales, Pepe y Fonte. En el primero les ganó la partida en una de esas acciones de Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Supo controlar un pase largo gracias a su fuerza y a su determinación, ganó metros, dribló, porfió y, cuando vio línea de tiro, clavó el balón lejos del alcance de Rui Patricio.
El otro tanto fue el del instinto, el de estar en su hábitat natural con la escopeta a punto para completar una jugada de las que se preparan en el laboratorio.
Frente a Irán encontró más problemas y se alió con la fortuna en el gol que decidió la contienda. De nuevo se convirtió en una pesadilla para los dos centrales, porque siempre está en la pomada y nunca rehúye el combate. En el único balón que le llegó con cierta claridad dentro del área, entre su intento por regatear y el del zaguero por despejar el balón le dio en la pierna y se fue a la portería. Fue quizás un acto de justicia hasta ese momento de partido.
Por primera vez en mucho tiempo no hay debate sobre el falso nueve alrededor de la selección. Si acaso, podría abrirse uno nuevo: ¿Es Diego Costa un jugador para fajarse él solo arriba, arropado por una segunda línea con llegada y gran calidad en el pase, o es un delantero para jugar con otro cerca, como sucede en el Atlético de Madrid con Griezmann y como probó Lopetegui en el amistoso frente a Túnez, al lado de Aspas, en el que fue su último partido al frente del combinado nacional?
En buen momento
De lo que no hay duda es de que Diego Costa ha llegado al Mundial de Rusia en un gran momento de forma, además de muy fino. Desde que consiguió que el Chelsea le abriese las puertas para retornar al Atlético de Madrid hasta que pudo reestrenarse en el conjunto colchonero se perdió la primera vuelta. Es como si hubiese tenido cinco largos meses de pretemporada.
Llega sin exceso de kilómetros, en su mejor peso, con ganas de demostrar que acertó cuando pudo escoger entre Brasil y España, por su doble nacionalidad.
Curiosamente, Diego Costa no ha completado ninguno de los dos partidos. Ante Portugal fue sustituido en el minuto 77 por Iago Aspas y, frente a Irán, por Rodrigo en el 89.
Sumados los dos encuentros, ha dado 31 pases, ha tirado a puerta en seis ocasiones (cinco entre los tres palos y una fuera) y lleva tres goles en su haber.