Ser el doctor de la base en la Antártida es un desafío: el hospital está a más de mil kilómetros
19 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Andrés se levanta cada mañana con la misma pregunta. ¿Será hoy? La Antártida puede ser un lugar peligroso en el que es posible que ocurra un accidente en cualquier momento y ejercer la medicina en esta zona de la Tierra representa todo un desafío debido al aislamiento. El hospital más cercano está a más de mil kilómetros y cualquier evacuación supondría un problema de logística de una enorme envergadura. Por ello, el médico de la base Gabriel de Castilla se prepara y mentaliza cada día para afrontar solo cualquier accidente o urgencia médica grave. «Cuando uno despliega sobre un contingente de tropas, como en Irak o Afganistán, suele contar con una capacidad sanitaria mucho mayor y puedes acabar encontrando un hospital a unos pocos cientos kilómetros. Esto se parece más bien a estar en la Estación Espacial Internacional. El verdadero problema aquí es la cirugía. No existe un quirófano, un anestesista ni un cirujano», explica el capitán médico Villoria.
En lo que va de campaña solo ha tenido que atender problemas propios que pueden surgir en cualquier centro de salud. «La gente se queja de que le duele la garganta; estoy nervioso; tengo ansiedad o no puedo dormir. Además hay que destacar que la actividad física y mental que realizan los científicos y la dotación miliar resulta muy dura ya que aquí no hay jornadas de descanso», confiesa.
En caso de una situación de emergencia, Andrés cuenta al menos con un aliado: la telemedicina. «El inicio de esta técnica se remonta a finales del siglo XIX cuando los profesionales de la medicina se escribían por medio de una carta postal para plantearse dudas sobre un paciente. Claro que desde entonces ha evolucionado mucho. El concepto es más que descolgar un teléfono y llamar a un colega. Se trata de poder enviar imágenes y pruebas complementarias en tiempo real», asegura.
Un simulacro
Cada semana Andrés realiza un simulacro con esta tecnología médica que atraviesa fronteras. En esta ocasión el paciente es el sargento Ricardo del Real, responsable del área de motores, que sufre de un dolor en hipocondrio derecho con sensación nauseosa y malestar general. Al otro lado de la pantalla está el teniente coronel médico Gil, del Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla. «Le aportamos información con diferentes dispositivos periféricos de electromedicina tales como una cámara de exploración de luz fría, un monitor de constantes vitales o un ecógrafo que está observando en tiempo real. A partir de ahí nos ofrece su opinión. Y si es oportuno llama a otros especialistas. La telemedicina también te permite disponer de un cuadro médico de profesionales especializados, desde un traumatólogo hasta un intensivista. Incluso si fuese necesario un pediatra o un psiquiatra», apunta. «Como el especialista no puede bajar a nuestra unidad de urgencia, tratamos de subirle el paciente».