Emoción a raudales en la despedida de Casa Miguel, en Santiago, con discurso de Roberto Vilar incluido: «Ti non tes un restaurante, ti das de comer»

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Andrés Vázquez

Muchos rostros conocidos se juntaron para cenar este miércoles, en lo que fue la última jornada de trabajo de Miguel Vittori en su afamada churrasquería

28 ene 2023 . Actualizado a las 11:34 h.

Querido como pocos, Miguel Vittori Vázquez, propietario de Casa Miguel, se jubiló este miércoles y puso fin a 32 años de dedicación al churrasco y a las mejores carnes. A eso y a sus clientes, que han querido acompañarlo en una cena muy especial programada para la noche de esa jornada. Él se estaba jubilando y ellos no iban a consumir, sino a cenar con un amigo.

Los que se sentaron a la mesa fueron, entre otros, el cómico y presentador Roberto Vilar, el conselleiro de Cultura y Educación Román Rodríguez, el actor Federico Pérez, el también presentador televisivo Juan Fuentes o el cocinero y «orgulloso» parrillero Óscar Vidal, cuyo asador O Pazo ha sido reconocido en el 2022 con una estrella Michelin. Y estos son solo algunos, de rostro conocido y que se destaparon como amantes del buen comer, porque por allí pasaron muchos anónimos que querían rendir tributo al mítico hostelero. 

Unos con familia y otros en la misma mesa, como amigos, entre todos alargaron la velada desde las nueve de la noche hasta las primeras horas de la madrugada. Se palpaba la confianza entre unos y otros, por las bromas, y también el cariño de clientes que ya son amigos para Miguel. A la vez que servía más bandejas con churrasco le decía a Juan Fuentes, posándolas sobre el mantel: «Juan, home, non sexas maleducado e deixa o teléfono, que estás comendo». Como un padre, vaya.

En la fiesta de despedida acompañaron a Miguel Vittori algunos de sus comensales habituales más notables. De izquierda a derecha, con Miguel en el centro: el presentador de televisión Roberto Vilar, el conselleiro de Educación y Cultura Román Rodríguez, el también presentador de televisión Juan Fuentes o Carlos Agrelo, gerente de numerosos concesionarios de BMW en Galicia.
En la fiesta de despedida acompañaron a Miguel Vittori algunos de sus comensales habituales más notables. De izquierda a derecha, con Miguel en el centro: el presentador de televisión Roberto Vilar, el conselleiro de Educación y Cultura Román Rodríguez, el también presentador de televisión Juan Fuentes o Carlos Agrelo, gerente de numerosos concesionarios de BMW en Galicia. Andrés

Son muchas las anécdotas que comparten. La del propio Juan Fuentes describe a la perfección el carácter de Miguel Vittori: «Haberá coma vinte e pico anos dixéronme que o mellor churrasco de Santiago de Compostela estaba en Casa Miguel. Así que aló fun, eu só e ben cedo, sobre a unha e media da tarde, e o bar estaba completamente baleiro. Vin a un señor na barra, que logo descubriría que era Miguel, e díxenlle: “Ola, bos días”, pero non me contestou. Eu quedeime alí, agardando na barra, e pensei que aquel home estaba xordo ou algo. Insistín pero seguía sen contestarme, ata que lle preguntei directamente se podía comer, ao que me contestou un rotundo “non”, para que un momento despois me dixese: “Está todo reservado”. Daquela funme e xurei non volver polo maleducado que era aquel home». El resto es historia, porque pasados algunos años y por la insistencia de unos amigos certificó que en toda Galicia «non hai un churrasco coma o de Miguel».

Compartiendo mesa con Juan Fuentes, y con Roberto Vilar, está Carlos Agrelo, director de varios concesionarios de BMW en Galicia. Él es madrileño, aunque lleva décadas en Santiago, lo que le sirve para poder afirmar que la gente del resto de España «no entiende muy bien los restaurantes como Casa Miguel, pues el churrasco en esta tierra es como una especie de religión y en este local es donde mejor se practica, con un corte finito y delicioso». Tiene palabras sobre los nuevos gerentes, que tomarán el testigo de Miguel esta misma semana: «Van a hacer lo mismo que hacía él, así que animo a todo el mundo a pasarse por aquí cuanto antes».

El conselleiro de Cultura y Educación, Román Rodríguez, está acompañado por su familia un par de metros más allá. Y justo de eso va la cosa, de familia, pues, para él, este local casi podría estar considerado también una parte de la suya: «Veño moito coa miña muller e os meus fillos, pero tamén aproveito e acudo sen dubidalo cando busco unha resposta para comer rápido e ben durante a semana, entre asuntos de axenda». Bajo su punto de vista es uno de los locales más emblemáticos de Compostela, al que también es asiduo el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, y que genera entre sus paredes «unha forma de traballar e de relacionarse coa clientela dun xeito moi próximo, que ademais leva como guarnición un produto marabilloso e galego, quen de xuntar a mellor calidade e o prezo máís económico». 

Óscar Vidal (segundo por la derecha), del galardonado con una estrella Michelin Asador O Pazo, también estuvo presente en la despedida de Miguel, al que considera un referente. Lo acompañaron amigos y compañeros en la cocina de O Pazo.
Óscar Vidal (segundo por la derecha), del galardonado con una estrella Michelin Asador O Pazo, también estuvo presente en la despedida de Miguel, al que considera un referente. Lo acompañaron amigos y compañeros en la cocina de O Pazo. Andrés

Otra de las instituciones a tener en cuenta es Óscar Vidal, cocinero y parrillero del Asador O Pazo, premiado con una estrella Michelin. Sabe de lo que habla, así que poco hay que añadir: «Ao estar eu tamén na grella tódolos días, poder compartir momentos e pratos con persoas coma Miguel é todo un pracer, precisamente porque é un referente para moitos de nós, máis novos. Non queda moito churrasco de tenreira, vense máis ben de vaca ou de becerro, e en Casa Miguel séguese a tradición galega de toda a vida, cunha tenreira pura que está boísima».

