La abogada de Basterra dice que no hay pruebas de cargo contra él

Juan Capeáns / Alberto Mahía LA VOZ / SANTIAGO

SANTIAGO

La abogada de Basterra sotiene que todas las pastillas que compró Alfonso las consumió Porto

23 oct 2015 . Actualizado a las 17:48 h.

El juicio por la muerte de Asunta Basterra ha quedado finalizado esta mañana. Tras las intervenciones de los abogados de Rosario Porto y Alfonso Basterra, los dos acusados han renunciado a hablar al final del juicio. «Nada que decir», dijo el padre de la niña que apareció muerta en una pista de Teo en septiembre del 2013. El lunes el jurado popular comenzará a deliberar. 

Belén Hospido, la abogada de Alfonso Basterra, inició su alegato final retomando una frase del fiscal del día anterior. «Mi defendido está aquí precisamente porque esto solo se explica si fue cosa de dos». Pero considera que no existen pruebas de cargo contra una persona que, como cualquiera, merece «la presunción de inocencia». Antes de entrar en asuntos concretos, reflexionó ante el jurado sobre lo ocurrido en las últimas semanas en los juzgados de Santiago, pero advirtió que «a algo inexplicable no hay que buscar alternativas». Admitió, como ya hizo en la primera sesión, que Basterra compró Orfidal «en tres ocasiones» (y no cuatro) pero para su mujer, Rosario Porto. En total, 125 comprimidos. «Él dice que las compra para su exmujer y ella lo confirma». Hospido hizo cuentas: ella le pide Orfidal tras el episodio del 4 al 5 de julio, de ahí la primera compra, y el doctor Touriño le receta «medio, medio y uno» diario, aunque después la rebajó a una dosis y media. En total le sale que Porto consumió 80 pastillas hasta la muerte de Asunta, y los días posteriores al crimen pudo consumir hasta 4, que por cinco días (hasta que entra en prisión), son 101 pastillas. Quedarían 24 pastillas, que son las que entrega Alfonso a Rosario cuando ya está presa. «¿Dónte está el acopio?». A la letrada no le «salen» las 27 dosis que le dieron a Asunta.

Para la defensa de Rosario, los dos episodios con las profesoras de música son «extraños». Quiere decir que «tal vez» la niña no estaba bien, pero no se puede asegurar que el motivo fuera el Orfidal. Y con esto no discute los informes de los toxicólogos (tres meses de ingestas) pero no considera que las profesoras puedan determinar los síntomas que genera el efecto de lorazepam.

Cuestiona la abogada la interpretación subjetiva que se ha realizado sobre algunos testimonios, como el de Carmen, la cuidadora, cuando habla del «mal sabor de boca» de Asunta tras no asistir un día a clase, y lanzó severas críticas contra la profesora de violín de la niña y su testimonio: «Es como una testigo profesional, que se dirige al jurado y que sabe cómo impactar. No digo que no valga, pero hasta nos enmendó la plana a los abogados, así que no era tan espontánea», como sostuvieron las partes. Sobre estos hechos criticó la tergiversación de la acusación popular, «la voz de Asunta», porque el testigo habló claramente de «su madre, y con esto no digo que fuera ella, porque creo que a ese episodio se le da un significado que no tiene».

El cambio del escrito de conclusiones

La defensa de Basterra sostuvo, como hizo en el cambio del escrito de conclusiones, que no se pueden relacionar los episodios de sedación de Asunta con el hecho de que durmiera en su casa. «Del 8 al 9 de julio sí duerme con ella», reconoció. Para Hospido «es del género bobo» pensar que Alfonso, «una persona inteligente, según se dijo aquí, va a estar ensayando un crimen» y paseando a la niña por Santiago. Sobre el día 22 (episodio de la academia Play) considera que por las declaraciones solo se puede concluir que duerme en casa de la madre en Doutor Teixeiro, aunque pudo pasar horas en casa de su padre «dentro de ese reparto» de papeles que han acordado para atender a la niña. La abogada trata de desmontar así las declaraciones de la cuidadora de Asunta, «que no sabe todo» de lo que pasa en el hogar de Porto. Por último, en este capítulo, se refirió al 18 de septiembre, el día que no va a clase en el instituto. Hospido calificó de «tozudo» a Alfonso al no reconocer un wasap de ese día en el que Rosario le pregunta por el chat cómo está la niña, cuando está con él mientras ella pasa revisión con el doctor Touriño. «Pero mi cliente, que es vasco, no se acuerda y no lo quiere reconocer en el juicio», pero a su juicio que estuviera con ella no significa que haya dormido en su casa.

