José San Martín, capitán de Brión: «Cuando se emitió el "Grand Prix" empezaron a cantarme la canción de "Pasión de Gavilanes" y no entendía qué estaba pasando»
VIVIR SANTIAGO
El que fuera el jugador más joven en debutar con el Obradoiro en la ACB fue uno de los protagonistas del noche del lunes en TVE al frente del equipo gallego y cuenta ahora con decenas de pretendientes
03 ago 2023 . Actualizado a las 10:57 h.«¿Quién es ese hombre?», se preguntaban, literalmente, los usuarios de Twitter el pasado lunes. La frase no es elegida al azar. Se trata de un fragmento del tema principal de Pasión de Gavilanes, una telenovela colombiana de la que muchos piden ya segunda parte porque han encontrado protagonista. José San Martín, capitán de Brión en el «Grand Prix», fue uno de los temas más comentados en redes sociales la noche en que se emitió el programa que enfrentó a los gallegos contra Yepes (Toledo). Todo a raíz del vídeo promocional del municipio coruñés, en el que se le ve montando a caballo, y de una pregunta de Ramón García con la que se descubrió que está soltero. El ingenio de los tuiteros hizo lo demás... en forma de meme. «La noche que se emitió yo estaba más centrado en el programa en sí, pero empezó a venir gente cantándome la canción de Pasión de Gavilanes y yo no entendía qué estaba pasando. Hasta que al día siguiente entré en Twitter», cuenta entre risas.
Pero más allá de haber ejercido de novio de España en la noche del pasado lunes, el capitán de Brión, como el resto del equipo, firmó una de las mejores participaciones en las pruebas físicas de El Grand Prix del Verano, que regresó a la televisión casi veinte años después. Partía con ventaja, eso sí, porque este exbaloncestista fue el jugador más joven en debutar con el Obradoiro en ACB.
—Enhorabuena por la participación que firmaron en el Grand Prix, lo de los troncos locos fue una locura...
—Yo en los troncos locos no participé, pero fue una locura, como se vio en televisión. Es verdad que llevamos gente deportista, pero no hicimos preparación porque tuvimos muy poco tiempo para montar el equipo. Además, es el programa el que selecciona los participantes de cada prueba y tampoco sabíamos quién iba a hacer qué.
—¿No hicieron ningún entrenamiento antes de ir al programa?
—No, porque realmente desde que cerramos el equipo hasta que fue la grabación no pasó ni una semana e incluso algunos del equipo nos conocimos allí. Lo que pasa es que ya cogimos a gente que jugaba a fútbol, hacía parkour... en general, gente deportista, que es lo que nos pedían desde el programa por tema de prevención de riesgos.
—¿Qué edades había en el equipo?
—El más joven era un chaval de 18 años y el más mayor uno de 47 años, que además pasó los troncos locos. Por encima de los cuarenta solo teníamos a dos porque ya nos pedían gente joven para evitar problemas.
—Porque los golpes que se dan son reales, ¿no?
—Te aseguro que muy reales (risas). En nuestro programa, por lo que nos dijeron allí, salió todo bastante bien. Se lo toman muy en serio, vamos hasta arriba de protección. Pero eso no quita que no nos diésemos unas buenas galletas.
—¿Hubo que lamentar heridos?
—Físicamente no, anímicamente un poco todos... Fue una pena lo del final, pero se hizo lo que se pudo. Estamos contentos con lo que hicimos y, al final, el diccionario es una tómbola, te puede ir bien o te puede ir mal.
—Incluso les felicitaron por las pruebas físicas.
—Nosotros fuimos el segundo programa que se grabó y nos dijeron que nuestro rendimiento no lo habían visto hasta entonces. No sé si alguno de los cuatro equipos que faltan por jugar la fase de grupos lo mejorarán, pero desde luego en los troncos locos nos costaría creerlo. A ver qué pasa en futuros programas.
—¿Cómo es vivir el Gran Prix desde dentro?
—Fue un día largo. Llegamos allí a las 11 y media y fue un hacer cosas constantemente. Por la mañana nos llevaron al plató, nos explicaron las pruebas que haríamos, nos dijeron quiénes iban a ser los participantes de cada prueba y nos comentaron que, como capitán, si teníamos alguna queja solo podía ir yo a hablar con los árbitros. Todo es bastante profesional y está bastante estipulado. Pero no probamos las pruebas ni las vimos, sencillamente nos explicaron en qué consisten.
Fue un día de grabación muy largo porque empezamos sobre las tres de la tarde y acabamos sobre la una de la madrugada. Al final todo sucede en el mismo plató y a nivel logístico es muy complicado. Aunque un plató grande, tampoco da para mucho porque el escenario cambia muchísimo de una prueba a otra. Había un montón de trabajo, pero desde dentro lo vivimos con muchísimas diversión, toda la gente del programa era encantadora. Y mira que no fue fácil porque hacía muchísimo calor, creo que estábamos a 40 grados en Fuenlabrada. Se hizo bastante ameno dentro de todo lo largo que fue. Gracias a la organización, que nos tuvieron muy contentos todo el día. Había un sentimiento de euforia general muy divertido.
