¿Por qué es casi imposible conseguir un taxi en Santiago? Todo lo que se debe saber para entender el problema
VIVIR SANTIAGO
Las carencias del servicio se arrastran ya desde la primavera del 2022 y cada día que pasa se le ven más las costuras al sector, presentando nuevos fallos y pocas soluciones
01 dic 2023 . Actualizado a las 20:17 h.No es secreto para nadie que Santiago de Compostela atraviesa una de sus peores crisis de transporte de las últimas décadas. A las carencias con el autobús urbano, cuya vieja flota sigue a la espera de su jubilación y de un nuevo contrato que establezca nuevas rutas, se suman las del tren, con la alta velocidad en su máxima expresión todavía por llegar, y sobre todo, las del taxi, que prácticamente ha desaparecido de la ciudad de un día para otro.
Las primeras quejas comenzaron a escucharse en primavera del año pasado, rondando sobre la época de Semana Santa y la llegada de la temporada alta de turismo. En aquel primer momento se llegó a pensar que la desaparición repentina de tantos taxis en las paradas se debía a una especie de protesta del sector contra el Concello de Santiago, liderado en aquellos tiempos todavía por Xosé Sánchez Bugallo (PSdeG). La cosa fue para tanto que la propia Asociación Compostelana de Autotaxi, la mayoritaria dentro del gremio, hasta se vio obligado a salir a desmentirlo.
El representante de esta unión de taxistas, Jesús García, ya comentó en aquel momento que se vieron completamente sorprendidos por la enorme cantidad de turistas que llegaron ese año a Compostela, tantos que acabarían batiéndose todos los récords. Estaban en horas bajas porque el Concello llevaba demasiado tiempo posponiendo el examen de acceso a taxista en Santiago, algo que se terminó haciendo recientemente, justo porque en aquellos momentos no había demanda.
Pasó el verano entre quejas, con usuarios que aseguraban que era imposible coger un taxi sin media hora de espera de por medio. Superada la época estival, se palpaba el miedo del sector a un otoño lleno de congresos, tal como el que tenemos a día de hoy. Los problemas señalados en aquellos momentos (septiembre y octubre del año pasado) son exactamente los mismos que se presentan en la actualidad, con la diferencia de que en aquel momento apenas había ideas para poner remedio a la crisis. Hoy ya se trabaja en diferentes soluciones.
Comienza la avalancha de propuestas
Una de las primeras puestas sobre la mesa fue llevar a cabo el examen para obtener la licencia municipal de taxi. De nuevo, los conductores profesionales se mostraron atónitos: tan solo había siete solicitantes de la prueba este mayo, cuando en otras ocasiones siempre había decenas. Para esas fechas, de ese verano que comenzaba, la paciencia de los compostelanos estaba ya agotada, así como la de los turistas o conferenciantes, que se mostraban enfadados por lo que calificaban como un mal servicio por parte de la capital de Galicia.
Fue en aquellos momentos también cuando los taxistas sacaron a la palestra la idea de establecer licencias temporales. De esa manera, tal y como ya se estaba haciendo en Ibiza, los momentos puntuales de alta demanda durante la temporada alta se verían compensados con coches que tan solo pudiesen operar en esos meses concretos. El gobierno de Baleares, por ejemplo, permitió a los conductores que se acogen a estos permisos operar entre el 1 de mayo y el 31 de octubre, coincidiendo con la temporada de mayor afluencia de turistas.
El problema se presentó para los impulsores de esta iniciativa cuando vieron que la ley autonómica del transporte no permitía tal tipo de licencias, una normativa que la Xunta de Galicia no planea variar ni a día de hoy. Con las manos atadas, sin conductores que quisiesen trabajar a pesar de haber superado los exámenes del Concello y con las paradas de taxi todavía vacías, Compostela se aventuraba al verano, que cualquier vecino recordará como uno de los más colapsados de la historia en su vertiente turística, con lo que eso conlleva sobre el taxi.
