No sé el lector, pero yo tengo la impresión de que se ha sublimado tanto el peligro y la amenaza de las avispas velutinas que se ha conseguido desatar entre la población una suerte de pánico generalizado y desmedido que, me perdonarán, linda lo paranoico. Y que yo sufro en primera persona cada vez que mi hija y sus primos detectan -o intuyen, o sospechan, o…- la presencia de un IVNI (insecto volador no identificado) en las cercanías y, literalmente, entran en crisis, escenificada con gritos y alocadas carreras.
Por eso mismo, me ha llamado poderosamente la atención un estudio efectuado por investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha que pone de manifiesto que, contrariamente a la percepción de mucha gente que afirma que las avispas cada vez son más grandes, sucede justo lo contrario: las avispas son cada vez más pequeñas como consecuencia del cambio climático.
Al menos en el caso de una de las especies más comunes y extendidas en la península ibérica, la avispa arbórea, y tras estudiar ejemplares de la misma recolectados desde 1904 -y conservados en colecciones- hasta el momento actual, los entomólogos han constatado una progresiva reducción en el tamaño de dichos insectos. “Miniaturización” que, asumen, es consecuencia del constante incremento de la temperatura media anual. Al fin y al cabo, la reducción de tamaño corporal es un mecanismo o respuesta evolutiva bien conocida y documentada en otros animales ?aunque no, hasta ahora, en insectos- como adaptación al medio y en concreto a unas condiciones más calurosas, ya que a menor tamaño, aumenta la relación superficie/volumen, lo que favorece el intercambio de calor con el entorno, necesario para mantener una adecuada temperatura corporal.
Cierto que, como apuntan otros investigadores, también podría tratarse de una adaptación motivada por la menor disponibilidad de alimento o porque las potenciales presas se han vuelto más pequeñas. Pero no parece el caso, ya que el estudio también ha constatado que el tamaño de las alas de las avispas está disminuyendo más rápidamente que el del resto del cuerpo, lo que apunta a que las avispas pueden estar perdiendo capacidad de vuelo y ser menos ágiles y rápidas. Mal negocio si de lo que se trata es de cazar… y buenas noticias para los paranoicos del principio.