—¿Alguna anécdota de la grabación o del viaje?
—La motivación la tuvo gente que estaba mala físicamente. Había uno con un esguince, otra que estaba realmente enferma desde hacía unos días... pero con esa esperanza de encontrarse bien el día de la grabación vivieron hasta Madrid. Se marcaron un viaje en bus de once horas y vinieron hasta las instalaciones, a ver si una vez allí ya se encontraban bien. En el programa nos decían "están locos, van a estar todo el día aquí y aún encima no pueden competir".
—Eso es amor por el pueblo.
—Sí, hubo mucha sensación y unión de pueblo, que es lo más bonito.
—¿Se quedan con alguna prueba como favorita?
—Creo que el momento de máxima euforia que se vivió en la grada fue con la prueba de las 'abejas a lo loco'. Uno nuevo en el que había que pinchar un globo de agua con la cabeza saltando en un hinchable. La primera ronda llevó muchísimo tiempo porque participaban chicas bajitas y les era muy complicado. Entonces, cuando al final reventaron el globo, fue la euforia absoluta. También con los troncos locos, aunque eso no lo viví tanto porque estaba preparándome para la siguiente prueba.
—Le tocó hacer la prueba de los bolos, ¿es tan difícil como parece?
—A mí me encantó. Jugué a baloncesto y hacía mucho que no iba a competir, entonces veía aquello como una competición. Salir y ver aquel público, los de Brión que animaban mogollón y los de Yepes que nos estaban linchando casi, me motivó aún más, lanzaba con todas mis fuerzas. La última que lancé se me escucha gritar y todo porque no podría más (risas). El factor de no ver absolutamente nada, pero tener a la grada, es increíble. Lanzabas una bola, escuchabas el sonido dando en el bolo y luego a la grada como loca viniéndose arriba, entonces ya sabías si te iba bien o no.
—¿Se pasa bien en el Grand Prix?
—Mucho. También es verdad que tanto para mí como para mis hermanos, que fuimos todos, era el programa de nuestra infancia. Para mí fue algo completamente surrealista, de los mejores momentos de mi vida.
—Fuisteis los cuatro hermanos, ¿cómo es eso?
—La persona que se enteró de todo esto fue mi hermana porque es la secretaria del alcalde y vio que Brión estaba dentro de aquellos pueblos que podían que aplicar para ir al concurso. Galicia era una de las ocho comunidades autónomas que salió del sorteo ante notario y el requisito es que los municipios tuviesen entre 5.000 y 10.000 habitantes. Se dio la suerte de alguien del Concello vio el correo electrónico porque eso ya es un logro. Y no solo verlo, sino estar interesados.
Mi hermana y yo nos a idear el vídeo para que nos seleccionasen porque como nosotros había muchos otros concellos de Galicia que querían ir. En dos días, muy poco tiempo, hicimos los dos vídeos, los editamos y los enviamos. En menos de una semana nos confirmaron que estábamos dentro. Lo siguiente fue formar el equipo y, como pedían paridad de género y somos todos deportistas, acabamos los cuatro hermanos allí.
—Comentaban que que os seleccionaron incluso antes de acabar de ver el segundo vídeo por lo originales que fuisteis, ¿cómo se os ocurrió replicar las pruebas del Grand Prix en versión casera?
—El primer vídeo empieza con unas imágenes muy bonitas de Brión y una minientrevista informal al alcalde. Luego ya salimos mis hermanos y yo haciendo un poco el idiota, bailando por diferentes localidades de Brión con colores azules y amarillos y con música de fondo. Ya eso les encantó. Adicionalmente, yo quería mandar un vídeo haciendo una analogía de acciones del día a día y de gente que se confundía y, de repente, pensaba que estaban en el Grand Prix. Por ejemplo, hay unos del pueblo que están jugando a las cartas en el bar y de repente piensan que es el juego de 'manos a la carta', entonces se tiran todos encima de la mesa. También hicimos al alcalde trepar un árbol como si estuviese jugando a la cucaña o a un señor saltar por encima de unos troncos apilados como si fueran los tontos locos.... Fue divertidísimo y les encantó.
Desde el principio estaban muy contentos e ilusionados con nosotros y les dio un poco de pena que no ganásemos. Quiero hacer un poco de énfasis en que, aunque la gente diga que es "tongo", asegurar que a ellos les encantamos. Al final es muy al azar. Las pruebas las pasamos con contundencia y en el diccionario si hubiésemos acertado habríamos sumado más puntos, pero ahí quedó la cosa.
—Como decía antes, usted se crio viendo el Grand Prix en televisión, ¿es impactante vivirlo ahora desde dentro?
—Muy impactante. Ya el día del estreno tenía la misma sensación de estar viéndolo con la familia. Es curioso porque se retoma ese hábito de juntarse toda la familia para verlo. Y ya verte a ti mismo es un momento muy surrealista. En Brión el alcalde fue de diez y montó una pantalla gigante, los bares abrieron todos y se juntó una cantidad de gente... Estaba medio Brión allí. Fue muy emotivo juntarse a verlo con todos. Fue divertidísimo.