El Concello toma cartas en el asunto
Más allá de los exámenes locales, más allá de todas las medidas rutinarias que podría llevar a cabo, el Concello de Santiago no llegó a mostrar una actitud decidida para solucionar el problema del transporte en taxi. El verano no era momento para hacerlo, por lo que llegado septiembre, la nueva administración capitaneada por Goretti Sanmartín (BNG) se puso manos a la obra y tomó la vanguardia en la búsqueda de soluciones, algo que no hizo el anterior equipo de gobierno.
El concejal de Mobilidade, Xan Duro (Compostela Aberta), comunicó que la intención del ayuntamiento compostelano era establecer turnos y horarios obligatorios de manera que siempre hubiese taxis circulando por la ciudad. «Teñen que entender [los taxistas] que este é un servizo público e que corresponde ao Concello a súa regulación», dejó claro el concejal, cuando la medida fue anunciada hace aproximadamente un mes.
Esta medida discurre en paralelo a la de pedir más licencias a la Xunta, superando la barrera de las 147 que tiene hoy en día Santiago, las mismas que puede tener como máximo teniendo en cuenta su número de población. Además, Duro se mostró a favor de la implantación de las licencias temporales, algo que la Xunta borraría de un plumazo pocos días después. No dejaría dudas el presidente, Alfonso Rueda, en una reunión con la alcaldesa de Santiago a principios de octubre, en la que abrió la puerta a la implantación de más licencias, pero nunca temporales.
Los que en un principio se mostraron en contra de la otra parte del plan, la que marcaba horarios y turnos obligatorios para los taxistas, fueron los propios conductores. Señalaron que esa medida no traería ningún beneficio, de hecho, crearía problemas en las horas punta al estar los taxistas repartidos durante todo el día y no trabajando en esos momentos de apuro. Además de eso, Jesús García, presidente de Autotaxi, indicaba que no habría manera de controlar a los conductores en la práctica. Otra arista del plan que tampoco convencía a los chóferes era la ampliación de licencias.
Desde el Concello aseguran que se está trabajando en estos momentos con las tres asociaciones de profesionales que hay en Santiago en busca de un acuerdo que contente a todas las partes implicadas, desde los usuarios a los conductores, pasando por las instituciones y siempre en el marco de la legalidad. Los taxistas, de hecho, se mostraron más abiertos en los últimos días a la posibilidad de implantar turnos.
Mientras tanto, problemas
Nunca llueve a gusto de todos, pero cuando llueve tanto como en el sector del taxi, no lo hace a gusto de nadie. En estos momentos la práctica totalidad de la ciudadanía está desesperada por una solución, desde la juventud que sale de fiesta los jueves universitarios o los sábados hasta los que vienen o se van en tren o en autobús a otras localidades, pasando por sectores enteros como el hostelero, que ya ha emitido varias quejas lamentando que el caos del taxi les estaba haciendo perder clientes.
La situación es tal que hasta los propios taxistas se rebotan y se escapan de las voces mayoritarias que emanan de las asociaciones, queriendo mostrarse por su propia cuenta. Marcelo Quintas, Alberto Dosil y Roberto Espel son tres taxistas que han querido ponerse en contacto con La Voz para exponer las que serían sus soluciones a los variados problemas. Ellos proponen la creación de cooperativas de taxistas, de modo que el sistema de turnos fuese eficiente y «siempre hubiese uno de los conductores en la calle», en palabras de Quintas.
Por otro lado, apuestan también por la reunificación de las dos radios de taxi que hay a día de hoy en Santiago de Compostela para llamar, «xa que —apunta Dosil— os usuarios do servizo chaman a unha e despois á outra cando ven que o coche non da chegado, algo que xera moitos problemas para os profesionais no día a día, facéndonos perder tamén outras carreiras».
En su opinión, el gran problema del taxi es el autobús urbano, que lleva arrastrando también carencias durante años. Piensan que si este funcionase «como debe» el taxi no se vería sobrecargado como está, sobre todo durante las horas puntas. «Nosotros debemos ser la segunda opción, la que alguien se coge expresamente porque quiere, ya que en primera línea han de estar los autobuses urbanos», según expone Marcelo Quintas.