Una encuesta de Sondaxe indica que es la modalidad de juego que más preocupa
15 may 2019 . Actualizado a las 19:11 h.En Galicia se juega actualmente más a las apuestas on-line que a las máquinas tragaperras, al bingo o en los casinos. Es una de las conclusiones del Informe apuestas on-line realizado por Sondaxe para La Voz. Partiendo del dato de que la mitad de la población mayor de edad juega a algún tipo de juego de azar, el estudio constata el ascenso de esta modalidad de apuestas por Internet. Mientras que un 1,4 % se declaran usuarios habituales de máquinas tragaperras y un 0,9 %, de los bingos y casinos, el 2,3 % de los gallegos afirman acudir con frecuencia a las apuestas on-line. En cualquier caso, el grueso del volumen del juego lo siguen acaparando los juegos tradicionales (lotería nacional, ONCE, bonoloto...). El 49,3 % recurren a ellos con asiduidad.
Este incremento de las apuestas on-line preocupa de manera particular a los especialistas, por el modo en el que se fue extendiendo durante los últimos años. En octubre del año pasado la Dirección General de Ordenación del Juego, organismo dependiente del Ministerio de Hacienda, arrojaba un dato definitivo: en el primer semestre del 2018 los españoles habían gastado en juegos on-line más que durante todo el 2016. En su facilidad de acceso desde el anonimato, la posibilidad de hacerlo durante 24 horas desde cualquier punto y la difusión que están teniendo de manera específica las apuestas deportivas se encuentran algunas de las causas de este auge.
Se trata de un comportamiento mayoritariamente masculino, con especial incidencia entre la franja de edad que va de los 18 a los 45 años. Un 3,6 % del total de varones gallegos apuestan desde su móvil o su ordenador, frente a un 1 % de las mujeres. En el tramo entre 18 y 29 años el porcentaje de hombres jugadores por Internet es de 4,6 %. En el de 30 a 44 años, 5,5 %. A partir de los 45 baja a un 0,6 % y, desde los 65, el reflejo resulta insignificante.
Comparando esos datos con los de la Lotería Nacional y demás apuestas tradicionales, se percibe un cambio de tendencia total. Ese segmento más joven, el de 18 a 29 años, ve cómo sube el juego on-line mientras la inclinación por el juego tradicional se reduce. Es casi la mitad que en los tramos más adultos (26,5 % frente porcentajes siempre por encima del 50 % ).
Este reflejo en edades tan tempranas de las apuestas on-line ya tiene un reflejo en el ámbito sanitario y las asociaciones de rehabilitación. Ahí se alerta que la edad media de los jugadores patológicos se adelanta cada vez más, situándose actualmente en los 19 años. Todo ello teniendo en cuenta que para jugar el límite legal en España es de 18 años. ¿Cómo se explica entonces que se produzca una patologización tan temprana? El Colegio de Médicos de Barcelona dio recientemente un dato: los menores juegan con normalidad en España pese a que es totalmente ilegal que lo hagan.
Un problema de adolescentes
Según datos aportados por la citada entidad médica y el Consejo Audiovisual de Cataluña en enero, entre el 66 % y el 75 % de los chicos de entre 14 y 17 años afirman haber hecho apuestas alguna vez. Además, más de un tercio de los jugadores patológicos desarrollan ese problema antes de los 18 años. Y en España el 4,6 % de la población adolescente presenta conductas de riesgo que los pueden llegar a desarrollar una ludopatía. Los datos son de los más altos de Europa.
Todo ello vuelve a situar la ludopatía como un problema social de primer orden. La encuesta de Sondaxe señala como tal la adicción al juego en un 84,4 % de los consultados. Solo un 2,5 % considera que no es un problema y el 9 % lo califica como uno de tipo leve. Pero, de nuevo, las apuestas on-line aparecen como impulsoras definitivas de esta preocupación en los últimos años. Instando a los encuestados a fijar en una escala de cero a diez su nivel de preocupación ante las modalidades de juego, las apuestas on-line encabezan la lista con un 8,48. Las tragaperras se sitúan con un 8,2; los bingos y casinos con un 7,51: y el juego tradicional con un 4,72.
Este clima social ha tenido su consecuencia en la política. Ya se prepara una revisión de la ley del juego de Galicia. Esta data de 1985 y se ha quedado totalmente obsoleta ante la revolución digital y su repercusión en este campo. En el ámbito nacional, el PSOE acaba de anunciar que se compromete a regular la publicidad de los juegos de azar.
El 90 % de los gallegos creen que los menores no están protegidos ante el juego en Internet
La difusión sin ningún control de anuncios televisivos en horario infantil genera la oposición de nueve de cada diez personas
Es quizá el colectivo más vulnerable. La aparición de ludópatas en Galicia con solo 18 años ha destapado la otra cara del juego on-line: la participación de los menores en él. En ese sentido, la encuesta de Sondaxe arroja una opinión contundente respecto a la situación de ellos en este ecosistema apuestas digitales. El 90,3 % de los consultados consideran que los menores no están suficientemente protegidos. Esta preocupación se ha generalizado. Aparece con la misma intensidad en los dos sexos, en los diferentes tramos de edad y en todas las localidades gallegas.