—Pablo Lago, el alcalde de Brión, comentaba en una entrevista a La Voz que por muchas sillas que colocaron, «no llegaron a nada»...
—Sí, y eso que hubo gente que se trajo la silla de casa o de la playa.
—¿Cómo se vivieron en el pueblo las semanas previas?
—Iba habiendo runrún, pero nosotros no podíamos decir nada. A mí me andaban preguntando todo el rato y me costó mucho aguantar. Había muchas ganas de verlo. Se vivió con muchas ganas y expectativas. Había gente que estaba convencida de que ganábamos porque estábamos muy contentos, pero al mismo tiempo no. Pero como no podíamos decir nada, la gente estuvo expectante hasta el final, que era lo que queríamos.
—Incluso se acercaron a la carballeira Carolina Iglesias y Sabela Maneiro...
—Sí, estaban allí, tuvieron un detallazo. Además, las teníamos en primera fila, súper cercanas y viviéndolo como dos vecinas más de Brión, gritando como locas y apoyando a tope.
—Se llevaron el cariño del público, no había más que ver las redes sociales, donde, por cierto, ¿sabía que Pasión de Gavilanes fue trending topic por el vídeo que se emitió en el que sale con un caballo?
—Sí —entre risas—. La noche que se emitió yo estaba más centrado en el programa en sí, pero empezaba a venir gente cantándome la canción y yo no entendía qué estaba pasando. Hasta que al día siguiente entre en Twitter. La verdad es que me reí mucho porque hay memes que son maravillosos. Y lo de Pasión de Gavilanes... había gente hasta pidiendo segunda temporada —se ríe—. Algo bueno tenía que salir.
—Fue el protagonista de la noche en redes junto con el dinosaurio Nico y su boa de plumas.
—Qué maravilla —se ríe—. Ese vídeo promocional vinieron a hacerlo desde Madrid, nos preguntaban de qué trabajamos o qué aficiones tenemos. Yo dije que sé montar a caballo y ellos ya tenían todo en la cabeza. Yo estuve con muchas dudas hasta el final porque eso fue lo que se vio, pero había tomas en las que le tenía que susurrar al caballo diciendo «dame tu fuerza, dame tu honor» —vuelve a reír—. La verdad es que estaba bastante cagado con ese vídeo porque no sabía qué iba a salir de ahí. Pero la verdad es que quedó un vídeo precioso y estoy súper contento porque coge la esencia de la gente de Brión, que es lo más bonito.
—¿Cómo se lleva la fama?
—Lo que rápido viene, rápido se va... pero es una buena fama por lo menos. De momento bien, con muchos mensajes muy divertidos.
—Aparte de la fama, ¿qué es lo que se lleva la experiencia? ¿Con qué se quedan los que fueron allí?
—Lo mejor es que hicimos un montón de piña, fue algo que nos unió mucho. Yo tampoco había hecho tanta vida en Brión porque había estudiado en otros concellos. Poder conocer a la gente de otra edad o de otros ambientes, porque éramos un grupo muy variopinto, y tener esa experiencia de ir todos juntos, para mí fue lo mejor. Y sobre todo poner a Brión en el mapa. Lo de Pasión de Gavilanes estuvo muy bien, pero Brión también fue trending topic. Ya solo por eso, para mí y para todo el equipo es un orgullo tremendo. Brión es muy poco conocido porque está cerca de Santiago y Ames, pero es un sitio para que la gente se pare y descubra ese tesoro escondido.
—Hace unas semanas comentaba precisamente en una entrevista a La Voz que iba a volver a la «alta competición», ya que fue jugador del Obradoiro en la ACB, con el objetivo de «poner a Brión en el mapa», ¿ha cumplido con lo prometido?
—Puedo poner la mano en el fuego de que lo di absolutamente todo. La verdad es que solo me pusieron a lanzar y yo lancé con mi vida. También como capitán trataba de motivar y estuve como una moto todo el día, animando todo el rato, pero ni siquiera hacía falta porque venían todos con un espíritu luchador tremendo. El resultado fue el que fue, pero tanto redes, como amigos, familiares y demás gente nos han hecho comentarios de que "lo habéis hecho de diez" y que no hay nada que reprochar. Podemos estar todos muy orgullosos de llegar a la máxima competición.
—¿Qué preferiría, una final del Grand Prix o una final de la ACB?
—Esta es muy complicada. Ver al Obradoiro en una final me haría mucha ilusión porque tengo muchos allegados ahí y para el deporte gallego sería fantástico. Al final llevan ahí años y años luchando y haciendo un trabajo increíble. Pero ahora mismo, a corto plazo, por todo el equipo, me haría a lo mejor más ilusión una final de Brión en el Grand Prix para volver allí porque fue una experiencia única. O sea, que la respuesta objetiva sería el Obradoiro en la final de la ACB. Y la subjetiva, ahora mismo con todas las emociones, seguramente sería la final de Brión en el Grand Prix.