La selección número 70 del mundo pone fin a la agonía de España retratando todos sus problemas
02 jul 2018 . Actualizado a las 16:55 h.Era España y enfrente Rusia, pero era Viena y no Moscú. Jugaban Silva e Iniesta, y jugaba Akinfeev. Liquidada la maldición de cuartos en una tanda de penaltis frente a Italia, comenzaba para la selección una época gloriosa que se acabó de consumir ayer. Volverán seguro a sacar la cabeza los chicos de rojo porque no faltan clubes, técnicos, canteras, ni campos donde entrenar; pero será otra España distinta a la que salió de Rusia; a la que empezó en Aragonés. Esta murió en cuanto quienes tenían que hacerla durar pulsaron el botón de autodestrucción.
El humo aguantó un poco más. El tiempo necesario para servir de coartada a cualquier rival. En memoria de esa España incontestable saltaron al césped Portugal, Irán y Marruecos. Con la excampeona de todo en la cabeza dispuso a sus hombres Cherchesov. El combinado número 70 del escalafón planteó el cruce en su casa reconociéndose menor. Y no lo fue. Solo perdió en todos los números que no llevan a la final de un Mundial.
Perdió Rusia por ejemplo en cantidad de pases de distinto tipo. En los buenos y en los malos, que no son los que refleja el contador. Porque el equipo que eligió Hierro completó más de mil envíos sin apenas registrar alguno que sirviese para descomponer el orden rival. Le bastó a la organizadora con disponer once futbolistas entre la línea del centro del campo y la de gol. Isco, que le dio doscientos toques a la pelota, fue la única solución durante los 70 minutos en que permaneció inalterada la alineación.
A la altura del malagueño partieron de inicio Silva y Asensio, pero como si no. El del City ha pasado desapercibido en su última gran cita con la selección. Para el del Madrid era la primera y estrenó titularidad en un choque con poco espacio a su favor. Le faltó césped para explotar el cambio de ritmo y oportunidades para el disparo desde la frontal. 57 veces entró en contacto con el cuero en 103 minutos. Una menos que Iniesta, que salió al campo en el 66. Hierro se obcecó en los nombres pese a la incapacidad manifiesta en la labor. Para cuando introdujo el primer cambio, el adversario ya había consumido los tres.
Cambio de guardia
Dilapidó de esa manera el estado de gracia de Iago Aspas, agitador inmediato en cuanto tuvo ocasión. También alteró el escenario Rodrigo, a quien bastó la segunda parte de la prórroga para demostrar que un solo punta no siempre es mejor que dos. Hasta ahí, la pelota había circulado inofensiva lejos de Akinfeev; entre los pies de Ramos, Koke, Alba y Piqué. El capitán es el único entre quienes levantaron la primera Eurocopa de esta época dorada que podría alargar su carrera hasta el próximo torneo mayor; el resto de supervivientes de Viena completó su ciclo ayer.
Dejan una selección tocada en cada línea, de Costa a De Gea, con un modelo desvirtuado, maltratada institucionalmente y huérfana de entrenador. Tierra quemada sobre la que empezar de nuevo, perdidos los bríos y la condición de equipo a batir. No queda ya humo tras el que ocultar tampoco la mezquindad del rival. Puestos a irse, mejor así.
De Gea encajó diez goles en los once lanzamientos que recibió en Rusia
David de Gea ha agotado en apenas dos semanas todo el crédito que la portería española se había labrado con los guantes de Iker Casillas. El guardameta del Manchester United estuvo muy lejos del rendimiento que ha ofrecido en la Premier League en las últimas temporadas y la estadística oficial que recopila la FIFA no hace más que corroborar el grave lastre que esto supuso para España en el Mundial de Rusia.
El portero madrileño solo ha podido detener uno de los once disparos a puerta que le realizaron en los cuatro partidos de la Copa del Mundo que ha disputado. Es más, de esos once intentos, diez terminaron en gol contra España.
Tuvo una actuación especialmente desafortunada en el partido contra Portugal, en el que no evitó que los tres disparos que le realizaron acabasen en gol. Solo el acierto anotador de la selección evitó el descalabro. Contra Irán permaneció inédito, pero incluso así tuvo que recoger el balón de dentro de su portería (el gol fue anulado por fuera de juego). Contra Marruecos cuajó su mejor partido, deteniendo su único disparo en el Mundial. Y frente a Rusia no atajó ni el intento en tiempo reglamentario ni los cuatro penaltis de la tanda.