Los testimonios de los acusados sugieren que podría haber más víctimas del método Pelicot

Enric Bonet PARÍS / COLPISA

SOCIEDAD

ZZIIGG | REUTERS

Dominique ofrecía su mujer a otros hombres asegurando que a ella le gustaban los tríos

27 sep 2024 . Actualizado a las 14:33 h.

Después de tres semanas excepcionales, el juicio del caso Pelicot ha entrado en los últimos días en una extraña normalidad. Y eso que no hay nada de normal en este asunto mayúsculo de violencia machista. La presencia de periodistas ha disminuido de manera significativa en esta cuarta semana del proceso judicial a los 50 acusados por haber violado durante casi una década a Gisèle Pelicot a petición de su marido, Dominique, que la drogaba y adormecía. Siguiendo los pasos de los tres agresores que comparecieron la semana pasada —además del principal instigador de la trama y su imitador Jean-Pierre M.—, seis de ellos han declarado esta semana en el estrado del Tribunal de Aviñón, en el sudeste de Francia.

Los abusos sexuales sufridos cuando eran menores, la indulgencia respecto a sus actos atroces o el desconocimiento de la noción de consentimiento y de lo que es en realidad una violación han marcado las declaraciones de los acusados. Ya presentes la semana pasada, estos rasgos en la biografía y las declaraciones de esos hombres han vuelto a ser recurrentes. También tiene toda la pinta que acompañará este juicio la controversia por la decisión del juez Roger Arata de prohibir la presencia de periodistas (y del resto del público) durante la reproducción de los vídeos de las violaciones sufridas por Gisèle. «Poniendo al mismo nivel a la prensa judicial y las redes sociales, (…) el juez priva a los ciudadanos del contrapeso necesario de la información profesional», denunció en un comunicado la asociación de la Presse Judiciaire.

Esta decisión podría discutirse de nuevo el lunes que viene, tras la presentación de un recurso por parte de los abogados de la víctima. Gisèle se ha convertido en una figura del feminismo que sobrepasa las fronteras de Francia, sobre todo gracias a su valentía al pedir que el juicio se celebre con periodistas y público «para que la vergüenza cambie de lado». Tras dos semanas de interrogatorios de los acusados, sin embargo, sus testimonios destacan por la abundancia de eufemismos y un frágil sentimiento de culpabilidad.

«No conocía el consentimiento»

Compareció esta semana el más joven de los 50 acusados (de un total de 83 presuntos acosadores) identificados en los 20.000 vídeos y fotos de esas violaciones que Dominique Pelicot, de 71 años, conservaba en su ordenador. Se llama Joan K., nació en la Guyana (territorio galo de ultramar) y apenas tenía 22 años cuando violó varias veces a Gisèle, de 71 años. La primera de las tres violaciones cometidas por este militar tuvo lugar en noviembre del 2019, el mismo día en que su expareja parió a su hijo. Y lo detuvieron en el 2021 en la caserna en que estaba su regimiento.

«Estaba en una época difícil y necesitaba ver a gente y me encontré con él (con Dominique)», declaró el martes Joan K. en la sala de audiencias. Cuando, en su día, lo interrogó la policía judicial, le había explicado que Dominique le había dicho que a su mujer «le gustaban los tríos, los negros y los hombres bien dotados». Sin hacerse muchas preguntas, se fue al domicilio de los Pelicot en la pequeña localidad de Mazan. Allí obligó a la víctima a hacerle varias felaciones, aunque estaba inconsciente. La penetró varias veces y eyaculó en su interior sin preservativo. Al final, hizo el signo de la victoria con los dedos. Un instante macabro que fue fotografiado.

«Lo único que no me pareció normal era que dormía, ella estaba roncando. Eso es todo», dijo el joven militar ante la corte. «En esa época, no conocía la noción de consentimiento, no sabía lo que significaba. No sabía que fuera un problema el hecho de penetrarla sin que se diera cuenta», añadió Joan K. «Ahora soy un violador, pero en el momento de los hechos no lo era», concluyó.

Su testimonio, con una credibilidad cuestionable, resultó uno más de los que se excusan en la falta de intencionalidad. Añadió que al estar el marido presente dio por hecho el consentimiento de la víctima. «No acepto que me traten como a un violador. No soy un violador. Es algo demasiado duro de aceptar», se atrevió a decir el miércoles Husamettin D., de 43 años, nacido en Turquía y que vive desde hace años en esa región meridional de Francia. Es uno de los 35 acusados que no reconocen su culpabilidad. Consideran que Dominique Pelicot los manipuló y engañó.

Además de reflejar la banalidad de la «cultura de la violación», el caso Pelicot podría acentuar el miedo que las mujeres sienten respecto a las atrocidades que pueden cometer los hombres, incluidos aquellos a los que creían conocer hasta el mínimo detalle. Uno de los testimonios chocantes de esta semana fue el de la pareja del agresor que compareció el lunes, Hugues M., de 39 años. Su exmujer, con la que estuvo casado diez años, habló de él como alguien «respetuoso y dulce». Pero cree que aplicó con ella el mismo método de violación que Dominique Pelicot. «Fui manipulada y tuve una vida de mentiras. (…) Siempre me voy a quedar con la duda de si me drogó con ansiolíticos», dijo Emilie O. en la sala de audiencias. ¿Ella es la tercera víctima de esta trama espeluznante, junto con Gisèle y la mujer de Jean-Pierre M.? Difícil de saber. La prueba de sumisión química que le hicieron dio negativo.