  

Las palabras de Roberto

Sobre las 23.15, Roberto Vilar se levanta de su silla y manda callar. «Non quero molestar moito», avisa, antes de reconocer a Miguel toda su dedicación en un discurso que le hace emocionarse. «Eu son de Xove pero cheguei a Santiago en 1990 e, aínda que a primeira vez trataronme mal, para un forasteiro é moi importante ter un sitio no seu lugar de acollida no que se sinta coma na casa precisamente porque saben quen eres [...]. Eu iba a outros bares e servíanme, pero Miguel dábanos de comer, que non é o mesmo ca ter un restaurante. Leva trinta e pico anos facéndoo e ímolo botar moito de menos, porque é un mestre disto». No podía faltar una muestra de humor, que para eso Roberto es cómico: «Eu entendo que estea emocionado e que o día de hoxe sexa especial para el, pois é o último que vai poder facer a caixa, que é o que máis lle gusta».

Más allá de las bromas, Roberto habla por todos los presentes: «Témoslle que dar as grazas, porque todos os que estivemos na túa casa sentimonos moi especiais sinxelamente por iso, e é mérito teu, aínda que non o recoñezas». El aplauso cayó con aplomo por toda la sala, con gritos de alabanzas.

El actor Federico Pérez (tercero por la izquierda) también es uno de esos habituales de Casa Miguel que no se quiso perder la cita acompañado de algunos amigos.
El actor Federico Pérez (tercero por la izquierda) también es uno de esos habituales de Casa Miguel que no se quiso perder la cita acompañado de algunos amigos. Andrés Vázquez

Terminado el discurso, Roberto se sienta y brotan las anécdotas. «A primeira vez que vin a Casa Miguel fíxeno cos cartos que me deron por vender as entradas que tiña para o partido de tenis de John McEnroe, que se xogou no pavillón de Santa Isabel en decembro de 1993, e foron ben invertidos porque me quedou gravado este sitio». Y tanto que le quedó, hasta el día de hoy, cuando lo que más valora de Casa Miguel es su trato con los clientes, «porque ao principio será malencarado, pero Miguel crea un vínculo e fai que te sintas recoñecido, que eres alguén para el».

  

Miguel, desde cerca

Todos los invitados, además de por Miguel, acudieron por su plato más famoso: el churrasco de ternera cortado fino y con las vetas justas de grasa que, pasado por la parrilla de Victoria Folgar, la mujer de Miguel, enamora paladares. «Ela non quere protagonismos», comenta el hostelero, aunque su aportación es fundamental. Son muchos años en este local y muchos agradecimientos que rendir, aunque el más especial que quiere mostrar Miguel Vittori es a Antonio Guzmán, gerente en su día del bodegón O Abrigadoiro, y que para el protagonista de la noche es «todo un mestre, co que aprendín moitas cousas, sobre todo o trato coa clientela, e que eu considero un moi bo amigo».

Se despide emocionado de esta etapa que le ha dado tantas alegrías y amigos. Dicen los que lo conocen, como Roberto Vilar, que tiene fama de ser muy distante con sus clientes y que su humor es «só para intelixentes», pero lo cierto es que, entablada solamente la primera conversación con Miguel, nadie lo podría tildar de arisco, pues demuestra ser un hombre cercano, atento y entrañable. Se le saltaban las lágrimas con el discurso de Roberto, que hasta le acercaron unas servilletas, y él mismo lo reconocía tras acabar el servicio de su despedida: «É unha fervenza de emocións, ver o cariño de toda esta xente énchelle a alma a calquera».

«Parece que me casei, que a cantidade de regalos que me fixeron é tremenda, uns cincuenta ou así», comenta el hostelero, con ironía. Destaca los que le hicieron el conselleiro Román Rodríguez, una figura de Sargadelos de edición limitada; el alcalde Xosé Sánchez Bugallo, un libro sobre la ciudad y Roberto Vilar, que lo obsequió con una botella de champán «porque sabe que teño debilidade por el, a pesares de non beber case nunca alcol».

Miguel Vittori posa con quienes cogerán su testigo, Manuel Campos y su hijo Matías.
Miguel Vittori posa con quienes cogerán su testigo, Manuel Campos y su hijo Matías. Andrés

Hay relevo

Quien quiera conocerlo o despedirse de él tiene todavía un par de semanas. Miguel se quedará en la que es su casa ayudando a los nuevos gerentes, Manuel Campos y su familia. Estará auxiliado por su hijo en la sala y al mando de los fogones se pondrá su mujer. Para él hacerse con Casa Miguel supone un gran reto, que afronta con ilusión y siendo consciente de la receta del éxito.

«Vamos a mantener todo como está, contando con la misma carne y sin hacer reformas en el local, esto último al menos de momento». Sabe de la importancia de su labor a partir de ahora, contentar a tantos paladares exigentes, pero confía en cumplir con ella y hace un llamamiento a todos esos clientes, que ahora ya son suyos: «Confío en que la gente siga viniendo y los animo mucho a hacerlo». Por su parte, solamente tiene un deseo: «Tener la mitad de gracia que Miguel y algo de ese afecto que le tiene su gente».