Otro indicio que aborda es el de la comida que cocina Basterra el 21 de septiembre. Alfonso «se confundió» al decir que habían salido juntas, «pero no mentimos» ni se quedaron juntos para conspirar. Pero a su juicio, si la ingesta fue a la hora de comer, a las 17.21 la niña estaría «semicomatosa». Y pasa caminando por delante de la cámra de Bankia. Para Hospido no hay «prueba concluyente» de que fuera antes, apelando a la falta de contundencia de las expertas en toxicología. Y otro cabo suelto: «¿Por qué la dejan salir sola de casa si están intoxicándola? ¿De verdad les parece coherente?. 

«Tener coartada no es una obligación». Así inició Hospido su relato sobre lo sucecido la tarde del 21 de septiembre. «Cocinó albóndigas, hizo una crema, leyó un libro...». Una vida normal.  En el caso de que hubiera salido de casa, como sostiene la acusación, y que hubiese ido a Teo, «¿cómo regresó de Montouto?». «¿Cuánto deben esperar unos padres la desparición de una hija con una vida metódica y que no ha dado nunca un disgusto?», se preguntó la letrada sobre las dudas ante la rápida denuncia en comisaría. «Si le pasa a mi hija, yo vuelo», expresó Hospido. Para ella, cuando él sugiere en la sede policial a su mujer que cuente «lo de julio», por el episodio del ataque en casa a Asunta: «¿Eso no es colaborar?». Para la defensa de Basterra, «Clara Baltar no miente, se equivoca de día». Se refiere a la excompañera de francés de Asunta, que asegura que vio al padre y la niña en una calle del Ensanche cercana a su casa. Le parece incompatible con un tique de compra de las 18.22 horas, momento en el que una cámara la sitúa en el coche en la rúa do Hórreo. En este punto criticó la falta de datos, porque la investigación no comprobó los posibles desfases entre los relojes de una caja registradora o de las cámaras. El «pudo haber salido de casa, no vale», recordó la abogada, que no ve coherente que Alfonso tenga que salir de su vivienda esa tarde para nada. Y sobre este aspecto «aunque hubiera mentido, sigue sin estar en Teo y no le ha dado Orfidal, porque la niña está bien» pasadas las cinco de la tarde. 

Cuando Basterra y Porto van a Teo con la Guardia Civil y ocurre el episodio de la papelera, interpreta que su defendido se comporta con normalidad y solo trató de «colaborar», aunque se haya equivocado sobre el uso de esa cuerda naranja, que el jardinero dijo no haber visto nunca. Y sobre las sospechas iniciales que tuvo Basterra de que Asunta, aún sin paradero conocido, podría haber sufrido una agresión, le parece un «sentimiento lógico» de padre pensar que podría haber «sufrido de más». 

Del ordenador de Basterra, un tema sobre el que ha girado parcialmente la defensa de Hospido, la letrada compostelana fue tajante. «Nadie se preocupó del ordenador hasta el 4 de octubre», varios días después de un registro que se hizo con precipitación por la «presión que existía en la calle ese día». El problema de la investigación es que «no lo vieron porque no lo estaban buscando», y concluye que el ordenador tiene el mismo disco duro que el que viene de fábrica y cuya última utilización es el 20 de septiembre, «el día antes de que muriera Asunta». «¿Escondimos el ordenador? ¿Qué tenía que ver con la investigación si él sabía que no iba a aportar nada?», cuestionó.

Belén Hospido explicó por qué el 4 de octubre Alfonso dejó de colaborar con la investigación. «Yo se lo pedí». Consideró la abogada que era inaceptable que la prensa tuviera conocimiento de la aparición de manchas de semen en la camiseta de Asunta y que no fueran informados. 

Arremetió de forma genérica contra una investigación que no fue «estricta ni rigurosa» y criticó que le pidan al acusado un relato que contradiga al del fiscal y la asociación Clara Campoamor: «Es como las coartadas, ¿por qué va a tener que ofrecer versiones alternativas? No fue una buena investigación, pero eso ya no importa», concluyó.

Finalmente habló de Alfonso Basterra, un periodista «inteligentísimo» que sin embargo cumple el perfil de amo de casa. Condicionó su futuro profesional para dedicarse a su cónyuge y su hija, «y pese a eso se va de casa sin pedir nada. No fue fácil pasar de todo a nada y los sentimientos no se acaban de la noche a la mañana, pero nadie nos dice que haya sido un mal padre o agresivo con la niña, ¿Qué interés tenía Alfonso Basterra en que su hija muriera? A Basterra lo que le queda el 21 de septiembre es su hija. Alfonso, sin la niña, en aquel momento, se queda sin nada. ¿De verdad que esos móviles que nos cuentan existen?». 

Los últimos minutos de su exposición los aprovechó Hospido para explicar que «Alfonso se juega mucho» en este veredicto, entre otras cosas «llorar a su hija» sin prejuicios y la posibilidad de que se investigue quién es el autor del crimen y que puedan «rehacer su vida sin ella», concluyó emocionada antes de solicitar un veredicto de no culpabilidad.