déficit. poco a poco, DESPUÉS DE LAS PRIMERAS ALUSIONES DEL MINISTRO DE HACIENDA, se impone en el seno del gobierno la necesidad de negociar una revisión de los objetivos de déficit público Del programa de estabilidad.
29 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.Misión imposible. Rebajar este año el déficit público al 4,4% del PIB, de acuerdo con el compromiso establecido en el Plan de Estabilidad, es una quimera. No se la cree nadie. Ni siquiera la Unión Europea, la misma que impuso los deberes, que en sus previsiones de otoño pasado pronosticaba un déficit del 5,3% para este año. Tampoco el Banco de España, cuyo gobernador consideraba sagrado el 6% en el 2011 y ahora contempla cómo se ha profanado el templo con 2,1 puntos adicionales. Y mucho menos el FMI, que augura un 6,8% para el año en curso.
Cumplir el Plan de Estabilidad supone recortes o ingresos tributarios adicionales por importe de 40.000 millones de euros. Conviene reparar en la magnitud de la cifra. Supera la inversión anual de las administraciones públicas, es similar al gasto total en educación, supone dos tercios de los recursos del sistema público de salud, casi triplica la recaudación por el impuesto de sociedades y equivale a tres cuartas partes de los ingresos por IVA.
Pero supongamos que, a pesar de todo, el Gobierno y Bruselas se empecinan en proseguir la ruta de la austeridad y, mediante una poda brutal del gasto o la subida no menos brutal de impuestos, recortan los 40.000 millones de marras. Como resultado, la economía se contraerá aún más de lo que prevén todos los informes y el objetivo del 4,4% se dará de bruces contra dos peñascos insalvables: primero, el denominador del quebrado -el PIB- disminuye y el recorte se hace insuficiente para alcanzar la meta; segundo, la recesión seca los bolsillos y merma la recaudación tributaria, alejando toda posibilidad de alcanzar el objetivo. Así acabaron las cuentas de la lechera: con el cántaro por los suelos.
Misión suicida. La dieta de adelgazamiento no devolverá a las cuentas públicas la esbeltez pretendida, pero seguirla será letal para el organismo. Se puede morir en el intento. ¿Cómo se puede mantener obsesivamente la política de austeridad mientras la economía española continúa arrojando trabajadores al paro?
Porque no solo es cierto, como reconoce el FMI, que la recesión impedirá a España cumplir el objetivo de déficit, sino también que la recaída es consecuencia de los recortes aprobados hasta ahora. Lo acaba de decir, en Davos, Nouriel Roubini: «Europa está haciendo exactamente lo que se necesita para entrar en recesión: austeridad en la periferia, pero también en países con margen de maniobra como Alemania, Francia, Holanda o Finlandia». Más claro aún, Jim O?Neill, de Goldman Sachs, dijo en el mismo foro: «En España se ve lo rápido que la austeridad frena la economía».
Mientras el balón de la economía pierde aire, Europa se empeña en aplastarlo. Eso mismo dice -con eufemismos- el Banco de España cuando atribuye los cinco trimestres de recesión que pronostica -y medio millón más de parados- a la «confluencia del proceso de ajuste del sector privado con el del sector público». La cita revela, por si había dudas, el carácter procíclico de la política económica que se sigue en Europa. ¡Y pensar que muchos creíamos que una de las funciones del Estado consistía en suavizar los vaivenes cíclicos de la economía! ¡Qué equivocados estábamos!
lo del déficit acabará como las cuentas de la lechera: con el cántaro en el suelo
matalobos