El contacto con la naturaleza favorece que los niños puedan ser más felices

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Un estudio científico sostiene que los jóvenes son más sanos cuando crecen en espacios naturales

16 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El progreso humano ha alcanzado cotas inimaginables gracias la tecnología. Aunque por el camino se ha perdido el vínculo con el mundo natural que establecieron los primeros ancestros. De todas las especies de la Tierra, la nuestra está más desconectada de la naturaleza que ninguna otra y también es la más hostil. Dos de los principales problemas que afronta la humanidad este siglo son el cambio climático y la sobreexplotación de recursos.

No hay ni un solo motivo que justifique la visión actual de la naturaleza, que presta los servicios más básicos, desde respirar hasta alimentar. Además, un reciente estudio publicado en la revista People and Nature, editada por la Sociedad Ecológica Británica, reconoce que durante la infancia, la felicidad aumenta en entornos naturales. «Los niños son más felices, más sanos y crecen mejor cuando pasan tiempo en la naturaleza», explica Louise Chawla, profesora de la Universidad de Colorado (Estados Unidos) y autora del trabajo.

Su investigación reconoce que aquellos jóvenes que viven experiencias en espacios naturales desarrollan una sensibilidad mayor a los problemas medioambientales. Pero como ocurre con cualquier relación sentimental, también puede haber efectos negativos que deben atenderse. «Mi estudio muestra que la conexión con la naturaleza es una experiencia compleja que puede generar tanto felicidad como emociones preocupantes. Debemos tener en cuenta que los niños heredan una biosfera que se está deshaciendo, y muchos de ellos lo saben. Las investigaciones demuestran que cuando los adolescentes reaccionan con desesperación, es poco probable que tomen medidas para afrontar los desafíos», confiesa Chawla.

El estudio propone algunas medidas para favorecer que las experiencias con la naturaleza sean lo más positivas posible. «Hay que enseñar a los jóvenes qué pueden hacer para proteger el mundo natural y compartir ejemplos de personas que cuidan de la naturaleza. Los niños creerán en un mundo mejor cuando los amigos, la familia y los maestros escuchen sus temores y les den un espacio seguro para compartir sus emociones», concluye.