«No hay nadie en la zona vieja que no tenga una chaqueta de cuero 'vintage'»: cuando los estudiantes de Santiago moldean el estilo de la ciudad
VIVIR SANTIAGO
Una serie de personas dedicadas al mundo de la moda reflexionan sobre cómo se viste en la capital gallega, con especial atención en la segunda mano: «En Compostela, los que arriesgan al vestir son los jóvenes»
10 abr 2024 . Actualizado a las 12:15 h.Muchos no son originarios de Santiago, pero sobre ellos recae la carga de que en la ciudad se vista como se viste. Entre semana, cuando la media de edad no supera los veinte años, en las calles del casco histórico —y es importante remarcar la zona— se ven los conjuntos más originales. Las camisetas de fútbol ya no se combinan con deportivas, sino con zapatos estilo mary jane, y para que las más modernas vean «divertidos» unos pantalones vaqueros necesitan una falda de tablas superpuesta. También tacones bajos y finos, los kitten heels, porque quien sabe andar no mete el talón entre adoquines, o unas deportivas chunky, con las suelas imposibles de levantar, porque pisar fuerte y dejar marca es un símbolo más de rebeldía juvenil. En la zona vieja está situada la Mestre Mateo, escuela de diseño, y las facultades que albergan carreras de corte creativo, como Historia del Arte o Comunicación Audiovisual, uno de los factores al que señalan los expertos a la hora de intentar delimitar el estilo típico de Compostela, revitalizado por aquellos jóvenes que no tienen miedo de experimentar.
«Estamos viviendo una época con mucha diversidad de estilos, se lleva prácticamente de todo y eso se nota en Santiago», explica María Cobas, propietaria de la boutique Bichovintage. Ahora trabaja de manera online, pero durante años su negocio estuvo situado en un bajo de la céntrica Plaza de Cervantes, donde se convirtió en una de las insignias de la moda retro de la capital. Centrada en seleccionar prendas clásicas y de calidad, admite que le cuesta sucumbir al estilo de los noventa y de los dos mil, ese que a día de hoy abanderan referentes como Bad Gyal y demás estrellas del pop. Por eso, habla de cierto cambio generacional en el gusto por lo vintage: «Al salir a la calle veo poco de los años cincuenta, de los sesenta o de los setenta. La gente joven tiende a vestirse de décadas que nosotros ya hemos vivido y que por eso no nos llaman la atención. Igual, para una persona de veinte años los dos mil significan lo mismo que para mí los ochenta». Eso sí, en la tendencia ve una parte positiva: «Nosotros vamos más hacia lo típico y lo bueno, pero creo que ahora la moda ya no es tan sibarita», continúa.
Lo que no discute es el gusto de la Generación Z por la ropa vintage. «En Santiago los que arriesgan con la ropa son los jóvenes, veo mucha mezcla y libertad a la hora de vestir. Son los más modernos, estudiantes que vienen de otros sitios y traen sus tendencias. De hecho, creo que el estilo de la ciudad depende de las edades. Mientras entre ellos se ve mucha segunda mano, con combinaciones muy creativas, los que tenemos cierta edad y tiramos hacia lo vintage elegimos prendas clásicas que puedes mezclar con ropa actual», reflexiona. Por una parte, habla de la conciencia con el medio ambiente y con la sostenibilidad: «La gente joven tiene claro lo que quiere, que es capacidad para decidir lo que les gusta. No necesitan tanto asesoramiento, ellos van a un mercadillo y compran al peso. Creo que en ese aspecto hay más libertad».
Hugo López, diseñador en su propia marca de ropa y estudiante de moda en la Mestre Mateo, piensa que Santiago tiene algo que la diferencia del resto de ciudades. «En A Coruña hay mucho estilo, sabes que estás ahí por cómo viste la gente, pero eso no quiere decir que sea una moda arriesgada. Si me tengo que quedar con un sitio en el que se esté apostando por lo creativo, sin duda es Santiago», reflexiona. Habla de lugares como la Mestre Mateo, que agrupa entre su alumnado a jóvenes que tienden a expresarse a través de la moda, y de facultades de humanidades como Filoloxía, Comunicación o Historia. Por este mismo factor, a la hora de vestir, piensa que hay dos partes que se comportan como ciudades diferentes. «Está la zona vieja, que agrupa todos estos sitios, y está la zona nueva, con carreras de ciencias, ADE o Derecho. Se ve en todo, en el tipo de gente que transita cada zona. La primera tiende al mercadillo y a lo retro, con looks más divertidos y arriesgados. La segunda se guía más por el fast-fasion», explica.
«Hay carreras más creativas que te impulsan a ser diferente. Si quieres destacar en Medicina, tienes que estudiar mucho. Si quieres hacerlo en Comunicación, vale más tener buenos proyectos más allá de la carga teórica», explica el joven diseñador. No obstante, comparte con María Cobas la idea de que lo diferente no escapa de las tendencias, aunque sean propias. Ella, por ejemplo, pone en el punto de mira las gabardinas Burberry como eslabón de la moda vintage. «No hay nadie que estudie por la zona vieja y que no tenga una chaqueta de cuero vintage, da igual el color y la forma», dice él. En parte, porque se encuentran en cualquier tienda de segunda mano: «A nivel tiendas, teniendo en cuenta la gente que podría estar interesada en Santiago, no creo que haya demasiadas. Hay mucha que se enfoca en el momento más deportivo, donde encuentras un jersey de Polo o una camisa de Ralph Lauren, que no son prendas demasiado arriesgadas», reflexiona.
Menciona, entre otras iniciativas, el mercadillo que hay cada jueves en Salgueiriños, un sitio donde encontrar «cosas diferentes y a buen precio». También algunas tiendas, como Flamingo 's Vintage o las que hay en la calle Rosalía de Castro, e iniciativas de compra y venta que se establecen periódicamente en diferentes establecimientos de Santiago, como en el bar Medusa o mismo en los exteriores de la facultades que organizan directamente los estudiantes de la Mestre Mateo o de Filosofía. Una de las asistentes habituales es Lucía Garras, «fashion victim» declarada y estudiante de Filoloxía Francesa en la USC. «No suelo seguir ninguna tendencia concreta, me pongo lo que el cuerpo me pide. Me gusta variar y si me pongo la misma combinación que todo el mundo, que es un top y un jersey, me agobio. Quiero salir de eso y si me apetece llevar cuatro cinturones puestos, los llevo. Si hoy me apetece llevar una falda de volantes y sentirme así, ya está», explica en sintonía con la libertad a la que apelaban López y Cobas. La ropa es parte de la construcción de su identidad. Con prendas nuevas, no puede explicar las cosas que quiere de ella.