Ahí se encuentra quizá el mayor foco de inquietud social respecto a las nuevas modalidades del juego: la fácil manera con la que llega a los menores de edad. Se demanda, cada vez con mayor intensidad, una regulación tajante de la publicidad de este tipo de juegos, poniendo el acento especialmente en lo que afecta a menores. Países como Italia ya prohibieron la publicidad de apuestas, pese a la presión de los clubes de fútbol que aseguraban que iban a perder más de 100 millones de euros al año.
Lo mismo ha ocurrido en Bélgica. A principios de este año concretó las declaraciones que se habían hecho en el pasado: restringir todo tipo de publicidad de juego durante las transmisiones y coberturas en vivo de competiciones deportivas. En España existe la intención de llevar a cabo una regulación similar, pero ahora se encuentra todo en suspenso hasta que se dilucide el futuro gobierno en las elecciones.
En octubre del 2018 la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, explicaba que había trasladado al Consejo de Estado el borrador de una nueva regulación sobre apuestas y juegos de azar. Se iba a incluir entre los puntos pactados para los presupuestos del 2019. El acuerdo se hacía eco de «fórmulas de publicidad muy agresivas vinculadas a la imagen de personas famosas, habitualmente deportistas de éxito, o a bonos de acceso gratuitos».
Estos movimientos recogían una sensibilidad social cada vez mayor. En la encuesta nueve de cada diez gallegos (un 91,7 %) se muestra contrario a la emisión en horario infantil de apuestas on-line. En la actualidad esto se hace con total normalidad en España. De hecho, el informe del Consejo Audiovisual de Cataluña y el Colegio de Médicos de Barcelona que se hizo público en enero señalaba que casi la mitad de los anuncios de juego y apuestas se difunden en horario televisivo infantil (la franja que va desde las seis de la madrugada a las diez de la noche). En el caso de la radio, la situación resulta todavía peor: el porcentaje de anuncios sobre esta temática emitidos llega al 84,5 %.
El análisis de la retransmisión del Barça-Madrid celebrado el 28 de octubre del 2018 resultó revelador. Pese a emitirse dentro del horario infantil, uno de cada tres anuncios emitidos eran de apuestas. Además, se incluyó publicidad en donde salían hasta cuatro jugadores en activo del Real Madrid.
Rechazo mayoritario a los anuncios protagonizados por personajes famosos
El estudio de Sondaxe también se detiene en las técnicas de captación de clientes que usa la industria del juego. Uno de los recursos habituales consiste en acudir a rostros conocidos del mundo del deporte.
En los últimos años se ha visto como figuras tan célebres del mundo del fútbol como Cristiano Ronaldo, Piqué, Carvajal, Casemiro o Vicente del Bosque. Todos han cedido su imagen para este tipo de anuncios que fomentan el juego adivinando resultados de partidos. También anuncian este tipo de apuestas periodistas deportivos como Manolo Lama, Manu Carreño, Juanma Castaño, Julio Maldonado y Josep Pedrerol. O actores como Jose Coronado y Roberto Álamo.
Al respecto, existe una figura omnipresente que se ha convertido en blanco de las críticas. Se trata del presentador televisivo Carlos Sobera. Este último, cara visible del programa First Dates de Cuatro, ha sido objeto de furibundos ataques en las redes sociales por parte de gente que considera que no debería prestarse a ese tipo de anuncios.
Este recurso publicitario de los famosos tiene en contra a ocho de cada diez gallegos. Únicamente le resulta indiferente este a un 13,2 % y un 1,4 % se posiciona a favor.
En contra de los bonos de inicio
Otra práctica habitual de las casas de apuestas on-line es la de los llamados bonos de inicio. La respuesta ante ello resulta aún más contundente que en el caso de los famosos. El 86,8 de los gallegos se posicionan contra ellos.
Este tipo de bonos se anuncian abiertamente en las propias webs. En Codere, por ejemplo, ofrecen el triple bono indicando: «Llévate hasta 350 euros con nuestro bono de bienvenida». Otras como Bet365 los denomina «bonus de ingreso» y señalan que se puede obtener hasta 100 euros de créditos de apuesta. Y 888 promociona la posibilidad de arrancar hasta con 150 euros de apuestas gratis. Incluso en diferentes webs de Internet se establecen ránkings de las empresas que más dinero dan a sus clientes para este enganche inicial.
La encuesta de Sondaxe se detiene igualmente en los anuncios que muchas veces se escuchan en las emisoras de radio, durante la retransmisión de los partidos. Aquí es el propio locutor quien anima a sus oyentes a hacer apuestas deportivas, en muchos casos ensalzando las posibilidades de premio junto al resto de colaboradores del programa o hablando de lo que han ganado. El rechazo aquí es de un 76,3 %, siendo la postura de la indiferencia de las más grandes, con un 12, 7 %.
Por último, el capítulo dedicado a las prácticas de márketing de los promotores de las apuestas on-line concluye con la publicidad en prensa escrita. De todas es la que menos preocupa, pero aún así tiene un 72,8 de rechazo. Un 15,3 % de los encuestados se muestran indiferentes.