Las feministas marcharán divididas este 8M: ¿Qué separa al movimiento moderno de la corriente más clásica?
SOCIEDAD
PSOE y Podemos se sumarán a una de las manifestaciones y el PP a la otra, contraria a la ley trans
08 mar 2023 . Actualizado a las 10:53 h.Hace cinco años, las mujeres hicieron historia cruzándose de brazos en el trabajo, en las aulas y en sus propios hogares. El movimiento #MeToo y la sentencia de la Manada habían llevado a ebullición un ánimo ya enardecido, caldeado, que, unánime, se echó a las calles para decir basta. Basta a las violencias machistas. Basta a la desigualdad. Basta a la opresión. Aquel feminismo entusiasta que el 8M del 2018 colapsó el corazón de hasta 120 ciudades españolas como una argamasa compacta —mismo lema, múltiples voces— llega hoy dividido al Día Internacional de la Mujer del 2023. El mensaje ha calado en la sociedad, se ha reforzado, y, además, se ha traducido en leyes de paridad, medidas de protección a las víctimas y nuevos derechos, tanto para las mujeres como para el colectivo LGTBI. Del grito a lo concreto. Sin embargo, la letra pequeña de estas conquistas ha ido poniendo cada vez más en evidencia la disparidad de pareceres en el seno de un movimiento que, por segundo año consecutivo, marchará dividido el 8 de marzo.
Con Madrid a la cabeza, los principales núcleos poblaciones españoles acogerán hoy no una —multitudinaria, unida—, sino dos, e incluso tres o cuatro manifestaciones distintas convocadas por diferentes sensibilidades. La ley del «solo sí es sí» y, sobre todo, la norma trans polarizan hoy el feminismo, dividido principalmente entre las posturas más inclusivas que defiende el Ministerio de Igualdad, con Irene Montero a la cabeza, y la corriente clásica, con la que se alinearía la socialista Carmen Calvo.
Las transinclusivas
El feminismo más moderno aboga por una revolución que también librarían las personas trans. Defiende la teoría queer, que sostiene que los géneros, y las identidades y las orientaciones sexuales son resultado de una construcción social, por lo que cuestionan lo que venga por naturaleza impuesto, lo excluyente. Rompe con el binarismo de género, entendiendo que cada uno es lo que considera que es, que no por haber nacido con vagina se es mujer y, sin ella, hombre, y apuesta por la educación sexoafectiva frente a la batalla contra el porno que libran las combatientes más clásicas. Algunas y algunos de sus adeptos se plantean también la regulación de la prostitución para, de esta forma, luchar contra la trata.
A este lado se ubicaría la Comisión 8M que estos días se reivindica como la convocatoria que moviliza históricamente a las mujeres —desde la década de los 70— y como el empujón que en el 2018 sacó a la calle a millones de personas. Hoy marchará por el centro de la capital, a partir de las siete de la tarde, en una concentración para «todas y todes», a la que se sumarán PSOE y Podemos, y que se replicará a la misma hora en Santiago, en la Praza 8 de mayo. Desde la Plataforma Feminista Galega —su pata en la comunidad—, suscriben ese «espazo para todas» que hay en su llamamiento y consideran que las diferentes iniciativas «dan conta de que o movemento feminista é diverso e de que existen multitude de colectivos nos que esta conciencia está comezando a xerminar». «Estamos e seguimos xuntas, na nosa diversidade, que non fai máis que enriquecer este movemento no que cada día somos máis as que avanzan xuntas», subrayan.
Las abolicionistas
Un feminismo más clásico se distancia del anterior oponiéndose a la autodeterminación de género que vertebra la ley trans y a la legalización de la prostitución. Razona que al eliminar los conceptos de hombre y mujer, la citada teoría queer acaba con la idea de que ellas siempre han sido oprimidas por el mero hecho de serlo, su principal batalla. Representado hoy en Madrid por el Movimiento Feminista, a cuya cita ha confirmado que acudirá el Partido Popular, el bloque abolicionista ha convocado en Galicia hasta seis marchas que se centrarán, precisamente, en reivindicar esa condición de mujer.
La Plataforma do feminismo radical de Galicia exige, además, «una lei abolicionista que penalice a demanda da prostitución e ofreza axudas ás mulleres explotadas», el castigo para quienes favorezcan la explotación reproductiva y para los que difundan contenidos que reproduzcan violencia sexual, el fin de la brecha salarial y la mejora de las condiciones laborales, especialmente en el ámbito de los cuidados.
No son pocas las divergencias —que además entorpecen el diálogo y, con él, el avance social—, pero son más las coincidencias, advierte el sector más inclusivo. El objetivo es el mismo: una vida digna y una vida segura para la mujer.