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El nuevo bar de Santiago donde la cultura y comida casera a la antigua usanza impregnan el ambiente

SANTIAGO CIUDAD

Luis Iglesias, Elena y Susana Amigo (en la foto, de izquierda a derecha), en el café bar Azotea.
Luis Iglesias, Elena y Susana Amigo (en la foto, de izquierda a derecha), en el café bar Azotea. XOAN A. SOLER

Azotea, en el barrio de Vista Alegre, abre tres días a la semana para ofrecer comidas y cenas con reserva previa, además de actuaciones en directo y otras actividades

10 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Un elegante piano de madera llegó hace unos días al antiguo bar O Zuleiro, en As Salvadas, para quedarse. Ahora forma parte del ambiente de Azotea, un nuevo negocio que ha cogido el testigo en este local del barrio santiagués de Vista Alegre, en donde los platos fuertes de la casa han pasado a ser la cultura y una comida casera hecha a la antigua usanza. El proyecto, cuenta Elena Amigo, surgió porque dirige junto a sus dos hermanas un establecimiento turístico muy cerca de allí: «Es un hostal legendario, Pensión Artilleiro. Los anteriores dueños se jubilaron hace dos años, en la pandemia, y cogimos el traspaso. Es un sitio precioso con 8 habitaciones, pero no teníamos espacio para hacer comidas, una exposición u otro tipo de eventos. Y, cuando quedó libre este local, surgió la oportunidad de poder hacerlo. Decidimos cogerlo mi hermana, Susana Amigo; mi pareja, Luis Iglesias; y yo. Y a partir de ahí empezó a crecer. Pasó a ser un café bar donde procuramos hacer actividades culturales».

La vecina de Santiago, nacida en Val do Dubra hace 45 años, explica que por el momento solo abren tres días, de jueves a sábado, y ofrecen comidas y cenas con reserva previa. Su hermana pequeña, sin experiencia en la hostelería pero con buena mano para la cocina, se ocupa del menú semanal. Pollo a la pepitoria, fabada asturiana, bacalao, empanada... «Todo se hace y se sirve al estilo casero, nada pitiminí. Se lleva mucho el concepto de nouvelle cuisine, que a mí me encanta, pero queríamos darle protagonismo a la comida de antes, que parece que está relegada por esta nueva corriente gastronómica», defiende una mujer convertida en hostelera tras pedir una excedencia en el Registro de la Propiedad para aparcar su trabajo entre papeles y recursos «porque necesitaba algo de luz en mi vida».

Por otra parte, añade, los tres socios de Azotea comparten una inquietud por el mundo del arte: «A mi hermana pequeña le gusta mucho la fotografía; mi pareja es licenciado en Bellas Artes, además de tocar en un grupo metalero; y a mí siempre me ha apasionado el cine y la música, y nos apetecía muchísimo mostrar nuestra visión de cómo conjugar determinadas disciplinas y disfrutarlas, a través del gusto, con los cinco sentidos presentes». Han comenzado organizando, todos los sábados, vermús y un Menú musical —amenizado con actuaciones en directo—, pero tienen muchos otros proyectos en mente: «Queremos que este sea un espacio abierto y que aúne al barrio, donde haya catas, performances, conciertos o teatro, en el que se puedan impartir clases, presentar un libro o reservarlo para cualquier tipo de evento».

Los tres se embarcan en esta aventura empresarial, cargados de ilusión y muchas ideas en la recámara, en un sector en el que no tenían experiencia previa. Susana, de 43 años y afincada también en la capital gallega, venía del mundo textil. Y Luis, de Los Tilos (Teo) y 45 años, es un hombre polifacético que gestiona actualmente un estudio de grabación y ensayos en Santiago, donde también reside desde hace tiempo. Elena repara en que ninguna de ellas tenía tampoco formación previa cuando cogieron las riendas del hostal, pero «aun no siendo profesionales, no nos ha ido mal. Tenemos un don para ellos y se nos da bien». Para muestra, argumenta, las buenas calificaciones que las respaldan en los portales de reservas, por lo que no le da miedo emprender y confía en que en Azotea podrán estar igualmente a la altura. 

XOAN A. SOLER

Los primeros conciertos de sus sábados de Menú musical han sido en clave jazzística, y diversificaron el repertorio el fin de semana pasado con el directo de Som do Galpom. Con una capacidad en el local para 40 comensales, disponen de una terraza interior con vistas hacia el río Sarela a la que esperan sacar partido este verano y darle vida «en el sentido culinario, poniendo por ejemplo unas tortillas, pimientos de Padrón y una ensalada de tomate». Destaca, asimismo, que en su cocina trabajan con mucho «producto de temporada y de proximidad». Y, sobre la acogida que han tenido en este primer mes de actividad, subraya orgullosa que han conseguido atraer a un público heterogéneo y de distintas edades: «Para nosotros era importante que no sea un espacio excluyente. Al principio, los vecinos venían un poco temerosos, para ver qué habían montado aquí, pero nos han dado un buen recibimiento».